domingo, 20 de octubre de 2013

¿Limítrofe o fronterizo?

En su habitual costumbre de tomar el rábano por las hojas, hace ya diez años, el tribunal de la suprema injusticia interpretó qué son “estados fronterizos” a que hace mención el Art. 41 de la Constitución vigente.  La materia en discusión era si el para entonces alcalde de Valencia podría competir para ser Gobernador de Carabobo —cargo para el cual tenía muchísimos méritos y para lo cual estaba avalado por una obra gigantesca que había realizado como alcalde— siendo que había nacido en Canarias.  Como es notorio del 99 para acá, una vez más, la sala correspondiente se fijó más si el peticionario era rojo o escuálido para dictar su decisión.  Y Paco Cabrera sufría de ser profundamente demócrata.  Por eso, la decisión a la que llegó fue que Carabobo es estado fronterizo porque su límite norte es el Mar Caribe.  O sea, para ponerlo con un ejemplo: que lo es porque tiene a Curazao ¡a casi 300  kilómetros de Puerto Cabello! 

Si uno se guía por esa interpretación descabellada, resulta que solo ocho de los 23 estados venezolanos no son fronterizos, siendo que entre los principios del derecho hay uno que señala que se debe legislar para el beneficio de las mayorías —sean estas compuestas por personas naturales, o jurídicas, o entes administrativos—, no para las minorías.  Lo que motivó a los constituyentes del año 99, y tengo copia del diario de debates, era evitar que, por ejemplo un gobernador del Táchira o de Zulia, o un alcalde de Ureña o de El Amparo, fuesen nacidos en Colombia, país que es tanto limítrofe (aledaño) como fronterizo (que está enfrente); pero, por obra y gracia de los togados rojos, Zulia, Falcón, Aragua, Vargas, Miranda, Anzoátegui, Sucre, Nueva Esparta, Monagas y Delta Amacuro —además de Carabobo— son fronterizos por el solo pecado de tener una fachada hacia el Caribe o el Atlántico. 

Lo que no tomaron en cuenta los magistrados es que ningún estado venezolano tiene una sola gota de agua salada, así llegue hasta la línea de marea porque, de acuerdo al Art. 304 constitucional, “todas las aguas son bienes de dominio público de la Nación…”, no de los estados; porque, en verdad, esos estados limitan por sus partes norte y este con el mar territorial de Venezuela. 

La misma canallada que emplearon contra Paco Cabrera hace diez años, la intentaron recientemente contra el candidato actual que tiene las mayores probabilidades de ganar la Alcaldía de Valencia, Miguel Cocchiola, porque según la infinita sabiduría del máximo tribunal —máximo solamente porque está en la pirámide organizacional, pero de que da asco, da— resulta que Valencia ¡es un municipio fronterizo!  Y, por tanto pueden optar a la alcaldía los venezolanos con una sola nacionalidad.  Pero Miguel también era italiano.  El asunto, para los malévolos del régimen, era sacar a como fuera a un competidor que amenazara la hegemonía roja en la administración pública.  Para hacer la historia corta, a Miguel le tocó la dolorosa faena de tener que renunciar a su italianidad.  Con lo que él sale perdiendo pero Valencia sale ganando: por un lado, tendremos un alcalde tan eficiente, tan honorable y tan poco discurseador como Paco Cabrera; y, por el otro, nos libraremos del actual —el tal Alca-Parra— que tan untado en corrupción parece estar según la pruebas e indicios que ha tenido que recolectar el mismo régimen.  Alca-Parra solo es eficiente en meter a su familia en la nómina.  O sea, igualito a Cilia…

Pero si el candidato a gobernador, o a alcalde o a ministro es de los que gritan ¡Uh, ah!, nada dicen los rábulas togados acerca de las dobles nacionalidades.  Tarek Saab como gobernador, su tocayo El Aissamí, primero como ministro y ahora como sucesor del pícaro del Isea, Di Martino como alcalde de Maracaibo y como candidato infructuoso a gobernador son ejemplos patéticos de cómo es de “selectiva”  la selección (valga la cacofonía) de rojos para los cargos “productivos”.

Si vamos a ser serios en la interpretación de la Constitución, vamos a ser serios.  Para todos por igual, sin chocantes diferencias derivadas de estar o no incluidos en la lista que puso de moda el infame Tascón por órdenes del hoy difunto cadáver fallecido.  Comencemos por aplicar strictu sensu y stricti iuris lo que tipifica el ya mencionado Art. 41.  Y empecemos por la cabeza: que quien detenta la presidencia y mangonea desde el Palacio de Ciliaflores muestre su partida de nacimiento y nos dé los datos de parroquia, libro y folio en el cual está asentada esta.  Eso no es tarea para que la efectúe su ministra de asuntos electorales, la inefable Tibi.  Es él, personalmente, a quien corresponde esa tarea.  Porque su nacionalidad —no importa lo que opine Teodoro— es trascendental para la vida de la república.  Si no, todos los venezolanos tenemos derecho a seguir pensando que es limítrofe (borderline, decimos los pitiyanquis) y, por tanto, adolece de una  incapacidad para ejercer el cargo —a la legal, me refiero; que de la otra ya ha dado muestras al por mayor...

Entrépitos

Si algún país se ha entremetido en los asuntos internos de otros ha sido Cuba.  El reguero de muertos que sus soldados o sus violentos seguidores de diferentes nacionalidades han dejado desde la década de los sesenta y hasta hoy, desde Guatemala hasta Mozambique y desde Etiopía hasta Bolivia, lo demuestran.  Se creen, todavía hoy, que tienen una especie de patente corsaria para injerirse en cuanto país se les ocurra.  Ya en el lejano 1964, y usando la tarima de las Naciones Unidas, el Che se jactaba de sus propósitos “redentoristas” en países del Tercer Mundo.  Sin importar si eran invitados o no.  Ese discurso se recuerda más por aquello de: “…tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte”.  Pero pocos recuerdan que en él, también se deja ver la pretensión fidelista de inmiscuirse en los asuntos internos de más de cuarenta países.

Todos recordamos lo maluco que fue Pinochet.  Pero pocos rememoran que el golpe que dio se debió, en mucho, a que Fidel —otro dictador, y hasta más sangriento que aquel— anduvo por toda la geografía chilena casi un mes pregonando las bondades de la revolución (que más de medio siglo después, todavía no se ven en la isla), soliviantando a las masas contra “sus explotadores” y organizando milicias populares.  Por otra parte, ya desde aquellos remotos días, el barbudo se arrogó el derecho a “proteger” a los mandatarios amigos exigiéndoles que su primer anillo de seguridad—pasando por encima de oficiales de ese país que tienen esa misión y que han jurado cumplirla fielmente— esté conformado por agentes del tenebroso G-2 cubiche.  Y de convertir a esos gobernantes en mártires de ser necesario.  Si no, que lo diga el alma del “suicidado” presidente Allende…

En nuestra sufrida patria, la maña de entrometerse en otros países, fisgonear lo que hacen y llevar a cabo acciones descaradas e inescrupulosas para “enderezar” lo que piensan que está torcido la empezó el líder eterno que se murió —recuerden que solo él tenía el monopolio de saber lo que era bueno para todas las naciones del orbe—  y ha sido seguida por Platanote.  Para el régimen resulta aceptable, correcto y hasta laudable que la consulesa que tenían en Miami se reuniera con terroristas iraníes para complotar.  Pero si unos gringos, imperialistas, capitalistas y demás aliños se reúnen con unas ONGs en público, hay que expulsarlos del país cubiertos con un sinfín de epítetos.  Por cierto, la grabación (visual y auditiva) que hay de tal señora no deja lugar a dudas de que SÍ estaba llevando a cabo acciones en contra de los Estado Unidos.  La que enseñó Girafales lo único que demuestra es que los tombos nativos estuvieron siguiendo a los representantes norteamericanos desde que se bajaron del avión —apuesto a que estos, como corresponde al uso diplomático, informaron a nuestra cancillería y a que fue esta la que les dio el pitazo a los esbirros.

Cuando a Humala lo consideraban bueno (ya no les parece tanto) y estaba en su primera campaña hacia la presidencia, Miraflores —en una impúdica intervención— inundó al Perú con latas de atún y potes de aceite para motores que mostraban la cara del candidato al lado del de cuius muerto que ya falleció; pero bastó que el embajador Brownfield regalara unos bates y unas pelotas en Catia para que lo expulsaran.  Y peor fue con Patrick Duddy: este supo que era persona non grata cuando vio la cadena donde Elke Tekonté —flanqueado nada menos que por el drogo hojillero— a grito pelado, diciendo: “¡Váyanse al carajo, yanquis de m…!”  Y todo, porque no quería dejarse colear la parada por Evo Cocalero Morales, quien había echado al suyo el día anterior.

El régimen se ha metido en los asuntos colombianos desde el mero comienzo; baste recordar la propuesta de darles beligerancia a sus amigos de las FARC.  Y de darles zonas para el descanso y para que partieran incursiones.  Y dejarlos cobrar vacuna a nuestros productores de la frontera.  Y poner a la orden de ellos aviones para que los lleven a Cuba a curarse.  Y darle tarjetas de crédito a la Impía Córdova para que se diese sus “gusticos” en las muchas ciudades a donde el sabanetense pensaba que pudiera hacer proselitismo.  Y pudiera seguir, pero baste que mencione lo más reciente: se han hecho los locos con lo de las denuncias, serias y bien documentadas, de que los guerrilleros colombianos están envenenando con propaganda terrorista a los niños de las escuelas tachirenses. 

El ilegítimo emplea un patrioterismo exacerbado al demonizar a los extranjeros con el fin de obtener apoyo entre los votantes menos ilustrados; pero con los cubanos que le han sido impuestos como comisarios en las FAN, las policías secretas, los ministerios, las notarías y los registros no dice naitiiica.  Porque también los tiene en el primer anillo.  Y sabe lo que le pasó a Allende…

Jaua y sus jauadas

Cómo será de malo el actual MinPoPoRelEx que ni los Kirchner lo quisieron aceptar y le negaron el plácet cuando el muerto difunto que falleció, en una de sus muchas locuras, lo designó como embajador en Argentina.  Pero eso no es lo peor, porque si esa mullida poltrona ha recibido las amplias posaderas de José Temiente y del Inmaduro, cualquier hijo de vecina puede.  Por lo menos el actual puede mostrar una cartulina que certifica que es graduado universitario; los otros dos, no.  Pero es que a este puede aplicársele aquello de don Simón: “el talento, sin probidad, es un azote”.  Y, luego, si ejerce el cargo a tiempo parcial —como lo hace porque está más ocupado tratando de sabotear al Gobierno del Estado Miranda—, peor.  Y a la prueba me remito.

Cuando uno revisa el discurso que cometió recientemente en la Asamblea General de la ONU, lo que provoca decir es que perdió una excelente oportunidad para quedarse callado.  Aquello fue ofensa tras ofensa, provocación más provocación.  Desde el mismo “vamos”.  Cuando dijo: "Esta organización está secuestrada (…) el secuestrador tiene muchos rostros (…) pero sigue siendo el mismo: el imperialismo", lo que intentaba era —al igual que el niñito que le da un puntapié en la espinilla a un adulto— descomedirse  con los Estados Unidos; pero a quien retrataba de cuerpo entero era a China, la potencia que ya nos tenía atenazados por el guargüero con lo del petróleo a futuro y que ahora, por la desesperación de Girafales, también ha logrado asegurar la entrega de otros materiales nuestros. 

Luego apeló a lo que le aprendió a Goebbels: repetir mentiras.  Salió a decir que le tocó reemplazar a su jefe porque los Estados Unidos —los muérganos de siempre— pusieron obstáculos y no dieron garantías  “para él y para los miembros de su delegación".  Lo malo es que lo hace después de que ese país ya había informado de todas las excepciones que habían hecho en lo que es usual en el derecho de gentes para poder acomodar la resultante de las inexperiencias en esa materia por parte de la cancillería nuestra.  Que había dejado que el caracol (por aquello de que lleva el animal por dentro)  sobrevolara su espacio aunque nuestros “diplomáticos” no habían cumplido con los plazos de aviso, y que habían extendido más de 200 visas a unos tipos —bastante dudosos, añado yo— que ya se estaban echando palos en Manhattan, incluida la peluquera de la primera combatiente.

Pero nada dijo de Siria, ni de la extraordinaria decisión del Consejo de Seguridad, que votó por unanimidad —después de dos años y medio, y cien mil muertos— para condenar el uso de armas químicas en ese país y advertir al régimen imperante allí de que habrá "consecuencias" si no desmantela ese arsenal.  Y no pudo decir nada porque siguen siendo curruñas de Al Assad y de todos los déspotas que quedan en el Oriente Medio y que son sus socios — ¿o será “cómplices” la palabra adecuada?  Tampoco dijo nada del acercamiento entre el nuevo gobierno de Irán y los Estados Unidos, de la aceptación por parte del nuevo gobierno iraní de la supervisión de sus desarrollo nuclear.  Debe ser porque esas cosas tienden hacia la paz y este régimen —que lo que hace es buscar pelea con todo el mundo— quiere, necesita, que su archirrival, el imperio meeesmo, se empantane en otra guerra.  Para nada les importa, o entienden, que esta pueda ser nuclear.  

Más adelante, tuvo la cachaza de felicitar a Edward Snowden —el soplón de la NSA, a quién de vainita no le dimos asilo— por sus "valientes revelaciones" acerca de cómo ese gobierno nos espía.  ¿Qué diría si uno de los esbirros venezolanos que se ocupan de esa materia entre nosotros, cansado de recibir órdenes de un abusivo jefe cubano, hiciera lo mismo que el chivato gringo?  Por menos que eso, hicieron desaparecer de VTV al drogo hojillero…

Fue notorio el ruidoso silencio —para usar un oxímoron bastante manido— que mantuvo en relación con los abusos guyaneses al conceder permisos de exploración en el mar territorial venezolano.  Y no me refiero a las aguas que genera la zona en reclamación  al oeste del Esequibo —que también debieran ser no-no— sino al mar que origina Delta Amacuro.  De eso no dice nada.  ¿Por qué?  Porque así no tienen que contradecir a la calamitosa momia cubana, que tan lejos como en la década de los 80, ya había tomado partido por Guyana.  Nuestra política exterior, en manos de “diplomáticos a las carreras”, como Jaua, ya no es para fortalecer al Estado, es para complacer los intereses de los cubanos y del Foro de Sao Paulo.

En lo que sí apoyo al caucagüense es en eso de que hay que crear “un organismo de las Naciones Unidas que trabaje en función de garantizar el derecho a la privacidad y el poder comunicarse sin intercepciones, para todos los habitantes del planeta".  Porque los venezolanos saldríamos ganando: el régimen tendría que dejar de pinchar nuestros teléfonos, allanar ilegalmente nuestras propiedades y censurar lo que dicen los medios…

Perfidia


Conversando recientemente con un querido amigo, este empleó una palabra que, aunque es bien conocida, poco es empleada en el lenguaje diario.  Pero que creo que viene como anillo al dedo para definir la circunstancia nacional actual: “perfidia”.  Los venezolanos usamos la palabra apenas cuando cantamos el viejo bolero que lleva ese título y cuya letra empieza con: “Nadie comprende lo que sufro yo, canto pues ya no puedo sollozar.  Solo, temblando de ansiedad estoy…”  Se me ocurre que también esos versos suenan a realidad venezolana: nos consolamos de la dura situación resignándonos, evadiendo la verdad, haciendo chistes; ¡canturreando, pues!

El amigo, Federico Fuentes la empleó para calificar a lo que hacen los jerarcas actuales que, sin aprobar satisfactoriamente lo del manejo de la Hacienda Pública en estos largos quince años, sobreviven hipotecando el país a potencias extrajeras, las cuales exigen cada vez más.  También cubrió con el término derivado, “pérfidos” a los áulicos que hacen loas porque el régimen (no la nación) tendrá dinero fresco para seguir malbaratándolo entre sus clientes, sin nada de transparencia y sin poder mostrar avances en el desarrollo del país.  Esos soslayan la realidad: estamos encadenados a los chinos con préstamos sobre préstamos, los cuales hacen que nuestros tataranietos, sin haber nacido, ya estén graduados de deudores.  No está de más recordar que los de los ojos rasgados no son ningunas monjitas de la caridad en lo que a negocios se refiere.  No en balde tienen más de treinta siglos en eso, en prestar y cobrar intereses.

Tampoco está de sobra recordarles a esos que se alegran y tiran cohetes porque Girafales fue nuevamente a mendigar, dejando en prenda más riquezas del subsuelo venezolano, cuál es el significado de la palabra usada por Federico.  Según el mataburros, “perfidia” es: “Deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida”.  Por lo que “pérfido”, en consecuencia, es aquél que es desleal, traidor, que falta a la fe que debe.  Eso de cometer discursos ante la masa ignara, haciendo ver que el tipo busca rellenar las arcas para poder seguir proporcionándoles “misiones”  (“canonjías” sería mejor término), es una canallada política y una torpeza moral, no importa como la disfracen.  Recurren a más préstamos y a ese tipo de discursos porque se ven perdidos en las venideras elecciones y necesitan correr la arruga hasta el año que viene; nada más.

Pero la perfidia también ocurre en otros campos del proceder gubernamental.  Por ejemplo, cuando se recurre a los manidos argumentos —copiados del difunto— de: “me quieren matar” y “están fraguando un golpe”.  Ante esos “argumentos”, tendemos a contestar con un encogimiento de hombros y un “ahora, cuéntame una de vaqueros”.  Pocos se dan cuenta de la bellaquería de esas afirmaciones; porque, además de emponzoñar a los de mentes más lábiles, para poder justificar sus asertos, tienen que inventar “asesinos” y “golpistas”, pobres venezolanos a quienes ponen presos sin razón ni justicia.  Sumados, todos los intentos de magnicidio reportados —uso la palabra con repugnancia, porque el padre y el hijo nada de magnos tienen— son más que los alegados por Fidel en su más de medio siglo de tiranía.  Alguien, por “Aporrea” dejó claro que ni los rojos les creen: “La afirmación que ustedes hacen es una necedad incomprensible para los que conocemos la historia de nuestro país (…) están haciendo el papel de tontos con esa afirmación tan descabellada tan solo para complacer a los que tienen ese jueguito dentro del gobierno (…) están quedando muy mal parados con su militancia (…) el mismo gobierno se está dando un auto golpe (…) se lo está dando al pueblo cuando va a los expendios (…) y no consigue nada. Y cuando los consigue tienen que hacer larguísimas colas para obtenerlo. (…) Este es el verdadero golpe camaradas y se lo está dando el gobierno al pueblo”.

Perfidia es lo que comete la fosforito al negociar —al borde de una cama, por cierto— con los pranes de las cárceles: con el “Mocho Edwin”, por ejemplo, concierta el hacerse la desentendida por los asesinatos que este cometió.  La muy infame, al afirmar con descaro que lo que sucede en los penales es culpa de “la herencia maldita que nos dejó la Cuarta República”, trata de salirse por la tangente y obvia que ya tienen desmandando el equivalente de tres períodos presidenciales de los de antes…

Perfidia es que el Inmaduro haya visitado oficialmente a Guyana cuando ya era del conocimiento público que ese país había dado concesiones petroleras en las aguas que están en contención con Venezuela por la zona en reclamación.  Y para “más piol” sale a declarar que lo del diferendo no tenía razón de ser porque era solo causado por unos “intrigantes”.  Les dio a los guyaneses, en bandeja de plata, razones para un “estoppel”. 

También es perfidia que algunos de los asesinos que actuaron en la masacre de El Encanto hayan formado parte del régimen actual Y que los restos de algunos de ellos hasta hayan recibido homenaje en el Salón Elíptico.  Lo recuerdo hoy porque esta semana se cumplen 50 años de ese asesinato múltiple.  Para los de mala memoria, les refresco que ocurrió cuando un comando comunista ejecutó a cinco guardias nacionales cuyo único pecado era ir dando protección a las familias que iban de excursión a ese parque.

Si lo todo anterior no es traición a la patria, se le parece bastante…

Lacrimosa

Hace algunos días, el noticiero nos trajo, la imagen, las palabras y los sollozos de una madre que, en la puerta de la morgue, esperaba el cadáver de su hijo, otro asesinado más en la espiral ascendente de violencia que amenaza con acabar con Venezuela.  Narraba —con esa mezcla de impotencia, dolor y rabia que ya es frecuente ver en otros deudos que hacen la misma dolorosa cola delante del tanatorio— que se lo habían matado malamente (como si hubiese otra manera de ser matado) para quitarle el dinero cuando regresaba al cerro luego del trabajo; que era bueno y que no tenía vicios; que deja una hijita recién nacida; que era quien la ayudaba para poder comer y vivir.  Las lágrimas que le corrían abundantemente a la doliente, me hicieron recordar unos versos de “La Dolorosa”, una zarzuela de José Serrano.  Son aquellos en los que, Rafael, el protagonista narra acerca de otra madre, la Virgen María, que va hacia el lugar donde se encuentra su hijo muerto: “Por un sendero solitario, la Virgen Madre sube. Camina, y en su cara morena —flor de azucena que ha perdido el color—, y en su pecho lacerado, se han clavado las espinas del dolor.  Su cuerpo vacilante se dobla al peso de la pena, pero sigue adelante (…) Mujer y madre, de todo el mundo lo más sagrado (…) Y llora su callado tormento por un lamento que no puede vencer.  Es el grito desgarrado, arrancado a su parte de mujer…”

Las imágenes de la televisión y la descripción que hace Rafael de María subiendo hacia el Calvario me pusieron el alma chiquitica porque sufrir la tragedia de perder un hijo —Dios me libre— debe ser el dolor superlativo.  Eso es lo que me han hecho saber, más de una vez, las madres de entre mi familia y mis amistades que han sufrido esa calamidad.  El estado de ánimo en el que estaba me llevó a poner la “Misa de Requiem” de Verdi en el tocadiscos.  Lo que buscaba, aparte de recobrar la calma emocional que se me había alterado, era dedicarle a la llorosa madre una de las partes, la “Lacrimosa”, para que llegue a entender que Dios, como es justo, ha de complacer la plegaria Huic ergo parce, Deus, pie Jesu Domine, dona eis requiem” (Así que ten piedad, Dios, con él; compasivo Señor Jesús, otórgale el descanso) y ya lo tenga en Su seno. 

Pero también quisiera que para con los asesinos —y especialmente para con quienes han dejado que el estado de cosas relacionadas con la inseguridad haya llegado a esta deplorable situación— el Señor cumpla con lo que sigue más adelante en el Dies iræ”: Quantus tremor est futurus, quando iudex est venturus, cuncta stricte discussurus!”  (¡Cuánto terror habrá en el futuro cuando el juez venga a juzgar todo estrictamente!)  Porque no pueden irse lisos a gozar en islas paradisíacas de sus fortunas mal habidas —ya que irse para Cuba, a sufrir peores estrecheces que las que sobrellevamos aquí, no está entre sus planes; ¡ni locos que fueran!  Tienen que pagar su insensibilidad ante las lágrimas de miles y miles de madres, sus latrocinios que hicieron que tantos y tantos venezolanos hubiesen tenido que meterse a malandros y asesinos porque nunca fueron instruidos en el trabajo y el civismo; su ineptitud criminal,  que no los dejó implementar no uno solo de los más de veinte “planes de seguridad” que ofrecieron.

Todos le estamos debiendo una muerte a Dios, según explica uno de los personales shakesperianos; pero uno debe pagar cuando le toca, no cuando un malandro —aprovechándose de la incuria oficialista— decida.  Que fue lo que le pasó al humilde muchacho del barrio que yacía entre muchos otros en Bello Monte.  En todo caso, no está de más que recemos —ahora no en provecho de la madre ni del muchacho, sino en el nuestro — otro pedacito del “Réquiem”: “Ingemisco Ingemisco tanquam reus; culpa rubet vultus meus; supplicanti parce, Deus”. (Gimo, gimo como pecador;  la culpabilidad me hace enrojecer la cara; suplicante te ruego, sálvame, Dios).

No solo Verdi compuso una magnífica misa de difuntos;  otros músicos notables —vienen a mi mente Mozart  y Berlioz— también nos regalaron hermosísimas composiciones en ese estilo.  Casi todas tienen en común la letra; porque se apegaron estrictamente a los textos de la liturgia católica para ese tipo de conmemoraciones.  Una excepción fue Brahms; en su “Réquiem Alemán” dejo de lado la tradición ritual y empleó solo contenidos del Nuevo Testamento.  Lo que quería era no tanto expresar duelo, manifestar dolor de haber pecado y hacer solicitudes del perdón  sino llevarle consuelo a los dolientes.  Las frases que a mí me dan más aliento  son las que saca de la Primera Epístola de Pablo a los Corintios: “…cuando este cuerpo mortal haya sido revestido de inmortalidad, se cumplirá la palabra que está escrita: la muerte ha sido devorada por la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿do, oh sepulcro, tu triunfo?”