martes, 21 de junio de 2011

Yo tengo un sueño

Ese venezolano excepcional y hasta admirable que es Gustavo Coronel me acaba de echar un vainón. Claro que sin intención, porque Gustavo es incapaz de hacer voluntariamente algo indebido. Es más, creo sinceramente que nunca en su ya dilatada existencia haya incurrido en una contravención de manera premeditada. Pero de que me echó una vaina, ¡me la echó! Resulta que ya desde el viernes tenía la idea de escribir el artículo de esta semana glosando el famoso discurso que Martin Luther King pronunció en Washington  desde las escaleras del monumento a Lincoln en el verano de 1963. En esa pieza, reputada posteriormente como uno de los veinte mejores discursos del siglo XX, el doctor King dibuja la nación que él quisiera para todos sus conciudadanos. En él, usa como anáfora la frase: “I have a dream” (Yo tengo un sueño). Ese ritornello —lo repite ocho veces durante la exposición — lo pensaba usar yo para dibujar la Venezuela que me gustaría ver luego de haber salido del régimen nefasto que sufrimos hoy. ¡Y llega Gustavo y me colea la parada! Dos días antes de ahora, cuando me siento frente al monitor, Gustavo, en su magnífica prosa, parafrasea al líder del movimiento por los derechos de los negros americanos. Y me deja sin tema. ¡Dos piches días!



Hago una digresión antes de seguir. Previniendo que Aristóbulo o alguno otro de los fanáticos rojos la vaya a coger conmigo por mi empleo de la palabra “negro”, dejo claro que esa palabra —hoy impolíticamente correcta en el imperio gringo y en esta tierra que fue de gracia—, para los tiempos del discurso era aceptable. El mismo doctor King la emplea en ese discurso: "…this sweltering summer of the Negro's legitimate discontent will not pass until there is an invigorating autumn..."  (este sofocante verano de legítimo descontento de los negros no cesará hasta que haya un vigorizante otoño).



Gustavo dijo, antes que yo, las cosas que tenía yo en la mente. Y las dijo de manera excelente. Por eso, no tengo empacho  en transcribir lo que ya apareció en su blog “Las armas de Coronel”, http://lasarmasdecoronel.blogspot.com, el cual recomiendo ampliamente.



“M. L. K. nos legó la capacidad de soñar y de concretar nuestros sueños. Si él hubiese sido un Venezolano viviendo en la Venezuela de 2011, nos diría algo así, desde la Plaza Bolívar de Caracas:



A la sombra de esta estatua del padre de la patria recuerdo que hace casi doscientos años este gran Venezolano nos dio la independencia, el inicio de nuestra vida republicana y la promesa de una vida mejor.



Pero todavía buscamos nuestro rumbo. Muchos compatriotas aún viven en islas de pobreza, ignorancia y resentimientos.



Venezuela no ha podido concretar las esperanzas de sus gentes. Permanecemos divididos cuando ya deberíamos saber que solo unidos podemos progresar.



En la consecución de nuestros sueños y de nuestras aspiraciones no debe haber cabida para la corrupción o para el odio. Nuestro camino es el de la dignidad el orden, el de oponernos a la fuerza bruta con la fuerza del espíritu. Este es un viaje sin retroceso. Es preciso insurgir sin miedo contra el hambre, la ignorancia y el odio. Abandonemos para siempre el valle de la desesperanza.



A pesar de todas las dificultades que enfrentamos, yo tengo un sueño hoy, el cual está fuertemente enraizado en el sueño de nuestros libertadores.



Yo tengo el sueño que mi nación se liberará de la pobreza, de la ignorancia y del odio entre hermanos



Yo tengo un sueño hoy... que algún día todos tendremos trabajo digno y no dependeremos de dádivas y limosnas humillantes



Tengo el sueño que todos los venezolanos nos convertiremos en ciudadanos, no en pasivos seguidores de falsos profetas



Yo tengo el sueño que nuestros líderes serán honestos y democráticos y que nos mostrarán nuestro verdadero camino, sin tratar de imponernos sus caminos



Tengo el sueño que todos seremos ciudadanos de primera clase, sin discriminación por razones políticas, económicas o raciales



Yo tengo el sueño hoy que todos los sectores económicos, los estatales y los privados, trabajarán armoniosamente para darle riqueza y prosperidad a la sociedad venezolana



Si.... yo tengo el sueño que pronto todos los venezolanos podremos caminar, tomados de la mano, hacia el futuro luminoso que visualizaron nuestros libertadores... tengo ese sueño hoy”.



Después de esta declamación, ¿qué puedo añadir yo para mejorarla? Nada. Puedo, eso sí, rematar con algo que dijo ese día el doctor King y que, traducido, debería ser el lema do todo venezolano decente: “We are not satisfied, and we will not be satisfied until justice rolls down like waters and righteousness like a mighty stream”. En verdad, nosotros “no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que la justicia descienda como las aguas y la moralidad como un poderoso torrente”…


Ministro contra conserje

Boves II, con su habitual forma de tomar el rábano por las hojas y poner en cursi cosas que ya el lenguaje ordinario ha bendecido, decretó que la palabra “conserje” es mala palabra porque en sus orígenes “probablemente” se originó de “cum” (con) y “servus” (esclavo); y que dado que esa raíz trae connotaciones de “esclavo o sirviente” ha servido para que los malucos de los patronos dominen indebidamente a esos esforzados trabajadores —y trabajadoras, para ponerlo en el ridículo estilo de los oficialistas.



Quizás es que el convaleciente habanero nunca ha hablado con alguno de los “concierge” de los caros hoteles que le pagamos cuando se va con ministros, familiares y chupamedias a llevarle millones y millones a sus chulos y amigotes de otras latitudes. Porque ya más de un alto ejecutivo venezolano quisiera tener los ingresos y el ambiente de trabajo que tienen los conserjes del Ritz de Madrid, el Waldorf Astoria de Nueva York y el Edouard VII de París. O sea, que de esclavos, nada.



Según el razonamiento del oligoneuronal, también eso de ser “sirviente” es malo. Quizás por eso es que él no se siente servidor público; porque implica estar al servicio de otro, que puede mandarlo. Y él se siente el zenit de todo, cree que Luis XIV es un bolsa al lado de su sabanetérica majestad. “Servir” también tiene sus orígenes en “servus”. “Servire”, de donde sale nuestro verbo, es más viejo que el latín; nos viene de los etruscos e implicaba “prestar habitual obediencia”. Pero ya tan lejos como el siglo XII de nuestra era, tenía más sentido de “atender a otros”. Y en el sentido de “poner comida en la mesa” es del siglo XIV. En la acepción de “tratar a otra persona como esta se merece” ya es del siglo XVII. Y ha permanecido. Ahora que con el matrimonio de su hijo Henry se ha vuelto a poner de moda el Príncipe de Gales, hay que señalar que el lema del escudo de Carlos es: “Ich dien”, yo sirvo. Pero no solo el marido de Camilla lo usa, sino que desde hace más de ocho siglos todos los herederos al trono de la prima Chabela lo han tenido como divisa en sus broqueles. Entonces, malo no debe ser servir. De otra manera, habría que acabar con el Servicio Militar. Aunque si sirve para que se acaben las milicias, ni tan malo sería.



Pareciera que si Chacumbele sigue así, va a tener que acabar con su gabinete —que de paso, muy poco “sirve”, aparte de reírle los chistes malos y aguantar las ganas de orinar en los “Aló, subalternos”. Porque “ministerio” viene de “ministerium”, palabra que a partir de la Edad Media empezó a aplicarse a la “función de un sacerdote” y luego se extendió a las de otros altos funcionarios. Pero que, no se puede soslayar, proviene inicialmente de ministralis " (sirviente que canta canciones en las cenas de la corte). En español todavía usamos la palabra “menestral” para definir un trabajo bien despreciable.



Derivadas también de “ministerium”, los italianos tienen “mestiere”, los franceses, “metier” y nosotros tuvimos “mester” como sinónimo de trabajo, ocupación, arte, profesión. Pero no una cualquiera, sino una para la cual la persona está bien entrenada y tiene vocación. No es un “empleo”· solamente; mucho menos un “sueldo”. Más razón para que acaben con los ministros que tienen una bisagra en la nuca y otra en la cintura y que sólo les permiten asentir y doblegarse ante Elke Tekonté, no negarse a alguna orden, por absurda que esta sea.



Y ya que estamos en la onda de “purificar” palabras que designan oficios, grados y posiciones; propongo que también se acabe con los sargentos. Porque —contrariamente al criterio de un amigo que opina que deviene de res argentum”  (el que cuida la plata del batallón)— también viene del latín medio “servientum”, el nominativo de”serviens” (vasallo, sirviente). Este término también se empleó desde los 1300s, con la grafía “sargente”, para significar: “soldado que tiene a su cargo otros. Con el tiempo, esa designación fue tomando estatura y, ya en el siglo XIX el “sargento mayor” era el equivalente de nuestro “mayor”; alguien por encima de los capitanes y que usualmente tenía (y todavía tiene) más responsabilidades administrativas y logísticas que de comando.



En todo caso, creo que en la circunstancia actual es más útil un conserje que un ministro. Los primeros barren, recogen y llevan hasta el cuarto de la basura; los segundos, cuando barren (si es que barren), se limitan a esconder debajo de la alfombra.



Preguntas finales

Uno que sepa más que yo que aclare: ¿Puede válidamente un decreto ser firmado fuera del país? ¿No debiera cumplir con la formalidad de que todos los ministros firmantes estén presentes en la promulgación?