sábado, 27 de julio de 2013

Los pecados son muchos…

Tan ilusionado que estaba yo en glosar algo sobre De rerum natura, el libro de Lucrecio que —aunque paradójicamente poco conocido hoy— tuvo un gran impacto en la civilización occidental a partir del renacimiento.  ¡Y viene el sectario del MinPoPoDef a tirar la burra pa’l monte!  Nunca por mi mente pasó la idea de que pudiese existir un ministro más nefasto en ese despacho que José Temiente Rangel.  Y apareció este para ratificar que la estulticia es infinita.  Entre otras mentecateces —cuando apareció en el programa del sepulcro blanqueado mencionado antes— al defender su más que apego al estamento miliciano cubano, reconoció que “hay más de 1.500 oficiales de inteligencia en el país”.  Los venezolanos promedio sustituimos mentalmente el eufemismo y nos quedó claro que se refería a “espías cubiches que están aquí entremetiendo sus narices en nuestros asuntos”.  Con el beneplácito de él, que es quien debe asegurarse de que los organismos de inteligencia extranjeros no actúen por la libre.  ¡Tanto que hablan de lo muérganos que son la CIA y el Mossad, y callan en lo que es más palmario: que el G-2 mangonea entre nosotros!  Y que hay funcionarios, ¿será él uno?, que no dan un paso sin consultar a sus comisarios, y esperar las órdenes de estos.  Es el más claro ejemplo del síndrome de la radiografía: “No se mueva, no hable, no respire hasta que yo le diga”.

Pero ese no es su único pecado.  Los ha estado cometiendo desde mucho antes; por ejemplo, desde cuando decía discursos políticos en actos oficiales, primero en la Escuela Naval, después en la Comandancia de la Armada, y desde el primer instante en que, como premio a su continuo embeleco fue premiado con el cargo actual.  Uno, tan apegado a la meritocracia —cosa que desde hace quince años parece ser mala palabra en Venezuela—, tiene que preguntarse ¿cómo es que alguien que se graduó de penúltimo en su promoción pudo llegar a ser quien dictase las normas académicas en un instituto universitario, comandase un componente armado y debiese ser el encargado de implementar las políticas de defensa en pro de los altos objetivos nacionales?  Definitivamente, estamos en el país en que Dios le dio cachos a los burros.

Ahora anda con la añagaza de que se le va a dar cumplimiento a la instrucción que giró Fidel por boca de Nicky: organizar en milicias, entrenar y armar a dos millones de obreros.  Lo cual no pasa de ser una argucia más de los colonizadores en su afán de tratar de recuperar para la robolución las ingentes cantidades de trabajadores  y sindicalistas que se les fueron.  Lo que debiera hacer un funcionario que pusiese a su patria por encima de la seducción política es todo lo contrario: intentar pacificar a la nación, no enguerrillarla más.  Para eso, para acabar con la entronización de la violencia actual, lo primero que debe hacer es meterle el pecho a eso que llaman “los colectivos”.  Pero no, se hace el desentendido con los desmanes cometidos por los tupamaros, La Piedrita y ese oxímoron constituido por un movimiento guerrillero a favor del gobierno.  Y se hace el loco con los faracos, paracos y elenos que tienen bajo su control extensas zonas de este lado de la frontera.  Y dota con fusiles de la FAN a un civil tan inestable mentalmente, tan despreciable y tan poco confiable como el drogo hojillero. Y vaya usted a saber cuántas iniquidades más.

¡Hay que tener tupé para admitir que los militares bolivianos nos están asesorando en materia militar!  ¿Es que hemos llegado tan abajo?  Y pareciera que la respuesta debe ser afirmativa, porque ahora nuestros pichones de pilotos van a aprender a volar allá, a un país que hace poco tuvo que recibir el regalo nuestro de unos helicópteros para que pudiera moverse el cocalero mayor.  Y se los regalamos con tripulaciones y todo…  Me he enterado también de que oficiales nuestros están haciendo el curso de Estado Mayor en Nicaragua.  ¡En Nicaragua, por amor de Dios!  En realidad, nuestro estamento militar ha caído bien bajo.  Por culpa de una cúpula militar que no tiene mérito alguno para estar allí, aparte de ser fichas políticas del PUS, y que en su afán de ponerse en unos dineros han claudicado en el cumplimiento de aquel precepto —tan elemental que nos lo enseñaban en primer año— de: “conoce y cuida a tus hombres”.  Sus acciones están llevando a sus subalternos a la inopia en lo académico, a la miseria en lo profesional, a la estrechez en lo económico y, lo más importante, al desprecio por parte de la opinión pública.

Duele mucho decirlo pero, ahora, sin “caudillo”, sin Estado de derecho, y con una Fuerza Armada dirigida por fanatizados, lo que nos espera son tiempos más violentos aún.  Hay que reaccionar…


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