Hace tres días, la Guardia
Nacional (sin más adjetivos) celebró sus tres cuartos de siglo de existencia. Para
homenajearla, tenía previsto reproducir en este artículo algunas de las cosas
que escribí para El Carabobeño y El Nacional hace 25 años, cuando fue el cincuentenario
de esa institución. Pretendía repetir algunas de las frases que utilicé como
subtítulos en esa ocasión; quería reiterar que: “el guardia es el fuerte brazo
derecho de la ley”, “el guardia es una muralla contra las fuerzas del mal”, “el
guardia es un amigo en horas de necesidad”, “el guardia es un hombre para todas
las situaciones”. Sin embargo, me aguanto las ganas y solo señalaré que el verdadero
guardia es alguien que a menudo se siente frustrado. Por muchas cosas pero,
sobre todo, por los jefes que tienen actualmente. Muchos de los hombres y
mujeres que conforman la Guardia de hoy quieren seguir siendo lo que eran sus
efectivos desde la creación de la institución —que es lo que los antedichos
subtítulos intentaban describir— unos venezolanos honorables que,
voluntariamente y por afán de servicio, se sacrifican en una labor denodada por
todos los rincones de la patria en la promoción del bien común. Los altos
mandos han decidido otra cosa: usarlos (chocante el verbo, pero hay que
emplearlo) como peldaño para acceder a su muy personal beneficio. Pero que disfrazan
con una supuesta visión política. La cual, para más colmo, contradice lo que
manda la Constitución. Abundan los ejemplos. Pero comento solo uno.
Un portal de noticias reseñó
recientemente que algunas fotos que forman parte de la Galería de Excomandantes
del Comando Regional Nº 5 aparecen tachadas con diagonales de letras blancas y
fondo rojo en los cuales se lee la palabra "traidor". Los generales
así indebidamente incriminados no han sido sentenciados por ese delito en
tribunal alguno; su único “pecado” fue la adopción de una conducta determinada
durante los hechos del 11 de abril de 2002. Básicamente, fueron oficiales que
se opusieron a la orden miraflorina de usar a la Guardia para masacrar a los
marchantes de ese día, y así lo hicieron saber públicamente.
Todo apunta a que el autor de esa
imputación felona, alevosa, contra quienes no pueden defenderse —y a quienes no
se les ha siquiera iniciado un juicio por ese supuesto delito— es el actual
comandante de esa unidad superior. Un tipo que se ganó el ascenso y el cargo
por su “gloriosa” actuación —después de una arenga también “memorable” a sus
tropas— en la batalla de la Avenida Libertador. En ella, con “arrojo inusitado”
golpeó, arrastró, gaseó, disparó y detuvo a un grupo de estudiantes provistos solo de banderas y reclamos. Pero que
tenían unas armas terribles, a juicio del nuevo Himmel: ¡usaban la cabeza para
pensar y tenían las palmas de sus manos pintadas de blanco!
El arrastrado —que quiere seguir
ascendiendo y llegando a cargos más relevantes— visto el éxito de su “denodada
acción guerrera”, ya se alistó para la continuación de la operación y, por lo
pronto, echó otra jaladita: mientras comandaba la parada militar durante un
acto en el Ministerio de la Defensa, dio parte a su amado líder y le soltó
—impúdicamente, delante de toda la oficialidad e invitados, contrariando la
letra y el espíritu constitucionales— la consigna indudablemente política:
"Rumbo a la consolidación de la Revolución Bolivariana el 7 de octubre de
2012". En su mente se decía: “De aquí pa’l Comando General, como mínimo”.
Debe ser que en su aislamiento de ciego selectivo (ve solo lo que le conviene),
no se ha enterado de la cambiante realidad nacional.
Pero, también puede ser que sí
haya hecho una apreciación correcta de la situación —que su jefecito lindo
tiene muchas probabilidades de perder las elecciones— y, siguiendo la línea del
MinPoPoDef y otros narcogenerales, piense formar parte de la gavilla que quiere
poner en vigencia la “Operación Jalisco”: que cuando pierde, arrebata. Ese tipo
de “jefe” no respeta el paradigma constitucional que rige a la FAN; por el
contrario, lo desprecia al propiciar el añadido de “Chavista” al nombre de la
institución. Para él, lo importante no es defender la integridad y soberanía de
la nación sino mantener al caudillo de la robolución en el poder. Solo así
podrán seguir aumentando sus arcas con dineros mal habidos. Un presidente de
verdad ya los hubiera, por lo menos, dejado sin cargos y a la orden de un
Consejo de Investigación.
Así, pues, que no hay mucho que
celebrar en estos 75 años. No obstante, hago llegar mi saludo respetuoso y
cordial a los guardias nacionales ver-da-de-ros; aquellos que parecieran
descritos por el poeta: Qui procul hinc, qui
ante diem periit; sed miles, sed pro patria (Quien lejos de aquí, quien
antes de su tiempo muere; pero como soldado, por la patria).