martes, 24 de mayo de 2011

Perversiones académicas

Hace una semana, leí un artículo que reseñaba las conclusiones de investigación acerca de algunas tendencias educativas. Les informo, de manera muy resumida, sus principales hallazgos: el estudio indica que una mayoría de los universitarios “pasan por las aulas tratando de tener una exposición mínima a las materias difíciles” y en ellos hay “poca o ninguna mejoría en destrezas como la redacción de textos y el razonamiento. (…) El estudiante promedio emplea sólo cerca de 12 horas a la semana en el estudio —cerca de la mitad del tiempo que empleaba un estudiante de la década de los 60. (…) Un gran número de estudiantes no muestra progresos significativos en las pruebas de pensamiento crítico, razonamiento complejo y escritura que les fueron administradas al comienzo de los estudios y, nuevamente, al final de su cuarto año”.


Al preguntarse por qué la calidad de los graduados es tan pobre, los redactores del informe se contestan que, cada vez más, los estudiantes se encuentran ante profesores que no son a dedicación exclusiva, que las inversiones en lo académico no son de prioridad para el gobierno, y que la autoridad de los educadores ha disminuido.


Hago énfasis en esto último: tanto los docentes como los educandos piensan que los estudiantes son “clientes” o “consumidores”. Y por eso de que “el cliente siempre tiene la razón”, la mayoría de los muchachos intenta obtener sus diplomas de manera cómoda y sin esfuerzos; y muchos profesores —para cuidar el puesto y por aquello de “no ser maluco”— exigen poco y ponen buenas calificaciones. En esas ocasiones excepcionales en los que las casas de estudio y su profesorado mantienen el rigor académico, se corre el riesgo de que disminuya el enrolamiento estudiantil. Mis 23 años en el Consejo Superior de Unitec me permiten confirmar esto. Sigo creyendo en que sólo cuando la entrega de recursos a las universidades y la permanencia de los estudiantes en ellas estén relacionadas con lo aprendido por estos, y no con ramplones fines populistas —ni con la satisfacción de exigencias no justificadas por parte de docentes y estudiantes— será cuando tengamos profesionales de calidad.


Pero eso no le interesa al régimen actual. Este necesita igualar por debajo. De allí la “titulitis” que ha prohijado e impuesto. Que empieza con la imposición de que sean promovidos a bachilleres muchachos que nunca vieron Física, Química ni Trigonometría —que además están alcahueteados por la prohibición de que los reprueben en los exámenes— y que desemboca en el drama de los médicos de tres años de “estudios”, en los cuales no ven Anatomía, pero sí muchos “Estudios Sociales”.


Es tan grave el asunto que ya infectó al sistema educacional militar, que siempre fue sumamente exigente y que implicaba unos filtros muy finos para ser promovido de año mientras se estaba en el ciclo formativo y para, luego, poder ser ascendido en la carrera. Pero claro, ahora quieren que todos seamos “iguales”.


Como hice circular por la red el artículo comentado, recibí un correo de alguien que debe ser un oficial naval por lo que me dice y que transcribo: “En la ENV (Escuela Naval de Venezuela) no se puede ‘raspar’ a nadie. Así como lo oye. Como tampoco se puede en la UNEFA. De paso, han bajado tanto los estándares de selección y académicos (…) que ahora entra cualquier ‘enano’ intelectual y sale más chiquito. Cada día le rebajan más y más la carga académica, o se la han transformado tanto, desdibujando lo que otrora era un pensum muy profesional, adecuado, exigente y honroso y bastante decente, que nada tenía que envidiarle a ninguna escuela naval del mundo. (…) Les quieren incorporar más materias “ideológicas” envueltas en lo que ellos llaman ‘Historia’ I, II, III, IV. (…) Claro, Ud. no puede ‘meter’ o ‘deslizar’ su ideología en materias técnicas o científicas, tales como: más Matemática, Cálculo, Física o Química, como tampoco en materias profesionales como: Plantas Navales, Electrónica, Termodinámica, Resistencia de Materiales, Metalurgia o Comunicaciones, Operaciones Navales, Armamento Naval, etc., aunque sí lo puede en historia, sobre todo en la novedosa como manipulada historia revolucionaria (…) El caso es que, ahora los cadetes serán y saldrán unos expertos en socialismo y demás pazguatadas de esas revolucionarias, y de historia maquillada o adaptada para que Páez sea un traidor y Zamora el héroe insigne. El colmo llega a que no se les da ni Marinería, ni Navegación de Altura de la buena, y ni nada qué decir del Cálculo. No los sacan a bogar o navegar a vela porque son para oligarcas; y no sé cómo serán esos cruceros en el Simón Bolívar. Sospecho que la mar no les permite desviaciones en este último caso…”


Si eso es en la más técnica de nuestras escuelas de formación de oficiales, ¿qué quedará para las demás? Triste la vaina, ¿no?...