La nieta insistía: "Abui, ven a visitarme; quiero verte". Y uno, que con los años se ha hecho más sensible, arregla maleta y dice: "Costa Rica, allá voy". Me llevé agradable sorpresa. Recuento cosas que disfruté y hasta envidié mientras estuve allá con Sabrina, la menor de mis nietos.
Lo primero que resalta al llegar, es la limpieza. Nunca vi basura regada o una bolsa de desechos mal dispuesta. Ni en el centro ni en los suburbios. Es que la necesidad de proteger el ambiente se enseña desde kínder. Y la clasificación de desechos para su reciclaje se practica en todos los estratos sociales. Me consta —recorrí ciudades, caseríos, carreteras y parques nacionales— que todo el mundo se empeña en eso. Lo otro que se percibe, y que va de la mano con lo anterior, es que todo es muy verde. La feracidad del suelo, la abundancia de lluvias y la laboriosidad de los ticos se complementan en eso. Y uno disfruta esa conjunción.
Pero no porque haya mucha pluviosidad se deja así las cosas. En todos los caseríos hay acueductos rurales y el agua de ellos no desmerece de la de la capital; todas ellas muchísimo mejores que la de cualquier ciudad venezolana. La cobertura de los acueductos llega al 98% de los ticos. Poder beber agua del chorro es una agradable sorpresa. Sobre todo para mí, que sobrevivo en Valencia y debo calarme lo que manda Hidrocentro (cuando manda). Todo el mundo paga el agua que consume. Aunque no es barata. Pero a nadie se le ocurre robársela. Igual que la energía eléctrica, que llega al 99% de la población. Hasta en el rancho más apartado hay un medidor, y la gente paga el servicio. Por eso, a diferencia de la oscurana venezolana, de noche todas las calles están iluminadas. Con el añadido de que allá el gobierno no disfruta de petróleo a más de cien dólares, como nuestro inestable régimen. Allá hacen buen uso de las caídas de agua y del viento para producir energía. No exagero si digo que sólo en las cumbres que rodean San José hay más generadores eólicos que en toda Venezuela.
Un venezolano expatriado —como mi hija, pero con más tiempo allá— recomienda que, si un pequeño se enferma, lo lleven al hospital de niños de Seguro Social, no a una clínica. Este es un modelo en calidad de atención médica e instalaciones. Pero es que como la cobertura del Seguro es del 93% y el desempleo es de sólo el 8% (allá no hacen lo que Eljuri, que maquilla las estadísticas del INE metiendo a los buhoneros como gente empleada— las arcas de esa institución tienen profundidad. El salario mínimo es de $427; que es más que lo decretado recientemente por Mientrastanto, aunque se calcule a los enteléquicos 6,30; porque si lo hacemos con el innombrable, la cosa es para tirarse a llorar.
Monté en autobuses urbanos varias veces; puedo certificar que dan un servicio eficiente, son limpios, no son caros, y paran sólo en los lugares señalados. No tomé taxis, ¿para qué? Pero puedo informar que todos son de un idéntico color, tienen taxímetros y pasan una inspección obligatoria dos veces al año. Los conductores de taxis y de colectivos, para poder ejercer, deben aprobar un curso de relaciones humanas. Entonces, es raro que alguno irrespete a un usuario. Pero si sucede, la Dirección de Transporte tiene un portal de Internet para recibir denuncias. Y las procesan. Y sancionan.
Entre las cosas que me llamaron la atención debo mencionar los cementerios. Todos blanquísimos; muros exteriores y tumbas. Y sin los chocantes grafiti que profanan los nuestros. De hecho, son pocos en otros sitios. Otra cosa que me gustó es que cada escuela tiene un uniforme distinto. Entiendo las razones por las cuales Luis Herrera decretó el uniforme único, pero ver la policromía de niños al salir de clases es muy agradable. Por otra parte, eso aumenta en los niños el sentido de pertenencia. Quizás por eso es que el 76% de los escolares finaliza el bachillerato. Las escuelas que vi tenían edificaciones e instalaciones funcionales. Y si las públicas son buenas, las privadas son excelentes. Unas y otras tienen el inglés como segunda lengua, obligatorio, sin complejos patrioteros. Porque entienden que deben comunicarse con el mundo para poder seguir progresando. Es que eso de recibir más de dos mil millones de dólares por turismo al año no se logra con recursos humanos de medio pelo. Que es lo que están saliendo de las "misiones" nuestras, donde "gradúa" a bachilleres que no saben nada de nada.
El país no desperdicia dinero en militarismo; no existe un ejército. Pero la policía es eficiente y se encuentra por todos lados.
En fin, que es un paisito serio; como nos gustaría que fuese el nuestro…
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