Escribo en horas de la tarde del domingo, antes del cierre de las mesas de votación. Pero no quiero demorar más para expresar mi contentamiento por lo que presencié durante los comicios. Y vi bastante porque recorrí seis centros de votación y visité más de treinta mesas. En cada una de ellas, los reportes que recibía de quienes llevaban el conteo de los sufragantes daban pie para el optimismo.
El gentío esperando turno justificaba la exultación. Y, así como en la ciudad donde vivo, en toda Venezuela; lo que se ve y escucha por la televisión es una inyección de fe para quienes dudan que la democracia puede volver a dirigir la nación y una vacuna contra el desánimo y la indiferencia de algunos. Nada lograron las argucias de los laboratorios de guerra sucia dirigidos por ñángaras cubanos que inventaron amenazas de que iban a filmar a los votantes, que quien votara quedaba sin misión automáticamente; nada pudieron las coacciones ni los hostigamientos de las bandas rojas. Nada pudo la profecía del maléfico embaucador sabanetense que vaticinaba “No habrá primarias”, tan pelado últimamente en sus presagios. La cantidad de votantes le dio en la madre…
La jornada fue una demostración de que no hay necesidad de dictar leyes secas, ni cerrar calles, mucho menos fronteras, para que se pueda llevar a cabo una elección con tranquilidad. Lo que se requiere es dar demostraciones de civismo y ejercitar la ciudadanía. Debo reconocer que el empleo de soldados de las Fuerzas Armadas y no milicianos para el Plan República también hizo menos ominosa y más gentil la presencia de los uniformados en los centros de votación.
Estoy, por todo lo anterior, henchido de orgullo por mi dedo manchado de morado. Cuando la muchacha me dijo que no era obligatoria la marca de tinta, le dije que lo sabía pero que igual iba a meter el dedo para mostrar todos estos días mi —parafraseando el título de una novela de Stephen Crane— “insignia púrpura del valor”. Valor cívico, en este caso. ¡Y lo zampé hasta donde dice Colimodio! (que es como decíamos antes cuando metíamos algo hasta la cacha). La marca me llegó hasta la segunda falange). Todos estos días, andaré de lo más mono mostrando que cumplí, una vez más, con la patria.
No sé quién será el vencedor o la vencedora (para escribir ex profeso con el estilo chambón de los rojos y de las feministas a ultranza); lo que sí sé es que quien resulte vencedor en esta hermosa justa será mi candidato de aquí en adelante. Porque en las elecciones de octubre —y de diciembre, y de abril del año que viene— no se votará “a favor de” sino “en contra de”. En contra de esa pérdida de las libertades, derechos y garantías que intenta conculcarnos el régimen actual; en contra de la ineptitud que caracteriza a los rojos que ocupan cargos públicos que les quedan grandes y que creen que las torpezas e impericias pueden ser compensadas con el carné del PUS; en contra del despilfarro de colosales recursos nuestros para comprar amigos en el exterior que han dejado exhausto al erario; en contra de los intentos de adoctrinamiento de muchachitos a los que se arma de fusiles con la alcahuetería de diputados y oficiales; en contra de los intentos de conversión de la Fuerza Armada en un organismo político para la represión de quienes osamos pensar diferente a como quiere el Pesimiente (neologismo para describir a alguien que al mismo tiempo que es pésimo en la toma de decisiones ejecutivas, miente descaradamente para tratar de mantenerse en el cogollo a como dé lugar). En contra, en fin del estalinismo mondo y lirondo que se trata de imponer en Venezuela desde hace una década y que ha dejado al país nacional en estado de postración.
Para lograrlo, todos deberemos, entusiasmados, darle un decidido apoyo a la persona seleccionada por la mayoría de los votantes, hacer esfuerzos para el reclutamiento de indecisos y apáticos, y mantener el valor cívico…
Otrosí 1
Este domingo se celebró el Día Mundial contra el Reclutamiento de Niños para Movimientos Armados. No tuvo titulares en nuestra prensa porque había la prioridad de las primarias, pero hay que resaltar que, mientras en otros países se repudia ese hecho, aquí ministros, diputados y militares activos aúpan y se retratan con criaturas armadas de M-16. Otra razón más para salir de este régimen.
Otrosí 2
La semana que viene no aparecerá esta columna; estaré fuera del país, haciendo un curso intensivo sobre vinos mendocinos, y lejos de computadores; pero el 28, el 28 —como entonaba Semtei—, estaré de vuelta por estas páginas. Gracias por la deferencia con la que me honran por ser mis lectores.