sábado, 27 de julio de 2013

Un creciente agotamiento moral

Me robo descaradamente la frase del título, pues fue empleada hace dos meses por Marcos Aguinis, el columnista argentino que les he recomendado varias veces.  Él la usó para describir el sofoco en que se encuentran sus paisanos; uno que, me parece, entre los venezolanos se multiplica por diez.  Decía: “Ya no es sólo dolor por la inflexible decadencia política, económica y social, sino cansancio. Agotamiento. Nos hundimos sin haber sido ocupados por potencias extranjeras, ni haber padecido tsunamis catastróficos, ni ser masivamente asesinados por epidemias bíblicas, ni quemados por la lava de los volcanes. Nos hundimos por propia voluntad, al haber entregado (…) el timón de nuestra nave a una variopinta legión de malos o ineficaces dirigentes”. 

Si por allá llueve, por aquí no escampa.  Porque aquí lo que impera es la avilantez desde el poder.  A todo, quieren  sobrepasarlo a punta de audacia y bravuconada; para nada les sirven la ilustración, la mesura, los escrúpulos.  Pareciera que más bien les estorbaran.  Pero, ¡claro!, si el jefe del gobierno —de hecho, que no de derecho— no logró graduarse ni de bachiller porque lo botaron del Espelozín, ¿qué quedará para los demás?  Y como que no se le ha quitado, porque casi le pega a la anciana que le insistía en un reclamo público.  Solo en el último instante se contuvo y contuvo a los espalderos que iban con él a caerle en cayapa.  Por lo menos, y para consuelo de Aguinis, en Argentina tienen de presidenta a alguien que puede mostrar un diploma universitario —parece que “trucho”, como dirían por allá; “chimbo”, como decimos por aquí— pero lo tiene…

En todo caso,  a Venezuela la están matando porque —a falta de ilustración, decoro y capacidades gerenciales en la cúpula — las decisiones se toman por impulsos biliosos.  La teoría del derecho administrativo exige que todos los actos oficiales estén “motivados”; vale decir, que debe explicarse las razones para la toma de una decisión.  En la práctica, el “porque me sale del forro” pareciera ser la respuesta más común.  Con frecuencia vemos que las faltas de respeto, las descalificaciones  y las acusaciones mentirosas son las armas preferidas del régimen.  No explican razones; no se preocupan por convencer.  Repito la pregunta que he hecho varias veces por aquí: si el socialismo es en verdad tan bueno, ¿por qué tienen que intentar hacérnoslo tragar a carajazos? ¿No dizque se agarran más moscas con una cucharadita de miel que con un tonel de vinagre?

Los desdoros e irrespetos no los limitan para usarlos en contra de quienes, dentro del país, nos atrevemos todavía a pensar distinto a como ellos quieren; sino que los disparan contra cualquier dignatario extranjero que decida actuar diferente a como el régimen deseara.  En eso, siguen el patrón que impuso el difunto al calificar a Condoleezza Rice de analfabeta; ¡por Dios, ella sola tenía más doctorados que todo el gabinete criollo!  Lo más reciente —¡cómo me gustaría poder escribir: “lo último”!— ha sido la calificación que hizo Porahora del presidente de España como “muy corrupto” y “brazo financiero de la derecha fascista” .  Y al presidente de Chile, como dice el refrán, “no le dijo perro, pero le mostró el bozal” al sugerir que estaría complotando con Capriles para  una aventura golpista; nada más que porque ambos cenaron juntos en casa de un amigo mutuo.  Al lado de eso, resulta una menudencia que haya llamado “gringos” —teniendo esa palabra una clara connotación derogatoria—  a los únicos que le pagan de contado el petróleo.  Si el inmaduro no sabe que existen ways and means en las relaciones diplomáticas, por lo menos debiera recordar que hasta su padre putativo, el insepulto, más de una vez se tuvo que tragar sus insultos delante de varios mandatarios extranjeros.  ¿Qué pasaría si Obama les pidiera a las petroleras que retuviesen por unos días los pagos de sus facturas y que trancasen los envíos de gasolina por un par de semanas?  Todos empezaríamos a pasar más roncha que actualmente.  Y por culpa de un bocón.

Termino con otras palabras de Aguinis: “…asfixia la situación imperante.  Desde el poder se trabaja para bloquear los caminos del pensamiento crítico, la iniciativa individual, el mérito, el esfuerzo genuino, la decencia y el imperio de las leyes.  No cesan las iniciativas para llenar de trampas y moretones a nuestra tambaleante democracia, convertir a los legisladores en milicos obsecuentes y a muchos de los jueces en encorvados siervos.  El tango "Cambalache" alcanza tanta vigencia que corta la respiración. (…) Es penoso observar los discursos presidenciales por la cadena nacional. (…)  Deprime ver a hombres y mujeres convertidos en aplaudidores y sonreidores indignos que festejan hasta los errores.  ¿No temen que sus hijos y nietos algún día les pidan rendición de cuentas?  (…)  ¿Tanto les cuesta mirar el horizonte?  En este aquelarre de despropósitos, corrupción, aprietes, ineficiencia administrativa, destrucción, incoherencias y mentiras, se nos está deshaciendo la República”.

Bastantes se los dijeron…

Fueron muchos los que alertaron a los mandatarios del Mercosur acerca de los peligros de aprobar la solicitud del régimen venezolano para ser miembro de esa organización.  Hasta la saciedad se les advirtió acerca de que el fin último del difunto y sus secuaces era, no tanto asociarse para dinamizar el comercio regional —porque, en fin de cuentas, los rojos le tienen declarada la guerra a muerte a los “burgueses”— como para utilizar ese foro como amplificador de las propuestas de eso que dizque es un “socialismo del siglo XXI”.  Pero pudo más el afán de conseguir petróleo a precios preferenciales.  Hay que añadir que también influyeron —y mucho— Kristinita y los gánsteres que la acompañan en la Casa Rosada por las “afinidades ideológicas” que comparten con la robolución: el gobierno debe acaparar todos los poderes, es válido usar el poder para enriquecerse, hay que buscar perpetuarse en el mando, etc.

En todo caso, triquiñuela de por medio, deshaciéndose de Paraguay temporalmente, metieron por la puerta de la cocina a Venezuela.  O eso creían ellos.  Lo que metieron fue un regalo griego, un caballo de Troya, del cual van a salir los que van a tratar de convertir esa organización comercial (recuerden sus siglas: MERcado COmún del SUR) en un instrumento más de las viudas del la Tercera Internacional.  Claro que no lo harán al estilo de Ulises y sus muchachos, pasando a degüello a los que defensores de la ciudad, sino sibilinamente.  O, por lo menos, esa era la idea.  

Pero el descaro, o la estupidez del Inmaduro, lo llevaron a descomedirse en su cuenta Twitter y proclamar: "Vamos (…) abriendo el Camino del Socialismo Cristiano NuestroAmericano"(parece que ya se cogieron a Hispanoamérica).  E hizo más: convirtió los discursos de asunción de la presidencia y de cierre de la cumbre en descarados alegatos tipo lo que Bacon llamaba “idola fori”; meras apelaciones a la multitud ignara, sobándola con cosas que no entienden, ni les interesan, pero que les calientan la sangre.  Los temas del intercambio comercial, y de los problemas a lo interno de Mercosur que hacen difícil que este funcione como debería fueron soslayados, sacrificados en aras del populismo.  Para los mandatarios presentes —también populistas, desde el ignorante cocalero del altiplano hasta la perfumada Dilma, tan necesitada hoy de apaciguar sus masas— era más provechoso hacer una batahola con lo del soplón anclado en Moscú y con lo de "exigir explicaciones y disculpas públicas a los países de Europa que agredieron a nuestro hermano Evo".  Todos ellos, ¡felices! Es el síndrome de “el muchacho que es berreón, y el aya que lo pellizca”.  Para ellos, lo importante no es redimir a sus poblaciones por la vía de unos intercambios comerciales más normados, más eficientes y más dinámicos, sino mostrarse más retrecheros ante el imperio.

¡Esos no son temas para tratar en Mercosur!  Nada de eso tiene que ver con las economías regionales.  Para eso tienen ALCA, Unasur y OEA.  Todos ellos ya secuestrados y convertidos en clubes de presidentes; en lugares donde solo se defiende a los mandatarios —sin importar la barrabasada que hayan cometido—, no lo que sea en verdad importante para las naciones enteras.

Y el discípulo incapaz (como lo llamó con certitud el padre Ugalde) no podía dejar de hacer el ridículo mientras estaba en los actos: creyendo que aparecía ante una junta comunal en Cabrutica, se volvió a disfrazar de bandera, poniéndose una bufanda tricolor para leer los discursos y para el “retrato en familia” (nunca mejor dicho ese sintagma).  ¡Qué vergüenza sentimos todos, Nicky!  Lo que provocaba era cubrirse la cabeza con una bolsa de papel marrón, con un par de huecos para poder ver.  ¡Eso no se hace, vale!  ¿Qué tal que los otros se dedicaran a imitarte?  Difícil, porque la KK no se quita el negro (aunque dicen que una de las prerrogativas del vicepresidente Boudou es desabrigarla).  El Pepe se vería más rechoncho con un chaleco a rayas horizontales blancas y celestes; y Dilma ni de vainas se va a vestir de verde con un globo azul estampado en la barriga.  Porque ella habrá sido guerrillera, pero se sabe vestir con comedimiento.  El único que si pudiera disfrazarse sería el cocalero: con una chaqueta con los cuadros multicolores de bandera “plurinacional” que están tratando de imponer por sobre el rojo, amarillo y verde legales.  ¡Y se vería de lo last! 

Otrosí
Mucha gente se apresuró en darle un cheque en blanco a la nueva MinPoPoDef, creyendo que iba a ser más institucionalista que el ministro saliente (aunque, con él, eso no es muy difícil).  Después de su discurso, ya a muchos se les cayó la ilusión.  Y, por cierto, m’ijita, tú no eres “soldada”.  El sustantivo “soldado” no admite género femenino.  “Soldada” es el estipendio que se le cancela a la tropa; nada más…

De espías, soplones y otras especies

La noticia de esta semana es el pugilato que mantienen varios países donde campea el irrespeto por los derechos humanos por ofrecerle asilo a míster Snowden.  Lo de las “razones humanitarias” no se lo cree nadie.  Lo que los mueve es el afán de, como dicen los gochos, “darle en la jeta a los gringos”.  Si son tan “humanitarios”, ¿por qué no han soltado a Simonovis?  Para justificar ese “humanitarismo”, catalogan al sujeto como un espía que vio la luz —o sea, un nuevo Saulo, camino de Damasco.  Nada de eso.  Hay que precisar los términos.  Que es lo que intentaré hacer en lo que queda de espacio, aunque peque de políticamente incorrecto. 

Comienzo diciendo que el añejo Diccionario Militar de Cabanellas define como “espía” a “quien por oficio o patriotismo se dedica a observar secretamente lo que ocurre (…) con objeto de comunicárselo a aquel que se lo ha encargado”.  Algo así como lo que Mario Silva pensaba que era él, pero con la diferencia de que no pasaba de ser un piche y despreciable “sapo”.  Los primeros espías de los que conocemos aparecen en la Biblia.  Moisés, en ruta hacia la tierra prometida, manda a doce hombres a averiguar los detalles del terreno y los ocupantes de Canaán.  Estos regresan informando que en esa tierra, en verdad, los ríos fluyen con leche y miel.  Empero, diez de ellos alertan de que sus habitantes son tan poderosos que seguramente derrotarían a los judíos.  Dos, por el contrario, sugieren atacar.  Moisés dejó que Jehová se encargara de los diez, y a Josué y Caleb, los dos que alentaron la incursión fueron premiados con el mando de las tropas.

Para desinformar, los del régimen —así como Nicaragua y Ecuador, dos de los chinches que chupan nuestra sangre— dibujan al Snowden como un James Bond buena nota, virtuoso en sus denuncias contra el imperio  ¡Nada de eso!  Es un tipo que ha traicionado a su propia nación al revelar secretos de Estado que él había jurado proteger.  No es nada diferente a los americanos Ethel y Julius Rosenberg o los británicos George Blake o Michael Bettaney, quienes durante los tiempos de la guerra fría entregaron secretos a la Unión Soviética.  Y lo pagaron, por traidores.  Al romper el juramento que lo ataba, Snowden ha dejado en posición precaria a todos los agentes y todas las agencias colectoras de inteligencia.  Y ha destruido la confianza entre unos países aliados que, después del atentado de las torres gemelas, habían comenzado a compartir informaciones como nunca antes, siendo que sus organismos de inteligencia tan recelosos.  Ahora lo pensarán dos veces.  Y eso juega a favor del enemigo…

Si Snowden llegase a manos de sus connacionales sería juzgado en tribunales imparciales y con un jurado de doce de sus pares.  Porque allá, la Justicia es respetada.  E independiente.  Que es muy diferente a lo que sucede por estos lares, donde la develación de secretos se paga, presumiblemente, con la vida.  Si no lo creen, basta con recordarles al suboficial que parece que “se cayó” de un alto piso en Fuerte Tiuna.  Cosa que no le pasará a “sapo-drogo”, porque, en fin de cuentas, él lo que estaba era reportando a su superior jerárquico.  Que fuese cubano, no importa: todos los altos jerarcas obedecen los mandatos de La Habana…

A este régimen le queda muy cuesta arriba de hablar de “asilo humanitario” y de “derechos humanos” cuando, en otra violación más a la Constitución, graba a diestra y siniestra conversaciones privadas y “hackea” los correos de los opositores.  E intenta usar esas grabaciones ilegales en los tribunales, siendo que son, en puridad del derecho, “frutos del árbol prohibido”. 

Otrosí
Mis últimas líneas sean para despedir al Cónsul General de Portugal en Valencia, el doctor Antonio José Christêllo Tavares, quien regresa a su patria mañana.  Y podrá hacerlo con la frente muy en alto porque en el descargo de sus funciones fue un crédito para su país.  Por razones diversas, siempre he estado ligado a las diferentes colonias extranjeras y sus representantes.  Y puedo certificar que el doctor Christêllo Tavares ha sido el mejor de todos los cónsules que he tenido el honor de conocer.  Desde el mero inicio, convirtió la sede del consulado en un lugar para el disfrute cultural —y falta que nos hacía a los valencianos un lugar así luego de que las hordas rojas se  cogieron la sede del Ateneo y se robaron su excelente colección artística.  Conciertos de música académica, muestras pictóricas, conferencias sobre bellas letras, historia, geografía y otros temas parecidos fueron una constante en el consulado.  Al cónsul que llega no le será fácil igualar la labor del saliente.  Ojalá lo logre…  Don Antonio, prevejo que, em seu novo destino, você vai colher muitos lauros; tantos como aqui. Vamos lembrar você por muito tempo. Até logo! Boa sorte!

¿No les bastó con la estulticia del 24?


Parece que no se conformaron con la extravagancia chocarrera del 24 de junio, en lo que se suponía una rendición de honores a quienes en el año 21 nos dieron la libertad en ese campo, pero que devino en pachotada con malandros en moto y franelas partidistas, con profusión de banderolas y alabanzas que buscaban darle legitimidad a Por Ahora arropándolo con un muerto, y con un alto oficial haciendo descarada propaganda partidista encaramado en la torreta de un tanque.  Este último solo se diferenciaba de los primeros, en que aquellos llevaban las consignas por escrito es sus camisetas y este las vociferaba en cadena nacional a sabiendas de que estaba cometiendo una felonía al desoír voluntariamente lo que pauta el Art. 328 de la Constitución: que la Fuerza Armada Nacional es una institución “sin militancia política” que “en el cumplimiento de sus funciones está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. 

Razón tiene Chúo Torrealba al comparar a esos altos mandos con los malandros que desde las escaleras que conducen al cerro despojan de sus pertenencias a los que transitan por ellas: unos y otros actúan basados en que tienen la  fuerza y a sabiendas de que nada les va a pasar por esos delitos.  O, por lo menos, eso creen; porque saben que el Ministerio Impúdico y el Tribunal de la Suprema Injusticia se hacen los locos con esos desmanes… Razón también tenía Pascal al aseverar aquello de que “la fuerza, sin el freno del derecho, es despótica”. 

Pero, repito, pareciera que al régimen y sus comparsas no les fue suficiente con ese “acto”.  Que llenó de vergüenza a quienes portan, y portamos alguna vez, uniformes con la certeza de que solo mediante la recta institucionalidad de sus integrantes es que la institución armada puede ser garantía de verdadera patria.  Por las muestras que dieron el domingo durante las ceremonias de ascensos a grados medianos del escalafón, ya se puede suponer qué es lo que devendrá durante la ceremonia de ascenso a generales y almirantes, y el desfile del cinco de julio.  Inicialmente, había escrito “el Día de la Independencia”, pero lo borré porque ya la perdimos, ofrendada por el comandante dizque “eterno” y sus sigüíes —con la complicidad de los altos mandos— a sus amados Fidel y Raúl…

Si ya el tal MinPoPoDef, en uno de los actos del domingo, tuvo la avilantez de afirmar que el deber de la FAN es “mantener incólume la lealtad a la revolución", ¿qué otra afrenta al honor militar no cometerá en los actos por venir?  Los galones de almirante en jefe les quedan grandes a ese que no parece oficial sino operador político.  Los oficiales de la Armada deben estar tragando muy grueso al ver que, en 200 años de historia naval venezolana, la única persona que porta (“detenta”, sería mejor verbo) ese grado no es un marino sino un infante que marea abordo.  Pero, ¡bueno!, este es el país donde Dios le dio cachos al burro…

Y el Ilegítimo, no se quedó atrás, demostrando por qué todo el mundo lo conoce como Inmaduro.  Adornado (o eso cree él) con una boina roja —si al difunto le gustaba más un micrófono que una mujer desnuda, a este le gusta más un cubre-cabeza que una ídem—, tuvo la osadía de auspiciar   "…una Fuerza Armada antiimperialista, socialista, (…) y profundamente chavista”.  Y lo remachó “Cuando decimos que tenemos una FANB profundamente chavista” y blablablá…

A los militares de pundonor —que deben abundar, pero que se han visto obligados a mantenerse desenfilados— esas arengas les resbalan.  O, cuando mucho los hacen surgir soflamas en la cara.  Pero a los otros, los asustadizos, hay que recordarles la forma sacramental por la cual se juramentaron como oficiales: “Prometéis a Dios y a la República, en presencia de la bandera, defender la Patria y sus instituciones…”  Por ninguna parte aparecía: “el partido de gobierno y sus malhechores”.

Remato, “fusilando” una vez más a un amigo a quien reconozco muchos méritos en defensa de lo correcto, Luis Betancourt Oteiza: “Queremos pensar que nuestros generales y almirantes son más fanáticos que bandidos; más convencidos que corruptos. No puede haber otra explicación para una traición tan deleznable por evidente; tienen que explicar a sus mujeres e hijos que lo que hacen es por un ideal y no por un beneficio. Lo contrario sería denostar de su condición de soldados y confesar su ruindad personal. Pero ¿y si no es así? ¿Y si actúan movidos por miedo? ¿Por el miedo a perder sus posiciones y favores inherentes? ¿Por no ser tomados como fieles serviles al mandón? ¿Qué cuerpo de generales y almirantes tenemos en nuestras FAN?”

Yo creo que son más lo segundo que lo primero, don Luis…

Paralelismos

Noticias aparentemente disímiles sobre hechos que acontecieron esta semana dejan ver, sin embargo, un paralelismo asombroso en el accionar del régimen.  Digo que tienen paralelismo porque ambas parten de la visión totalitaria del Estado que a cado rato demuestra la nomenklatura.  El suyo es un enfoque en el que se piensa que el Estado es el dueño de los ciudadanos, siendo que lo correcto, lo debido, es todo lo contrario: que el Estado es un invento de los hombres para que estuviera al servicio de ellos.  Cualquiera otra forma de pensar es nazismo, bolchevismo, fascismo o una mezcla indigesta de esas aberraciones políticas.  Les propongo que analicemos, inicialmente, los casos de la prohibición a la juez Affiuni a expresar su pensamiento públicamente y del intento de regimentación de la lactancia de los infantes.

El colmo del chantaje judicial en el caso de la juez es que, luego de pasar más de tres años y medio como presa del régimen por una orden inicua del “comandante eterno” —pero que se murió—, se le imponga como medida cautelar un impedimento para dar declaraciones y expresar sus opiniones a través de las redes sociales.  Sin especificar nada más.  O sea, que la cuasi-interdicta no pudiera asomarse por Facebook siquiera para decir: “muy buenas las tortas que hace María”, o tuitear: “creo que va a llover hoy”.  Dicho por todo el cañón: esa juez le ha conculcado a la sufrida señora el derecho que le garantiza el Art. 60 constitucional a expresar su pensamiento sin que pueda establecerse censura.  Ya con  Álvarez Paz, Lázaro Forero y otros se había intentado prohibiciones de opinar sobre el curso de los juicios que se les seguía —cosa que tampoco es legal porque si a alguien se le ha vilipendiado por los medios de la “hegemonía comunicacional”, tiene derecho a refutar esos infundios ante la sociedad toda— ¡pero ahora es hasta por las redes sociales!  Repito: el colmo del chantaje; sobre todo, porque se le hace a una colega.

Pero eso no es sino la imitación de lo que se hacía, y se hace, en los regímenes totalitarios.  Ya tan temprano como en 1934, los jueces y fiscales alemanes expresaron: “Hitler es la Ley”, “la Ley y la voluntad del Führer son la misma cosa”.  Los actuales jueces “bolivareros” —que no poseen articulación verbal alguna— se restringen a gritar: “Uh, ah!” y a pasar sentencias contra natura…

De igual trascendencia e idéntica aberración es el intento de controlar el amamantamiento de los infantes.  Solo eso justifica una ofuscación tan descaminada por parte de unas diputadas que saben —porque deben ser madres, excepto la marimacha que golpeó a María Corina— que el amor que vincula a las madres y sus retoños las impulsa a darles la teta.  Ellas son las primeras interesadas.  Porque quieren ver a sus hijos crecer fuertes y sanos; porque el acto de amamantar es placentero para ambos; y porque saben que si no lactan, corren el riesgo de una mastitis por la leche que se les pudre dentro del seno.  ¡Pero, no! Tienen que afincarse en contra de la ley natural porque lo que el régimen quiere dejar ver es que los hijos son no de los padres sino del Estado.  Por esa  senda ya también anduvo el III Reich.  El seis de noviembre del 33, Hitler dijo en un discurso: “Yo digo tranquilamente: sus hijos me pertenecen ya (…) están en un nuevo campo.  En poco tiempo ellos no sabrán más que de esta nueva comunidad”. 

El problema con esos intentos de lograr unas generaciones mejores por la vía de la subrogación estatal es que, al ratico, ya se empieza a pensar en formar súper-razas.  Y más tardecito, para llegar a ellas, se apela a la eliminación de los que nacen mental o físicamente menos favorecidos.  Se llega a la abominación de crear programas como el malhadado “Aktion T4”, por el cual se llevaba a los tarados alemanes a un hospital en Baviera para ser asesinados e incinerados.

Paralelismos como los antes comentados abundan, pero me quedan menos de cien palabras.  O sea, que tengo holgura solo para señalamientos telegráficos; dejo a los lectores el encontrar parecidos: 1. Los bolcheviques acusaban a sus opositores de “espías trotskistas y fascistas”.  2. Los aduladores vuelcan sobre sus caudillos toda clase de tratamientos pomposos: Stalin era “El Más Grande Genio de Todos los Tiempos y Todas las Gentes”;  Mao era “El Gran Timonel”, y los cagatintas cubanos alaban a Fidel como el “Gladiador de la Verdad”.  3. Los golpistas elevan a efemérides sus acciones.  Todos los nueves de noviembre, los nazis celebraban el Putsch de la cervecería; su mayor atrocidad fue el progromo contra los judíos en la Kristallnacht del año 38. 4. Se apela con frecuencia a facciones paramilitares, tipo SS para imponer “el orden”.  ¡Y se acabó el espacio!



País de asimetrías

Los humanos estamos dados a pensar que las cosas simétricas son hermosas.  Porque seguramente nos parecen armoniosas, bien ordenadas, previsibles.  Y en mucho, también porque nosotros mismos somos simétricos. Aunque no del todo; más bien pudiera decirse que somos casi simétricos. Más por fuera que por dentro. La cara bella y graciosa de una dama no llega nunca a perfecta, ¡gracias a Dios!  Probablemente una ceja esté un poquitín más alta que su compañera, un lunar coqueto aparezca en una mejilla; la sonrisa se levante y se alargue más hacia un lado, etc.  Pero eso no hace sino añadir más atractivo a esa cara.  Lo mismo nos pasa cuando observamos los resultados de la arquitectura, desde las pirámides hasta el rascacielos más moderno que construyen en Shanghái; la flora y la fauna nos proveen otros ejemplos: una estrella de mar y una flor de girasol tienen simetrías radiales admirables.  Por el contrario, las cosas asimétricas nos parecen chocantes, las más de las veces, porque parecieran representar la discordia, lo contra-natura.  Rigoletto, amargado, canta: Oh rabbia! Esser difforme! Esser buffone!”  Ese saberse no bien proporcionado es lo que lo conduce a la ciega venganza, y por la cual muere, asesinada, su hija Gilda.

En fin, que estamos construidos para apreciar la armonía.  Por eso, es que tratamos de organizar nuestras sociedades en torno a ella y todas las normas que nos damos en búsqueda de ese objetivo, tratan de eliminar o reducir las chocantes disonancias que afearían el cuerpo social.  No en balde, la “egalité” era uno de los postulados de la Revolución Francesa.  Hasta nuestra Constitución la propugna; ya al mero inicio menciona a la “libertad, igualdad, justicia y paz” como elementos esenciales.  El problema se presenta cuando quienes, por deber y como función, deben buscar que esas virtudes sean el fundamento de la vida en sociedad, son los primeros en burlarlas.

Menciono algunas de esas asimetrías que son, además de una injusticia, un grosero cachiporrazo dado por el régimen al concepto de igualdad.  Y lo hago sin darle prelación a la importancia; las pongo como se me vienen a la cabeza.

Lo del “chip” para poner gasolina en la frontera.  Que hace poco trataron de extender a la compra de alimentos.  Ni el primero, ni el que se le acaba de chispotear al servil de Arias Cárdenas solucionan el problema del contrabando.  Este lo arreglarán cuando metan en cintura a las bandas de gánsteres uniformados que lo manejan.  Y cuando reconozcan que los absurdos diferenciales de precio en ambos rubros deben ser corregidos.  Pero, aunque sí funcionaran los fulanos chips, ¿es que los maracuchos y los gochos son menos venezolanos que los del centro del país?  ¿Qué tienen los cojedeños o los guariqueños de más que ellos para poner gasolina o comprar comida (cuando la encuentran)?  Es una desigualdad chocante e injusta, nada más.

Las ONG venezolanas, por más admirables que estas sean —Caritas y Fe y Alegría, por ejemplo— no pueden recibir donaciones de organismos extranjeros so pena de desaparecer como instituciones y convertirse sus directores en reos.  Pero el régimen se siente en la plena libertad de regalar los dineros públicos —dineros que hacen mucha falta en hospitales y escuelas venezolanas— a cuanto régimen muerto-de-hambre —pero compañero de ruta— aparezca en el horizonte con la promesa de votar a favor de cualquier loquetera que presenten Nicky y asociados en la OEA.  A cuanta fundación de medio pelo que venga con la mano extendida, se les da.  Inclusive hasta a las Madres de Plaza de Mayo —que tienen tanta plata como Kristina Kirchner, que ya es mucho decir— les han “colaborado”

Si Capriles hace una visita pri-va-da al presidente Santos, los ayatolas miraflorinos se rasgan las vestiduras y hasta que casi corren el riesgo del ridículo de volver a mandar a la frontera “diez batallones de tanques” (que no tenemos, y que los que tenemos no tienen operatividad).  Pero, paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio, sí reciben o-fi-cial-men-te en palacio, con alfombra roja a sus amiguitos de las FARC.  Y los trasladan a Cuba en aviones oficiales, y los fornecen con armas y municiones, y les proporcionan “campamentos vacacionales” en esta ribera del Arauca vibrador.

En un país donde —por indolencia, incapacidad y dejadez de los mandos de Pdvsa— no hay gas, en un país en el que hay que comprárselo a los para ellos odiosos colombianos; los compradores de carros nacionales tienen que pagar extra por la instalación de un sistema de alimentación a gas que no sirve sino para inhabilitar la mitad del maletero. ¡Ah, pero si es uno de los que mandan sus amiguitos iraníes o chinos, no hace falta! Más asimetría.

Se me acaba el espacio.  Alguien que, por favor, me acuerde de que la próxima semana debería hablar de algunos paralelismos.  Chau…


De la naturaleza de las cosas

Hoy quiero darme el gusto que no pude la semana anterior, cuando me tocó dispararle al MinPoPoDef por admitir paladinamente que hay 1500 espías cubanos actuando dentro de nuestra institución armada.  Voy a comentar acerca del De rerum natura de Lucrecio, un libro que —después de estar perdido por más de diez siglos— ha condicionado fuertemente la mentalidad occidental actual. 
Quien me recomendó leerlo fue el Dr. Édgar Sanabria, nuestro profesor de Filosofía en el último año de carrera —en esos tiempos, la “Superioridad” se preocupaba por dotarnos de una formación lo más completa posible.  En 1858, el “Flaco” Sanabria era miembro de la Junta de Gobierno que se encargó del Poder Ejecutivo luego de la huida del general Pérez Jiménez.  Pero no por eso dejó de dictarnos cátedra.  La única diferencia con las clases que daba antes era que, ahora, había un edecán sentado en el último pupitre.  En su primera después de llegado al poder, llegó con su característica sonrisa y un revólver en la mano, diciendo: “Al que se duerma, lo despierto de un balazo”.  A la hora del receso, iba al comedor de oficiales a tomar café y, frecuentemente, el alférez de guardia lo acompañara para conversar.  Una vez me tocó a mí y yo aproveché para preguntarle por qué, siendo que nuestra alma es eterna, sentíamos tanto temor ante la muerte.  Fue cuando me recomendó el libro.  Que no conseguí en librería alguna.  Tuve que leerlo en la Biblioteca Nacional, por cuotas, durante mis salidas de fin de semana.  Solo lo pude comprar unos doce años después, cuando estaba haciendo un post-grado en Northwestern University.  Me lo encontré revisando los libros de segunda mano que venden muy baratos en las bibliotecas universitarias.  Y lo tuve hasta que lo doné al Seminario de Valencia junto con otros referidos a religión, filosofía y latín.  Pero ya basta de proemio, entro en materia.
El núcleo del libro es una profunda, terapéutica, meditación acerca del miedo a la muerte.  “Nada significa la muerte para nosotros” explicaba el autor.  Y añadía que pasar la vida entera en ansiedad por ese temor haría, sin duda, que la vida se nos escapase incompleta.  Porque no la disfrutaríamos.
Para llegar a esa inferencia, tomó lo que quinientos años antes de él propuso Demócrito: que todo lo que existe está formado por unas partículas indestructibles, pequeñísimas que no pueden ser divididas.  De allí su nombre: “átomos”.  Hoy, además de saber que eso es verdad, los hemos visto y hasta nos atrevemos a dividirlos; pero llegar a esa conclusión hace veinticinco siglos, sin tener posibilidades empíricas de probarlo, habla muy bien de la solidez del razonamiento de esos filósofos.  Lo que añadió Lucrecio a esa teoría fue algo que solo en el siglo XIX sistematizó y popularizó Darwin: que todas las cosas, incluyendo los humanos, han ido evolucionado durante millones de años; que en el caso de los organismos vivos se trata de un principio de selección natural; y que nada, desde un microbio hasta el sol que nos alumbra, durará para siempre.  Que solo los átomos son inmortales.  Que en un universo así no hay razón para pensar que la Tierra y sus habitantes ocupan el lugar central.  Que, por tanto, no hay posibilidad alguna de triunfar sobre la naturaleza y su constante hacer, deshacer y rehacer.  En esas afirmaciones se basa para proponernos cómo deberíamos vivir.  Nos dice que una forma de vencer el temor a la muerte es aceptando que uno, y todo lo que está a nuestro derredor, es transitorio.  Que, por ende, es correcto disfrutar de la belleza y evitar el dolor; que es legítimo cuestionar la autoridad y las doctrinas recibidas; que se puede vivir una vida ética sin necesidad de pensar recompensas y castigos post mortem.
Lo dice porque él es, a su vez, discípulo de Epicuro, un filósofo que ha sido malentendido por siglos, y hasta hoy.  Porque sus enemigos inventaron calumnias acusándolo de libertinaje. En realidad, Epicuro vivió una vida simple y frugal.  En una de sus pocas cartas que perviven, explica: “Cuando decimos que el placer es el objetivo, no nos referimos a los placeres (…) de la sensualidad. El febril intento de satisfacer ciertos apetitos —una sucesión ininterrumpida de beber y de juerga (…) de amor sexual (...) de disfrute de una mesa de lujo— no pueden conducir a la paz mental, que es la clave para el placer duradero”.
Yo tiendo a pensar así; creo que los humanos no tenemos paz porque sufrimos de apetitos indebidos, y que estos nos conducen hacia la envidia y otros pecados capitales.  Al tiempo, descuidamos los que más necesitamos para una existencia placentera: vivir con prudencia y honorabilidad, demostrar justicia, templanza y valentía; hacer amigos y ejercitar la caridad.  Lo cual es fácil de decir, pero…

Los pecados son muchos…

Tan ilusionado que estaba yo en glosar algo sobre De rerum natura, el libro de Lucrecio que —aunque paradójicamente poco conocido hoy— tuvo un gran impacto en la civilización occidental a partir del renacimiento.  ¡Y viene el sectario del MinPoPoDef a tirar la burra pa’l monte!  Nunca por mi mente pasó la idea de que pudiese existir un ministro más nefasto en ese despacho que José Temiente Rangel.  Y apareció este para ratificar que la estulticia es infinita.  Entre otras mentecateces —cuando apareció en el programa del sepulcro blanqueado mencionado antes— al defender su más que apego al estamento miliciano cubano, reconoció que “hay más de 1.500 oficiales de inteligencia en el país”.  Los venezolanos promedio sustituimos mentalmente el eufemismo y nos quedó claro que se refería a “espías cubiches que están aquí entremetiendo sus narices en nuestros asuntos”.  Con el beneplácito de él, que es quien debe asegurarse de que los organismos de inteligencia extranjeros no actúen por la libre.  ¡Tanto que hablan de lo muérganos que son la CIA y el Mossad, y callan en lo que es más palmario: que el G-2 mangonea entre nosotros!  Y que hay funcionarios, ¿será él uno?, que no dan un paso sin consultar a sus comisarios, y esperar las órdenes de estos.  Es el más claro ejemplo del síndrome de la radiografía: “No se mueva, no hable, no respire hasta que yo le diga”.

Pero ese no es su único pecado.  Los ha estado cometiendo desde mucho antes; por ejemplo, desde cuando decía discursos políticos en actos oficiales, primero en la Escuela Naval, después en la Comandancia de la Armada, y desde el primer instante en que, como premio a su continuo embeleco fue premiado con el cargo actual.  Uno, tan apegado a la meritocracia —cosa que desde hace quince años parece ser mala palabra en Venezuela—, tiene que preguntarse ¿cómo es que alguien que se graduó de penúltimo en su promoción pudo llegar a ser quien dictase las normas académicas en un instituto universitario, comandase un componente armado y debiese ser el encargado de implementar las políticas de defensa en pro de los altos objetivos nacionales?  Definitivamente, estamos en el país en que Dios le dio cachos a los burros.

Ahora anda con la añagaza de que se le va a dar cumplimiento a la instrucción que giró Fidel por boca de Nicky: organizar en milicias, entrenar y armar a dos millones de obreros.  Lo cual no pasa de ser una argucia más de los colonizadores en su afán de tratar de recuperar para la robolución las ingentes cantidades de trabajadores  y sindicalistas que se les fueron.  Lo que debiera hacer un funcionario que pusiese a su patria por encima de la seducción política es todo lo contrario: intentar pacificar a la nación, no enguerrillarla más.  Para eso, para acabar con la entronización de la violencia actual, lo primero que debe hacer es meterle el pecho a eso que llaman “los colectivos”.  Pero no, se hace el desentendido con los desmanes cometidos por los tupamaros, La Piedrita y ese oxímoron constituido por un movimiento guerrillero a favor del gobierno.  Y se hace el loco con los faracos, paracos y elenos que tienen bajo su control extensas zonas de este lado de la frontera.  Y dota con fusiles de la FAN a un civil tan inestable mentalmente, tan despreciable y tan poco confiable como el drogo hojillero. Y vaya usted a saber cuántas iniquidades más.

¡Hay que tener tupé para admitir que los militares bolivianos nos están asesorando en materia militar!  ¿Es que hemos llegado tan abajo?  Y pareciera que la respuesta debe ser afirmativa, porque ahora nuestros pichones de pilotos van a aprender a volar allá, a un país que hace poco tuvo que recibir el regalo nuestro de unos helicópteros para que pudiera moverse el cocalero mayor.  Y se los regalamos con tripulaciones y todo…  Me he enterado también de que oficiales nuestros están haciendo el curso de Estado Mayor en Nicaragua.  ¡En Nicaragua, por amor de Dios!  En realidad, nuestro estamento militar ha caído bien bajo.  Por culpa de una cúpula militar que no tiene mérito alguno para estar allí, aparte de ser fichas políticas del PUS, y que en su afán de ponerse en unos dineros han claudicado en el cumplimiento de aquel precepto —tan elemental que nos lo enseñaban en primer año— de: “conoce y cuida a tus hombres”.  Sus acciones están llevando a sus subalternos a la inopia en lo académico, a la miseria en lo profesional, a la estrechez en lo económico y, lo más importante, al desprecio por parte de la opinión pública.

Duele mucho decirlo pero, ahora, sin “caudillo”, sin Estado de derecho, y con una Fuerza Armada dirigida por fanatizados, lo que nos espera son tiempos más violentos aún.  Hay que reaccionar…


Un paisito serio

La nieta insistía: "Abui, ven a visitarme; quiero verte".  Y uno, que con los años se ha hecho más sensible, arregla maleta y dice: "Costa Rica, allá voy".  Me llevé agradable sorpresa.  Recuento cosas que disfruté y hasta envidié mientras estuve allá con Sabrina, la menor de mis nietos.

Lo primero que resalta al llegar, es la limpieza.  Nunca vi basura regada o una bolsa de desechos mal dispuesta.  Ni en el centro ni en los suburbios.  Es que la necesidad de proteger el ambiente se enseña desde kínder.  Y la clasificación de desechos para su reciclaje se practica en todos los estratos sociales.  Me consta —recorrí ciudades, caseríos, carreteras y parques nacionales— que todo el mundo se empeña en eso.  Lo otro que se percibe, y que va de la mano con lo anterior, es que todo es muy verde.  La feracidad del suelo, la abundancia de lluvias y la laboriosidad de los ticos se complementan en eso.  Y uno disfruta esa conjunción. 

Pero no porque haya mucha pluviosidad se deja así las cosas. En todos los caseríos hay acueductos rurales y el agua de ellos no desmerece de la de la capital; todas ellas muchísimo mejores que la de cualquier ciudad venezolana.  La cobertura de los acueductos llega al 98% de los ticos.  Poder beber agua del chorro es una agradable sorpresa.  Sobre todo para mí, que sobrevivo en Valencia y debo calarme lo que manda Hidrocentro (cuando manda).  Todo el mundo paga el agua que consume. Aunque no es barata. Pero a nadie se le ocurre robársela.  Igual que la energía eléctrica, que llega al 99% de la población.  Hasta en el rancho más apartado hay un medidor, y la gente paga el servicio.  Por eso, a diferencia de la oscurana venezolana, de noche todas las calles están iluminadas. Con el añadido de que allá el gobierno no disfruta de petróleo a más de cien dólares, como nuestro inestable régimen.  Allá hacen buen uso de las caídas de agua y del viento para producir energía.  No exagero si digo que sólo en las cumbres que rodean San José hay más generadores eólicos que en toda Venezuela.

Un venezolano expatriado —como mi hija, pero con más tiempo allá— recomienda que, si un pequeño se enferma, lo lleven al hospital de niños de Seguro Social, no a una clínica.  Este es un modelo en calidad de atención médica e instalaciones.  Pero es que como la cobertura del Seguro es del 93% y el desempleo es de sólo el 8% (allá no hacen lo que Eljuri, que maquilla las estadísticas del INE metiendo a los buhoneros como gente empleada— las arcas de esa institución tienen profundidad.  El salario mínimo es de $427; que es más que lo decretado recientemente por Mientrastanto, aunque se calcule a los enteléquicos 6,30; porque si lo hacemos con el innombrable, la cosa es para tirarse a llorar.

Monté en autobuses urbanos varias veces; puedo certificar que dan un servicio eficiente, son limpios, no son caros, y paran sólo en los lugares señalados.  No tomé taxis, ¿para qué?  Pero puedo informar que todos son de un idéntico color, tienen taxímetros y pasan una inspección obligatoria dos veces al año.  Los conductores de taxis y de colectivos, para poder ejercer, deben aprobar un curso de relaciones humanas.  Entonces, es raro que alguno irrespete a un usuario.  Pero si sucede, la Dirección de Transporte tiene un portal de Internet para recibir denuncias.  Y las procesan.  Y sancionan.

Entre las cosas que me llamaron la atención debo mencionar los cementerios. Todos blanquísimos; muros exteriores y tumbas.  Y sin los chocantes grafiti que profanan los nuestros.  De hecho, son pocos en otros sitios.  Otra cosa que me gustó es que cada escuela tiene un uniforme distinto.  Entiendo las razones por las cuales Luis Herrera decretó el uniforme único, pero ver la policromía de niños al salir de clases es muy agradable.  Por otra parte, eso aumenta en los niños el sentido de pertenencia.  Quizás por eso es que el 76% de los escolares finaliza el bachillerato.  Las escuelas que vi tenían edificaciones e instalaciones funcionales.  Y si las públicas son buenas, las privadas son excelentes.  Unas y otras tienen el inglés como segunda lengua, obligatorio, sin complejos patrioteros.  Porque entienden que deben comunicarse con el mundo para poder seguir progresando.  Es que eso de recibir más de dos mil millones de dólares por turismo al año no se logra con recursos humanos de medio pelo.  Que es lo que están saliendo de las "misiones" nuestras, donde "gradúa" a bachilleres que no saben nada de nada.

El país no desperdicia dinero en militarismo; no existe un ejército.  Pero la policía es eficiente y se encuentra por todos lados. 

En fin, que es un paisito serio; como nos gustaría que fuese el nuestro…