Desde antes de asumir el cargo —que no ha ejercido por estar en permanente campaña electoral cuando no está por fuera del país, comprando amigos— ya el tipo comenzó a caernos a coba. Y a la prueba me remito: recuerden la entrevista en CNN donde decía que no iba a ir en contra de la propiedad privada, que iba a respetar la libertad de expresión y que no habría retaliaciones contra los contrarios. Desde ese ya exageradamente laaaargo tiempo, no ha parado de embaucar, exagerar y fantasear. Ahora, la más fresca de sus patrañas es que le va a dar casa a ¡cinco millones de familias!
Eso no se lo cree nadie. Ni siquiera los que se anotan en la fulana “Misión Vivienda”; que ya el gracejo popular bautizó como “Misión Maqueta”. Y que Charito Rojas, tan aguda siempre, denominó en días pasados como “Misión Creyón”, porque está desinada a los crédulos. Sin embargo, junto con estos, también se anotan los escépticos; no porque crean que les van a solucionar sus problemas de vivienda, sino por lo mismo que se compra el Kino: para ver si se pega. En fin de cuentas, que salga su número tiene las mismas pocas probabilidades. Porque si en doce años no han podido pasar de 25 mil anualmente, en los cinco de la nueva oferta, a duras penas llegaran a 150 mil. Que, por cierto, es lo que ofrecieron entregar en este año. ¿Pero, cómo? Si no hay cemento, ni cabilla después de las estatizaciones que ellos pomposamente llaman “nacionalizaciones”. Cuando mucho, uno de cada 33 peticionarios conseguirá vivienda. Y eso, si este cumple los requisitos de no estar en la infame Lista Tascón, estar inscrito en el PUS y comprometerse a votar por Esteban en las elecciones venideras.
Mentira fresca no tiene empacho en incurrir en falacias con miras a mantenerse en el poder. No es cierto que encabece un proyecto para llevar a Venezuela al socialismo. Lo que él tiene en lo que sea que está detrás de la verruga es una aspiración meramente personalista, un afán desbocado por el poder vitalicio. Y sus validos lo acolitan tanto en eso de buscar la perpetuación en el poder como en mentir descaradamente para ese fin. Veamos algunos casos.
El vice Jaua declaró este fin de semana que “El 95% de las fincas recuperadas por el Gobierno Nacional estaban abandonadas y en la actualidad están produciendo alimentos para el pueblo venezolano”. Y para añadir escarnio a la burla, informó que el Ejecutivo “ha realizado pactos amistosos con los dueños de las fincas”. No hay que adentrarse en el llano para observar que son falsas ambas afirmaciones, basta con pasar por el frente de “La Carolina”, la finca que era/es de Diego Arria y que era una demostración de cómo querer la tierra y ponerla a producir. Con él no se pactó amistosamente; la violencia fue lo que campeó en esa expoliación. Y hoy, toda descuidada, no produce ni una quinta parte de lo que solía. ¿Y qué decir del Hato Piñero”, o cualesquiera de los fundos de “Compañía Inglesa”? Puro gamelote es lo que hay en los potreros, porque el ganado “fue movilizado” hacia otras haciendas, casi todas bordeadas con estantillos de color rojo.
El mismo funcionario se ofendió muchísimo cuando “Últimas Noticias” —un diario que no oculta su voluntad de favorecer al régimen— tituló recientemente: "Se buscan aceite y carne regulada". Dejemos de lado la crítica sobre el empleo indebido del plural de la tercera persona en lo que es una oración con sujeto tácito, y concentrémonos en lo de la falta de productos en los supermercados. Si Jaua supiese lo que es la verdad, cosa que nunca conoció, jamás hubiese podido informar que “…hay la materia prima tanto de trigo, como de aceite y de carnes en el país, en todo momento...” ¡Hay que tener cachaza y ser caradura para soltar ese bulo!
¿Y con qué cara se le presentará Boves II a su “nuevo mejor amigo”, el presidente Santos, después de que salieron a la luz, publicados por una organización reconocida mundialmente como seria, los archivos de los computadores de Raúl Reyes? Si alguien tenía dudas, ya quedó meridianamente claro que Elke Tekonté sí sabía que había guerrilleros de este lado de la frontera. O, para ponerlo en las palabras de Iván Márquez: “…impartió delante de mí la instrucción de crear en la fronteras sitios de descanso y atención a enfermos y designó una especie de Estado Mayor para estas relaciones (…) dio a entender que ayudaría sin importar que se diera una situación de confrontación".
El narcisismo desbocado es el que origina esas constantes faramallas. Que no le creen nacionales ni extranjeros. Con lo que le duele a él eso, empeñado en ser reconocido como líder mundial…