domingo, 12 de agosto de 2012

¡Pobre Guardia mía!

Hace tres días, la Guardia Nacional (sin más adjetivos) celebró sus tres cuartos de siglo de existencia. Para homenajearla, tenía previsto reproducir en este artículo algunas de las cosas que escribí para El Carabobeño y El Nacional hace 25 años, cuando fue el cincuentenario de esa institución. Pretendía repetir algunas de las frases que utilicé como subtítulos en esa ocasión; quería reiterar que: “el guardia es el fuerte brazo derecho de la ley”, “el guardia es una muralla contra las fuerzas del mal”, “el guardia es un amigo en horas de necesidad”, “el guardia es un hombre para todas las situaciones”. Sin embargo, me aguanto las ganas y solo señalaré que el verdadero guardia es alguien que a menudo se siente frustrado. Por muchas cosas pero, sobre todo, por los jefes que tienen actualmente. Muchos de los hombres y mujeres que conforman la Guardia de hoy quieren seguir siendo lo que eran sus efectivos desde la creación de la institución —que es lo que los antedichos subtítulos intentaban describir— unos venezolanos honorables que, voluntariamente y por afán de servicio, se sacrifican en una labor denodada por todos los rincones de la patria en la promoción del bien común. Los altos mandos han decidido otra cosa: usarlos (chocante el verbo, pero hay que emplearlo) como peldaño para acceder a su muy personal beneficio. Pero que disfrazan con una supuesta visión política. La cual, para más colmo, contradice lo que manda la Constitución. Abundan los ejemplos. Pero comento solo uno.



Un portal de noticias reseñó recientemente que algunas fotos que forman parte de la Galería de Excomandantes del Comando Regional Nº 5 aparecen tachadas con diagonales de letras blancas y fondo rojo en los cuales se lee la palabra "traidor". Los generales así indebidamente incriminados no han sido sentenciados por ese delito en tribunal alguno; su único “pecado” fue la adopción de una conducta determinada durante los hechos del 11 de abril de 2002. Básicamente, fueron oficiales que se opusieron a la orden miraflorina de usar a la Guardia para masacrar a los marchantes de ese día, y así lo hicieron saber públicamente.



Todo apunta a que el autor de esa imputación felona, alevosa, contra quienes no pueden defenderse —y a quienes no se les ha siquiera iniciado un juicio por ese supuesto delito— es el actual comandante de esa unidad superior. Un tipo que se ganó el ascenso y el cargo por su “gloriosa” actuación —después de una arenga también “memorable” a sus tropas— en la batalla de la Avenida Libertador. En ella, con “arrojo inusitado” golpeó, arrastró, gaseó, disparó y detuvo a un grupo de estudiantes  provistos solo de banderas y reclamos. Pero que tenían unas armas terribles, a juicio del nuevo Himmel: ¡usaban la cabeza para pensar y tenían las palmas de sus manos pintadas de blanco!



El arrastrado —que quiere seguir ascendiendo y llegando a cargos más relevantes— visto el éxito de su “denodada acción guerrera”, ya se alistó para la continuación de la operación y, por lo pronto, echó otra jaladita: mientras comandaba la parada militar durante un acto en el Ministerio de la Defensa, dio parte a su amado líder y le soltó —impúdicamente, delante de toda la oficialidad e invitados, contrariando la letra y el espíritu constitucionales— la consigna indudablemente política: "Rumbo a la consolidación de la Revolución Bolivariana el 7 de octubre de 2012". En su mente se decía: “De aquí pa’l Comando General, como mínimo”. Debe ser que en su aislamiento de ciego selectivo (ve solo lo que le conviene), no se ha enterado de la cambiante realidad nacional.



Pero, también puede ser que sí haya hecho una apreciación correcta de la situación —que su jefecito lindo tiene muchas probabilidades de perder las elecciones— y, siguiendo la línea del MinPoPoDef y otros narcogenerales, piense formar parte de la gavilla que quiere poner en vigencia la “Operación Jalisco”: que cuando pierde, arrebata. Ese tipo de “jefe” no respeta el paradigma constitucional que rige a la FAN; por el contrario, lo desprecia al propiciar el añadido de “Chavista” al nombre de la institución. Para él, lo importante no es defender la integridad y soberanía de la nación sino mantener al caudillo de la robolución en el poder. Solo así podrán seguir aumentando sus arcas con dineros mal habidos. Un presidente de verdad ya los hubiera, por lo menos, dejado sin cargos y a la orden de un Consejo de Investigación.



Así, pues, que no hay mucho que celebrar en estos 75 años. No obstante, hago llegar mi saludo respetuoso y cordial a los guardias nacionales ver-da-de-ros; aquellos que parecieran descritos por el poeta: Qui procul hinc, qui ante diem periit; sed miles, sed pro patria (Quien lejos de aquí, quien antes de su tiempo muere; pero como soldado, por la patria).