sábado, 27 de julio de 2013

Paralelismos

Noticias aparentemente disímiles sobre hechos que acontecieron esta semana dejan ver, sin embargo, un paralelismo asombroso en el accionar del régimen.  Digo que tienen paralelismo porque ambas parten de la visión totalitaria del Estado que a cado rato demuestra la nomenklatura.  El suyo es un enfoque en el que se piensa que el Estado es el dueño de los ciudadanos, siendo que lo correcto, lo debido, es todo lo contrario: que el Estado es un invento de los hombres para que estuviera al servicio de ellos.  Cualquiera otra forma de pensar es nazismo, bolchevismo, fascismo o una mezcla indigesta de esas aberraciones políticas.  Les propongo que analicemos, inicialmente, los casos de la prohibición a la juez Affiuni a expresar su pensamiento públicamente y del intento de regimentación de la lactancia de los infantes.

El colmo del chantaje judicial en el caso de la juez es que, luego de pasar más de tres años y medio como presa del régimen por una orden inicua del “comandante eterno” —pero que se murió—, se le imponga como medida cautelar un impedimento para dar declaraciones y expresar sus opiniones a través de las redes sociales.  Sin especificar nada más.  O sea, que la cuasi-interdicta no pudiera asomarse por Facebook siquiera para decir: “muy buenas las tortas que hace María”, o tuitear: “creo que va a llover hoy”.  Dicho por todo el cañón: esa juez le ha conculcado a la sufrida señora el derecho que le garantiza el Art. 60 constitucional a expresar su pensamiento sin que pueda establecerse censura.  Ya con  Álvarez Paz, Lázaro Forero y otros se había intentado prohibiciones de opinar sobre el curso de los juicios que se les seguía —cosa que tampoco es legal porque si a alguien se le ha vilipendiado por los medios de la “hegemonía comunicacional”, tiene derecho a refutar esos infundios ante la sociedad toda— ¡pero ahora es hasta por las redes sociales!  Repito: el colmo del chantaje; sobre todo, porque se le hace a una colega.

Pero eso no es sino la imitación de lo que se hacía, y se hace, en los regímenes totalitarios.  Ya tan temprano como en 1934, los jueces y fiscales alemanes expresaron: “Hitler es la Ley”, “la Ley y la voluntad del Führer son la misma cosa”.  Los actuales jueces “bolivareros” —que no poseen articulación verbal alguna— se restringen a gritar: “Uh, ah!” y a pasar sentencias contra natura…

De igual trascendencia e idéntica aberración es el intento de controlar el amamantamiento de los infantes.  Solo eso justifica una ofuscación tan descaminada por parte de unas diputadas que saben —porque deben ser madres, excepto la marimacha que golpeó a María Corina— que el amor que vincula a las madres y sus retoños las impulsa a darles la teta.  Ellas son las primeras interesadas.  Porque quieren ver a sus hijos crecer fuertes y sanos; porque el acto de amamantar es placentero para ambos; y porque saben que si no lactan, corren el riesgo de una mastitis por la leche que se les pudre dentro del seno.  ¡Pero, no! Tienen que afincarse en contra de la ley natural porque lo que el régimen quiere dejar ver es que los hijos son no de los padres sino del Estado.  Por esa  senda ya también anduvo el III Reich.  El seis de noviembre del 33, Hitler dijo en un discurso: “Yo digo tranquilamente: sus hijos me pertenecen ya (…) están en un nuevo campo.  En poco tiempo ellos no sabrán más que de esta nueva comunidad”. 

El problema con esos intentos de lograr unas generaciones mejores por la vía de la subrogación estatal es que, al ratico, ya se empieza a pensar en formar súper-razas.  Y más tardecito, para llegar a ellas, se apela a la eliminación de los que nacen mental o físicamente menos favorecidos.  Se llega a la abominación de crear programas como el malhadado “Aktion T4”, por el cual se llevaba a los tarados alemanes a un hospital en Baviera para ser asesinados e incinerados.

Paralelismos como los antes comentados abundan, pero me quedan menos de cien palabras.  O sea, que tengo holgura solo para señalamientos telegráficos; dejo a los lectores el encontrar parecidos: 1. Los bolcheviques acusaban a sus opositores de “espías trotskistas y fascistas”.  2. Los aduladores vuelcan sobre sus caudillos toda clase de tratamientos pomposos: Stalin era “El Más Grande Genio de Todos los Tiempos y Todas las Gentes”;  Mao era “El Gran Timonel”, y los cagatintas cubanos alaban a Fidel como el “Gladiador de la Verdad”.  3. Los golpistas elevan a efemérides sus acciones.  Todos los nueves de noviembre, los nazis celebraban el Putsch de la cervecería; su mayor atrocidad fue el progromo contra los judíos en la Kristallnacht del año 38. 4. Se apela con frecuencia a facciones paramilitares, tipo SS para imponer “el orden”.  ¡Y se acabó el espacio!



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