martes, 12 de agosto de 2014

Estupideces para tapar escándalos


Y viceversa.  Como estamos inanemente mandados por unos babiecas que solo son avispados para entrarle a saco al erario, los venezolanos tenemos que padecer, semana tras semana, el sartal de sandeces que inventan para tapar los alborotos en los que se ven envueltos, y el rimero de tole-toles  que generan para intentar encubrir las muchas estupideces que ya son como marca de fábrica de los desgobernantes actuales.  La semana pasada —y aunque no es mucha la capacidad de asombro que nos queda— nos quedamos pasmados al ver cómo trataron de ponerle, con lo que fuese, un silenciador al estruendo del narcogeneral, alias “el pollo”, detenido en Aruba; y no se les ocurrió algo mejor que disponer que le dieses sendas golpizas , en cayapa, y mientras estaban durmiendo, a unos inermes presos políticos que están en una cárcel militar donde no debieran estar —por dos razones: porque son inocentes, y porque unos civiles a los cuales no se les ha imputado delito alguno, delito militar mucho menos, no tienen por qué estar recluidos en esa instalación.  La “requisa” que devino en tunda inmisericorde, estemos claros, no fue decidida por el coronel que tiene a cargo la instalación penitenciaria; eso fue algo ordenado desde muy arriba.

 

Los golpes recibidos por el alcalde Scarano y el comisario Lucchese me duelen mucho; casi como que si los hubiese recibido yo.  Porque soy amigo de ambos desde hace más de treinta años.  Y porque Toti (como le decimos cariñosamente a Salvatore) es familia, aunque sin nexos sanguíneos; es una de esas familias que se constituyen por decisión.  Desde que su padre, don Vincenzo tuvo que salir de Venezuela —como consecuencia del razonable terror que sintieron él y a doña Rosalía, luego de haber sido torturados por horas por una banda de delincuentes que entró en su casa para robarlos— Toti decidió, e informó a los allegados,  que yo reemplazaría al padre emigrado.  Reconozco que fueron pocos los consejos que tuve que darle; porque siempre fue persona sensata; pero mis hijos lo tienen como un hermano, y hasta compadre de mi hijo varón es.

 

Salgo de la digresión y regreso al tema.

 

El tal “pollo” no es ninguna mansa paloma; una perita en dulce, menos.  Desde el año 2008 está sindicado internacionalmente por colaborar con las FARC en sus operaciones de terrorismo y narcotráfico.  De hecho, es uno de los muchos nombres de autoridades venezolanas, civiles y militares, que aparecieron en el computador de Rafael Reyes.  Según ese comandante guerrillero, Carvajal les había ofrecido a las FARC tanto armas como listas de nombre de personas prominentes que pudieran ser secuestradas para obtener fondos.  Y por ahí se comenta que, luego de ser cómplice de alias “Jabón” en tráfico de drogas, lo mandó a raspar en un escondite que este tenía en los Andes para que no lo mencionara si lo agarraban preso.

 

Al tipo se le complica más la cosa, de ser extraditado a los Estados Unidos, porque al llegar a su destino puede que se le agraven los cargos, de narcotráfico a terrorismo, con lo cual sería sujeto de la “Patriot Act” y por lo cual hasta pudiera pisar el suelo de su amada Cuba, pero no para tomar mojitos en el “Tropicana” sino del lado de acá de la cerca de Guantánamo.  No hay duda alguna de que los conmilitones (y hasta socios) de quien ya no usa caras chemises rojas sino un burdo atuendo anaranjado deben estar asustados: corren el riesgo de que no puedan salir de Venezuela a gozar de sus mal habidas fortunas en ningún país serio y desarrollado; solo les quedarían, sus amadas Cuba, Bolivia y Siria.  Porque Ni en Nicaragua ni en Rusia estarían seguros.  En la primera, el pederasta y dipsómano (para ponerlo elegantemente) del Ortega es capaz de venderlos por cuatro lochas (es un decir, me refiero a “verdes”); y en la segunda, se miran en el espejo de Snowden, que no está preso, pero que tampoco tiene mucha movilidad.  Además, las mafias rusas saben cómo cobrar protección a otros mafiosos.  Y, por si fuera poco, allá pega mucho frío; no como cuando se retrataban con Mickey Mouse en Orlando…

 

En todo caso, hay que recordar las declaraciones de Makled, aquellas en las cuales informaba que tenía en nómina a varios generales (por cierto, ¿qué será del sirio con más reales después de Harum-Al-Rashid?).  Al recordar esos nombres, y ver lo que está sucediendo, me entra un fresquito: un general a quien hace años le dije que por su comportamiento no era un caballero ni un oficial, mucho menos un hombre, es mencionado en esas declaraciones como el que recibía 200 millones para repartir —miti-miti— por quien está matando su tiempo aprendiendo papiamento. 

 

Otros intentos distractivos apurados por el régimen van desde el ridículo y momentáneo: “No volamos a Aruba, sí volamos a Aruba”, con la cual iban a pagar, una vez más, inocentes por pecadores, hasta la novísima alcahuetería de la Sala Inconstitucional, capitaneada por Madame Botox, berreando porque a un impoluto copartidario los malucos gringos —encompinchados con los muérganos holandeses y con la complicidad de los desagradecidos arubanos— lo detuvieron y lo secuestraron por algo de lo que es inocente.  Es que nunca leyeron a Tirso de Molina: “no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”…

 

Un disparo que mató a millones


Dentro de pocos días se cumplirá cien años del comienzo de lo que se llamó en esa época la Gran Guerra y después pasó a ser conocida como la Primera Guerra Mundial.  Fue una conflagración que inicialmente debió estar limitada a dos países en el centro de Europa pero que al final implicó una lucha en la cual se enfrentaban combatientes de los cinco continentes y que necesitó el llamamiento a las armas de casi 65 millones de soldados.

 

¿Por qué se llegó a este horrible hecho después de que Europa había disfrutado de un siglo de relativa paz?  Antes de contestar, hay que señalar que los estadistas europeos, a partir de 1814 habían diseñado un sistema de equilibrio del poder  que devenía de la aceptación tácita de una norma: ninguna nación podía adquirir una posición predominante que le permitiera dominar a las otras. Si lo intentaba, las otras se coaligaban y lo intimidaban.  Era una política disuasoria  que buscaba impedir la aparición de un nuevo Napoleón que se apoderara de Europa.  Su objetivo era asegurar la paz no dando a las guerras ninguna perspectiva razonable de ganancia y haciendo que las pocas hostilidades que llegasen a producirse quedasen restringidas a objetivos limitados que no amenazasen el equilibrio existente, que se resolviesen en pocos días mediante una o dos batalla decisivas.

 

El pero estaba en que la supervivencia de ese sistema de seguridad colectiva requería que una de dos cosas: un gobierno constitucional en el cual el parlamento pudiera ponerle frenos al mandatario que tuviese afanes de ganancia o gloria; o, en las monarquías absolutistas que abundaban a comienzos del siglo XX, un soberano responsable, prudente, capaz de auto-refrenarse y de hacerse obedecer por los militares. Autoridades así dejaron de existir en Alemania después de la muerte de Guillermo I, en Rusia después de la muerte de Alejandro III, y en Austria-Hungría cuando Francisco José comenzó a declinar por la senectud.  A eso, súmesele que Francia era una república donde no había gobiernos fuertes; tanto que en los 45 años de la pre-guerra hubo 42 ministros de Guerra y Marina. En ninguno de esos países había instituciones políticas — apoyadas sobre bases constitucionales— capaces de ejercer la autoridad sobre los militares.

 

Mucho del drama se debió a que el planeamiento y la política militares se dejaron casi exclusivamente en manos de los altos mandos.  Eso llevó a que durante la Gran Guerra se pudiera observar el sorprendente espectáculo de inmensas maquinarias humanas —con todo y sus piezas de repuesto— avanzando según unos planes irreversibles hacia lo que devino en un frente fortificado desde Suiza hasta el mar, con flancos imposibles de rodear, y en el cual tantos millones de vidas fueron sacrificadas en una ordalía cruel y en vano.  Esa guerra nunca ha sido igualada en la relación sacrificios sangrientos versus logros mezquinos.

La decisión se produjo finalmente, no por una batalla decisiva de las que preconizaba Klausevitz, sino por el agotamiento del recurso humano.

 

Los disparos que hizo Gavrilo Princip el 28 de junio de 1914 no solo asesinaron al archiduque Francisco Fernando y su esposa; fueron también las primeras notas de una sinfonía trágica marcada por los compases de billones de disparos de todo calibre y terminada en una coda de más de treinta millones de personas inmoladas. También fueron el pistoletazo de salida para la concreción de un fatal cronograma de movilizaciones.  Entre el 28 de julio y el 23 de agosto volaron declaraciones de guerra por toda Europa. Y hasta el lejano Japón se metió en la contienda. 

 

Bárbara Tuchman nos explica en “The Guns of August” que "Europa era un montón de espadas, apiladas tan delicadamente como briznas de paja; no se podía sacar una sin mover las otras".  Lo que faltaba era un incidente casual, una decisión imprudente o un gesto desesperado para que se desencadenase todo. Los hechos de Sarajevo fueron ese detonante.  Por desdicha, el asesinato del heredero de un emperador al que le quedaba poca vida — uno que reunía condiciones personales, firmeza de carácter y visión política— impidió que llegara a la corona alguien que hubiese podido detener la descomposición política de Austria.  Y, así, de la guerra.

 

Por estos lados, y cien años después, no sería malo que meditásemos sobre estas cosas y reflexionemos si debe darse a los militares tanta intervención (y hasta intromisión) en asuntos de Estado.  Primero, se puede correr el riesgo de confundir unos objetivos militares designados por oficiales sin formación política con los grandes objetivos nacionales.  Aquí no es muy probable que ocurra porque lo que abunda son jefes que dan ganas de llorar por su enanismo mental, su avidez de riqueza y su genuflexa sumisión a los colonizadores cubanos.  Pero puede suceder…  Después, por la existencia de un poder legislativo que no sirve de check & balance del ejecutivo sino que le estampa sello de legitimidad a todos los desmanes que decidan el capitán Hallaca y el PUS. Y, para rematar,  un “monarca” poco ilustrado que se resiste a dejarse asesorar por consejeros sensatos e ilustrados, que trata de sofocar la participación ciudadana, y que se aferra a sus prerrogativas —sin darse cuenta de que, en realidad, ya no puede ejercerlas.  O sea, igualito que su tocayo Nikolai en la Rusia de 1914…

 

Diferencias notorias


La semana pasada, iba yo atravesando uno de los bares del hotel más grande y con más estrellas de Valencia —porque tenía que llegar a un salón donde varios amigos nos íbamos a reunir para celebrar un cumpleaños— cuando escuché: “Ahí va Pittaluga” (muy pocos en Valencia, solo los más cercanos, emplean mi apellido paterno al referirse a mí; y eso que a mi papá le costó un realero ese noviazgo y esa boda con mi mamá).  Voltee para corresponder aunque fuese con una sonrisa ese reconocimiento y hete aquí que a quien veo es a un prominente dirigente del PUS regional, sentado con un diputado de bastante renombre y otros correligionarios suyos, alrededor de sendos vasos de escocés caro en un bar caro.  Me refrené para saludarlo y fue cuando aquel dijo en voz alta, para congraciarse con sus copartidarios: “Este general es el único que me ha puesto preso”.  Se refería a los lejanos tiempos, hace más de veinte años, en los que yo era miembro del Gobierno de Carabobo y él era uno de los “líderes” del movimiento universitario en la UC.  No me quedó más remedio que mirarle fijamente a los ojos y contestarle, también en voz alta, como para que me escucharan los “reinvolucionados” —empleo este término porque, aunque sospecho que entre ellos hay algún “robolucionario”, creo que a la mayoría no les cabe ese término.  Le dije, con sonrisa burlona: “También diles que, en esa oportunidad, te trataron muy distinto a como sucede ahora con los estudiantes presos por manifestarse con métodos igualitos a los tuyos…”  Y seguí.

 

Porque, hay que aclararlo de una vez; a ese señor nunca se le violaron sus derechos, ni fue torturado, ni humillado; mucho menos, perseguido con fiscales y jueces complacientes que vociferan “¡Uh, ah!” —lo que es el pan de cada día con este régimen.  De hecho, él ni preso estuvo; solamente se le detenía por algunas horas y luego se dejaba en libertad; lo que le permitía seguir aupando y protagonizando desórdenes y tropelías junto con los ilusos que lo acompañaban.  Que ahora deben estar enterándose con asombro de que su antiguo cabecilla se “echa palos” en establecimientos muy diferentes a la residencia estudiantil de Naguanagua donde vivía.   

 

Dejo claro, que en los tiempos de la detención del ahora tomador de buenos güisquis, más bien sobraban los instrumentos para contener a los que protestaban.  Hasta la Ley sobre Vagos y Maleantes —que aquí fue derogada porque, supuestamente, no se puede presumir la peligrosidad, pero que sigue vigente en Cuba— facultaban a las autoridades ejecutivas a tomar medidas.  Pero ninguno de ellos, independientemente de lo grave de la alteración que hubiesen protagonizado sufrió los rigores que hoy padecen los muchachos encerrados junto a criminales dispuestos a la sevicia  y bajo al arbitrio de guardianes que se deleitan con el ensañamiento.

 

Pero es que la concepción del Estado era otra, profundamente democrática; con lunares, pero genuina.  Hoy, por el contrario, aunque disfrazados de demócratas, los personeros del régimen están convencidos de que, logrado el poder, no debe ser entregado jamás.  Y que si para eso hay que apelar a medios bastardos, a desvirtuaciones de la Ley, ¡pues sea!  Una de las muestras más palpables de lo que digo, está en las palabras de la fiscala mechi-pintada, amenazando con penas a quienes  se manifiesten “en actitud hostil, contra el gobierno” y a quienes afirmen que van a estar en la calle hasta que dimita Nikolai.  Señora, revise el DRAE, “hostil” no tiene las denotaciones que usted le quiere dar.  Y los manifestantes no tienen razones para protestar con una sonrisa en la cara, sino con el ceño fruncido.  Ahora, la misma funcionaria —aupada por el capitán Hallaca— parece estar lista para encausar por traición a la patria a Ramón Muchacho por decir en el exterior que en Venezuela las cosas no marchan bien.  ¿Y es que dijo alguna mentira?  ¿O reveló un secreto de Estado?  Eso es “público, notorio y comunicacional”, para decirlo con una frase excesivamente manida.  ¿Hizo Muchacho algo distinto a lo que llevó a cabo el muerto fallecido cuando tomó la palabra, vestido de liquilique, contando con la presencia del Tío Barbas, en la Universidad de La Habana?  ¡No!  Pero es que ahora se usa salsas diferentes para cocinar, dependiendo del sexo de los pavos.

 

Por eso, el ensañamiento contra los presos políticos que sufren en ergástulas sin haber cometido delito, solo por pensar distinto.  Dramática la escena de la hija de Leopoldo ante la reja de la prisión, clamando para que la dejaran visitar a su padre y mostrarle el traje con el que se había presentado en su final de año escolar.  Eso es lo que pretende el régimen: que los opositores entiendan que se puede avasallar impunemente hasta a quienes no ha sido siquiera imputados.  Que, a pesar de las prédicas de labios afuera acerca de democracia e inclusión, no les tiembla el pulso para adoptar como propias prácticas empleadas por dictadores, pasados y actuales, contra quienes osen siquiera pensar en reemplazarlos.  Y lo más triste es que, si leemos a Giordani entre líneas, ni siquiera es por una convicción política, sino porque les gusta mucho la plata…

 

Los cerros bajaron…


…pero, ¡oh, desilusión!, fue para hacer colas.  Uno los ve, pacientes, resignados, bajo el sol o la lluvia, para tratar de obtener los productos más básicos que necesitan.  Parece que ninguno de ellos se acuerda de cuando era normal ir al abasto, agarrar un pote de leche o un litro de aceite, y dirigirse hacia la caja registradora, sin restricciones, sin ser marcados en los brazos con chocantes números garrapateados por un uniformado analfabeto.  Cuando, ¡al fin! logran su cometido tras horas de espera incivilizada, regresan resignados hacia sus barrios.  Porque solo consiguen lo que buscan en supermercados que quedan a varios kilómetros y un par de autobuses de distancia.  Ya que en su vecindad, y por más que el régimen diga que lo suyo es la inclusión de los más pobres, no se logra adquirir esas cosas.  Saben que en los mercales no abunda sino los estantes vacíos y los milicianos obesos.  Y fotos del Intergaláctico fallecido, ¡no faltaba más!

 

Todo, porque este es un régimen que hacen  poco con las manos (aparte de robar) y destrozan mucho con los pies.  Han dilapidado cantidades de divisas que para enunciarlas hay que escribir quince ceros a la derecha del guarismo.  Sin que se vean los resultados.  Ni una sola obra de envergadura en estos quince años.  El tren de Puerto Cabello a Caracas es la muestra más patente porque corre paralelo a la Autopista Regional del Centro y puede ser visto por los usuarios de esa obra —que ya cumplió sesenta años y sigue con los mismos dos canales con la que lo inauguró Pérez Jiménez.  Antes dije: “corre paralelo”, pero solo es una figura retórica, porque si algo está inmóvil es ese monumento a la desidia, a la imprevisión económica y a la falta de sensatez en la programación.  Son tan superficiales en la planificación que, al verse sin fondos, decidieron recortar el proyecto y terminar en Cúa.  Y ni así han podido terminar algo que el Supercomandante dijo que iba a inaugurar en el 2008.  Si la carga que llega por Puerto Cabello no puede ser llevada hasta Caracas, las autopistas seguirán llenas de gandolas, el puerto de La Guaira —cuya vocación es, más bien, turística y de pasajeros—l seguirá recibiendo mercancías que tendrán que llegar al Área Metropolitana por otra autopista supercongestionada.  Como este ejemplo de incuria, dejadez e impericia oficiales, cientos más pudieran ser comentados: las empresas de Guayana, los galpones de los valles de Aragua, las plantas cementeras; pero creo que ya queda claro lo que se pretendía decir.

 

La tragedia de la robolución es que siguen empeñados en poner por encima de la obstinada realidad los principios trasnochados de un fulano “Plan de la Patria” que preconiza hasta la regeneración del género humano en todo el orbe pero que no es capaz de resolver los apagones, la inseguridad y la provisión de alimentos a las masas.  La gente más humilde, la que ellos han manoseado y utilizado desde el inicio, la está pasando terriblemente mal.  Con razón se les están escabullendo; después de agarrarse durante quince años al clavo ardiente de las promesas,  encuentran que no hay para ellos una esperanza que se sustente en basamentos creíbles.  Ya despertaron del opio que les insufló Mentira Fresca; lo que notan ahora es que las ansias de poder, el afán de ganancia, la prédica del odio y la ineptitud de los dirigentes terminaron por matar eso que se les vendió como “revolución”.  Ahora ven que mientras duró el dinero para comprar votos y corromper voluntades los lisonjearon, que lo que hacían era sobornarlos.  Pero que, al llegar la época de las vacas flacas —sin tener un José bíblico que los asesorara, sino un Giordani obcecado en el socialismo real—, los dejaron de lado; no importa cuánto se deshagan Platanote y sus cómplices en embelecos radiotelevisados.  Que están en el país de “no hay”.

 

El más reciente embuste es: “Vamos a cambiarlo todo para servir al pueblo”.  ¿Y entonces? ¿Qué es lo que habían estado haciendo durante ya larguísimos quince años y medio?  El tipo es tan insubstancial, tan sin ideas, tan títere de los Castro, que ahora se trae a un octogenario cubiche que contribuyó al empobrecimiento de esa isla.  Ni que la economía cubana fuese un ejemplo de boyancia.  No han podido levantar cabeza ni con los regalos que primero les hacían los soviéticos, y ahora los rojos nativos.  Al ilegítimo no se le ocurre sino traer a un tipo que, cargo que ocupaba, actividad que se arruinaba, ya fuese en el Banco Central, la cañicultura, o el fomento industrial.  Pero, probablemente, no fue por la propia voluntad del ocañero, o del politburó rojo, que se trajo al carcamal cubano sino que haya sido una imposición más de la gerontocracia castrista.  Esperemos que, con todo lo chocante e indeseable que es, esta asesoría no pase de ser otra, carísima, que no llegará a ninguna parte. Igualito que con el otro cubiche que vino a asesorar en lo de los apagones. ¿Qué sabe burro de chicle bomba? Si no hay economía boyante, ni buen servicio eléctrico, en Cuba, ¿qué puede asesorar ese par de valetudinarios?  A menos que sea en la instauración de paredones; en eso sí son expertos...

 

Mientras tanto, los bajados de los cerros siguen en las colas.  Pero “tanto va el cántaro al agua”…

 

Relevo súbito



Ya llevamos año y medio adoleciendo de madurismo y lo único que perciben los venezolanos son las raciones diarias de mentiras, corrupción, ineficiencias y represión que prodiga el régimen donde “preside” el heredero ilegítimo.  Como estas mentiras son tan palpables, ya hasta la gente de mente más sencilla empieza  a entenderlas como lo que son: cobertores con las que intentan encubrir sus ineptitudes y latrocinios.  De allí que después de cada cadena divulgadora de embelecos, a Platanote no le quede otro recurso —habiendo ya dilapidado todo el pan que todavía quedaba después de la rebatiña ordenada por el difunto, y no disponiendo del histrionismo circense de este— que seguir ordenando más represión.  Tal es la fuerza aplicada contra todo aquel que ose expresar pensamientos distintos a los propiciados por los colonizadores cubanos y sus cómplices criollos, que hasta la ONU —organismo de lentitud y ceguera reconocidísimos— ya ha tomado conocimiento de lo que pasa y se ha decidido, por lo menos, a denunciarla.  Cuando su relator especial para la tortura declaraba que “…los fiscales y los jueces de América Latina no se toman en serio el delito de la tortura…” segurito que tenía enfrente la figura de la fiscala general que nos toca calarnos.  Por esta peli-oxigenada y otros cómplices —y si uno usara el léxico rojo-rojito, tendría que decir “cómpllsas”, porque en eso abunda el sexo dizque débil— y sus i-s toca calarnosenada fiscala general  pasa y a decidido nsamientos distintos a los propiciados por los colonizadores cubanmirar para otro lado han sido esenciales para la duración del statu quo que tiene tullido desde hace más de quinde años el desarrollo del país.

 

Entre las miradas hacia el otro lado, hay una que es la más reciente —y cuidado si es una de las más importantes—: la denuncia que se desprende de la carta de Giordani.  La fiscala admite con descaro que no ha abierto una investigación acerca de lo que es una notitia criminis de anteojitos.  Los detalles de cómo se despilfarró el tesoro nacional (y hasta las reservas) para lograr el triunfo de dos elecciones, la del moribundo y la del ilegítimo, son evidentes.  Para nada se perturba la mechi-oxigenada por eso. Lo que hace es seguir el mal ejemplo que dio desde el 99 el difunto muerto que falleció.  Y hay que nombrar a Giordani nuevamente: Elke Tekonté, a sabiendas de su origen extranjero lo designó desde el mismo pitazo inicial para cargos en el gabinete y en otras posiciones reservadas a los venezolanos por nacimiento y sin otra nacionalidad.  Lo mismo hizo con María Cristina Iglesias.  O sea, que el desprecio por la Constitución es sistemático desde el mismo momento de su promulgación.

 

Y si eso es por los lados de la Fiscalía, por los de los tribunales y de la Contraloría tampoco se han dado por aludidos.  Es que son caimanes del mismo charco.  Estamos entre Escila y Caribdis: cuando no es el monstruo de la venalidad de los funcionarios, que los convierte en ciegos y sordos voluntarios, es el de la estupidez de un dogmatismo ideológico trasnochado que es más el producto de eslóganes aprendidos que de los estudios realizados.  Porque, de hecho, muy pocos entre ellos han investigado acerca del socialismo.  Cómo será de cierto, que hasta el troglodita sabanetense admitió que a Marx no lo había ni hojeado.

 

En descargo del nortesantandereano, hay que decir que él es uno de los pocos que ha estado sentado en un aula recibiendo clases de esa materia.  Por lo menos, de la variedad tropical que predican en Cuba hace más de medio siglo; que no es marxista, ni siquiera leninista; es estalinista hasta la cacha.  Y aderezada con la cazurrería del barbudo.  Pero, ni aún así.  ¡Es que el pobrecito es tan escaso en todo!  Tanto, que hasta su contrincante dentro del mismo PUS ha tenido que pedir (de labios para afuera, claro) que “no lo dejen solo”.

 

Ahora resulta que hasta Navarro se atreve a ir en contra de Platanote y a salir en defensa de Giordani.  Todos ellos, incluidos los reclamones de hoy, son corresponsables de la debacle en el país.  No podemos seguir aceptando que continúe mandando (porque solo hacen eso; no gobiernan) la gente que hizo fracasar a Pdvsa y las empresas de Guayana, que convirtió el signo monetario en papel sin respaldo alguno, que trasmutó en eriales al agro, que ocasionó la fuga de cerebros más grande de toda nuestra historia, que volvió flecos la educación y la salud públicas y que disminuyó a la institución militar hasta llevarla a ser solo el brazo armado del partido de gobierno.  Hay que buscar los medios para que haya un relevo en los poderes; la Constitución los prevé, lo que hay es que implementarlos.  Porque, como bien explicó recientemente el padre Ugalde: "El mal gobierno es de Maduro, pero el mal modelo político es de Chávez.  Hace falta un nuevo gobierno decidido a salir de este desastroso modelo político, antes de que se hunda el país."

 

En su cartica, Navarro tuvo los riñones de exigirle al primer inepto que se comporte como un estadista.  Imposible, por todo lo anterior y por lo que explica el viejo apotegma filosófico: Nemo dat quod non habet

 

¡Ya basta de cobas!



Esos carajos creen que todos los venezolanos nos chupamos el dedo.  Y por eso nos cargan a punta de mentiras desde hace más de quince años.  Cada una más descarada e inverosímil que la anterior.  Y para armarlas, no escatiman en llevarse por delante los derechos ciudadanos.  ¿Qué para salir de María Corina, que estorba, hay que urdir lo del magnicidio —un imposible porque el tipo es bien ordinario— hay que inventar unos correos y forjar unas conversaciones grabadas?  ¡Pues se inventan y se forjan!  ¿Que en el caso de que fuesen ciertos no pudieran ser presentados en un tribunal porque habrían sido obtenidos ilegalmente y, por tanto, serían lo que en buen derecho se denomina “el fruto del árbol prohibido”?  ¡No le pares, para eso tenemos jueces y fiscales que, puestos en la disyuntiva del dinero y el despido, son capaces de volver trizas todo lo que aprendieron de filosofía del derecho y de deontología jurídica!  ¿Qué ni siquiera un piche correo de Leopoldo existe?  ¡Pues consíguete un semiólogo tarifado que encuentre mensajes “subliminales” en un discurso que haya dicho y con eso y la connivencia de una fiscal y una jueza de la nómina lo mantenemos fuera de circulación!

 

La verdad es que esta gente es de lo más caradura que haya accedido al gobierno en toda la historia venezolana; dicen y hacen cosas que ni en tiempos de dictadura se atrevieron los mandamases de esa época.  Y se llenan la bocota con jactancias de lo mucho que respetan los derechos constitucionales, cuando lo verdadero es que el texto y el espíritu de esa norma lo empezaron a violar desde el mismo momento de su promulgación.  Con lo cual, aparte de prolongarse indebidamente en el poder, lo único que han logrado es que hoy todos seamos más pobres que hace quince años.  Pero siguen cacareando que han disminuido la pobreza en el país.  ¡Pura muela! La verdad es que necesitan que haya gente que acuda a ellos con la palma de la mano extendida y vuelta hacia arriba.  Lo admitió Giordani a Lameda hace ya varios años.  Por eso han convertido el limosneo en su gran quehacer.  Lo cual, de paso, les permite más “flexibilidades e iniciativas” en el manejo del erario.  Porque, sin tiquismiquis, este es un gobierno de ladrones, ¡ladronazos!

 

La machacona y desvergonzada propaganda oficial, aprovechando el virtual monopolio que tienen sobre los medios ha mantenido a la gente de mente más sencilla dentro de una concepción errónea de lo que le sucede a Venezuela con esta parranda de rufianes.  Y eso no es nuevo, ya desde antes de llegar al poder (para chupárselo), había personas como Tarek W. Saab que se vendían como defensores de los derechos  y protectores del pueblo.  La pregunta es: ¿dónde están ahora?, ¿qué han hecho para aliviar la injusticia que se ha cometido contra casi cuatro mil paisanos suyos que están en cárceles, o con libertad condicionada, sometidos al albedrío de un poder judicial colonizado?  ¡Nada!  Era puro mascarón de proa eso con lo que se vendían.  Las reseñas periodísticas y radio-bemba dejan ver que son otros saqueadores de la riqueza nacional.  Para ellos no es importante lo que sucede con los detenidos en las protestas, ni sus torturas subsiguientes, ni lo injusto de los procesos amañados que se les siguen.  Lo de ellos —dado que quienes los sufren son antagonistas políticos— es encubrimiento contumaz y hasta burlón.  El disfraz de defensores de los derechos lo desguazaron el mismo día en que los pusieron a mamar de la res pública.

 

Pareciera que hubiésemos llegado al 1984 que vaticinaba Orwell.  No es solo en que en el degenerado discurso de los que mangonean pululen las mentiras; es que además se hace uso extensivo del newspeak, el lenguaje  que impuso el “Gran Hermano” en la novela.  Lo que ellos llaman “avance hacia el socialismo” es un descarado retroceso hacía un totalitarismo parecido a los de los años 30 del siglo pasado; no hay una devaluación, sino un “ajuste cambiario”; la gente no hace las colas por la escasez, sino para “proteger los suministros”; los “apoyos recibidos del hermano pueblo cubano” no pasan de ser la exacción colonialista que les impuso la tiranía castrista y que nos empobrece cada día más en un parasitismo tipo “guatepajarito”: nos va secando poco a poco pero inexorablemente. 

 

Cuentan que Fidel le reclamó a Daniel Ortega cuando tuvo que entregarle a Violeta Chamorro en Nicaragua, y que el pedófilo le contestó: “Es que me ganó en las elecciones". Fue cuando el barbudo se puso la mano en la oreja y le preguntó con ironía: "¿Te ganó en qué?".  Es que él y todos los que se embelesan oyéndolo prefieren las democracias de mentira a las de verdad-verdad.  Por eso, manipulan los textos constitucionales para la reelección interminable y para gobernar mediante “habilitantes”.  Mucho me temo que no es solo por el mantenerse en la manguangua —ni por las sonoras afirmaciones de amor al pueblo que desparraman—, sino por instinto de preservación: saben que apenas salgan de su jardín de mentiras van a caer en manos de una justicia independiente y seria.  Dentro y fuera de Venezuela…

 

Verbicidas


Hay dos clases de asesinos de las palabras: los que las matan ex profeso y los que lo hacen sin saber.  Entre los primeros predominan quienes lo hacen por pura joda.  Por ejemplo, hay quienes decimos: “sindudamente”; convirtiendo en un adverbio lo que son dos palabras; o: “me es inverosímil”, por significar: “me es indiferente”.  También, por chanza, culpamos a los gochos de decir: “a Mato Grosso” cuando lo que quieren expresar es: “a grosso modo”.  Y a Hassan, un humorista colombiano muy bueno, le escuché un “apropósitamente” que me hizo desternillar.  Por cierto, quienes dicen “desternillar de la risa” también cometen un verbicidio, porque la única manera de desternillarse es con la risa.  Pero el rey del asesinato voluntario del lenguaje es alguien que se identifica en Twitter como @correoguaire.  Yo soy uno de sus seguidores más fieles aunque, por el contrario,  este personaje genera consternación entre algunos de mis amigos.  Les pongo un tuit reciente suyo: “soponsio pilato es1 enfermedat q le dio aponsio guando centero qienera el ceyor gesus”.  ¡Ojo!, que el tipo no es ningún iletrado; yo le he leído opiniones acertadas acerca de artistas como —lo pongo con su grafía— cadinqui, betobe, pisarro y serbante.  Lo hace solo, como diría Semtei, pour épater les bourgeoises.

 

Cosa distinta es cuando el verbicidio se puede imputar a la falta de instrucción de quien lo comete.  Y aquí hay que diferenciar dos tipos: aquellos desafortunados que no tuvieron oportunidad de estudiar, y otros —usando una frase muy trillada— que pasaron por la universidad pero la universidad no pasó por ellos.  La señora que hace aseo en mi apartamento, cuando hace falta algunos productos de limpieza, me deja anotado en la pizarrita de la puerta de la nevera: “disinfetante y linpiaposeta”.  Para nada me preocupa el “que galicado” de quienes gritan “¡Así es QUE se gobierna!”  Pobrecitos, si no saben hablar, ¿qué van a saber CÓMO es que se gobierna?  Cuando, me tocó servir como agregado militar en Colombia, me llamaba la atención que, al preguntar a alguien su nombre, contestara: “a YO me llaman…”, poniendo el pronombre personal como tónico donde lo correcto, y más usual, es ponerlo en reflexivo: “a MÍ me llaman”.  Su uso es recurrentemente entre los santandereanos y boyacenses, por lo que se me hace raro que —siendo él de por allá— el primer verbicida de la república (y digno heredero de quien decía “adquerir”) no emplee ese modismo.

 

Pero otra cosa es cuando personas que tienen una cartulina que certifica que son graduados de tercer nivel y exigen que los traten de “doctor”.  ¡Lo que son es analfabestias!  Solo con escucharlos en las noticias le queda a uno claro.  Hace poco, mi muy querida Marianella me hizo llegar una perla: en el eso que llaman “Plan de la Patria” —uno no sabe si llorar o reír al leerlo—y que convirtieron en ley, aparece como un gran objetivo el “desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo el mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria en el planeta”.  Todos tenemos claro que eso es como mucho para una partida de ineptos que ni siquiera ha podido surtir los anaqueles de los abastos; pero lo que quiero destacar aquí son dos verbicidios pleonásticos, o sea, de acuerdo al mataburros, “emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido”.  En principio, toda geopolítica ES internacional por naturaleza.  ¡Pero eso de “la paz planetaria en el planeta” sí que es el colmo de la redundancia!

 

¿Y qué tal de una sentencia reciente de la Sala Inconstitucional?  Me refiero a esa en la cual, para complacer una vez más al régimen,  los juristas del horror, desbocados y propasándose, intentan hacer creer que se requiere de autorización oficial para ejercer un derecho constitucional.  Cosa que ha causado risas urbi et orbi entre los juristas.  Y más se carcajearían al enterarse de que, según los togados que gritan “¡Uh, ah!”, las policías municipales “detentan una competencia” y los ciudadanos “detentan derechos”, siendo que “detentar” es según el DRAE, “ejercer ilegítimamente…”.  Y que, más adelante, afirman que ellos son los máximos intérpretes “para proferir (…) interpretaciones” acerca de los principios constitucionales. Esos inanes —que todo lo consignan por escrito— ignoran que “proferir” se refiere a pronunciar verbalmente.  En lo que no deben haberse equivocado al emplear el verbo fue cuando dictaminaron que el alcalde de Guacara “ostenta” su cargo. Porque si en algo se lucen muchos funcionarios robolucionarios es en  eso de fachar, y andar luciendo con boato lo que le han birlado al erario.

 

Sin embargo, el Oscar de los verbicidas se lo lleva Platanote por informar que él pudiera ser objeto de un “magnicidio”.  ¡Imposible!  La raíz de la palabra viene del latín magnus, que significa algo que supera a lo común.  Y él no pasa de muuuy ordinario.  Sería, en todo caso, y Dios no lo quiera, un “minicidio”...

 

 

Hay que ganar por paliza



Las comunidades que han escoger nuevos alcaldes este domingo venidero, San Cristóbal y San Diego, tienen un compromiso muy importante para con ellas mismas y la nación entera: en esos lugares, la alternativa democrática debe ganar de forma tal que les deje muy claro a los empecinados que dictan desde Miraflores que no importan las fullerías, las añagazas ni las vivezas pendejas que llevan a cabo para intentar perpetuarse en el poder.  Tienen que entender, de una manera u otra, que la mayoría de la nación ya no los quiere.  Por ser ineficientes en grado extremo, por corruptos a la enésima potencia, por pasados de sectarios, por violentos sin razón, por tramposos que les importa muy poco violentar las leyes y, por sobre todo, por haber causado la ruina de un pueblo que no se merece tal destino.  Todo lo anterior es la resultante de una dirigencia política que se regaló impúdicamente a la dictadura cubana, la cual les dice lo que deben hacer y que les impone los métodos injustos, frenéticos y brutales con los que están actuando en contra de los que “tienen la osadía” de pensar distinto y manifestar en las calles ese pensamiento.

 

Esos mismos mandatos, cocinados e impartidos desde Cuba, fueron los que originaron las injustas, alevosas, prisiones que sufren centenas de venezolanos, desde los muy jóvenes que han sido enviados a cárceles de alta peligrosidad (como todas las de Venezuela) para tratar de que otros muchachos se inhiban de manifestar, hasta los de más alta connotación política como Scarano y Ceballos, a los que se les castiga por ser eficientes y transparentes en el manejo de las municipalidades a su cargo —lo que deja muy mal parados a muchos alcaldes rojos de sus cercanías—, y porque el régimen entiende que había que “matar temprano” a algunas personas que se perfilaban como muy serios contendientes a las gobernaciones de Táchira y Carabobo.  Saben que los actuales mandatarios no repiten ni con tres Tibisays y siete Oblitas en el CNE; y que los rojos que pongan como candidatos tendrían que subirse a un corozo para ganarle a los actualmente presos.  De allí las sentencias en mala hora guisadas y condimentadas en la Sala Inconstitucional.  Tan descarada es la maniobra, que en el texto de la “sentencia” —en lo que no dudo en calificar como una extra petita— se exhorta a los tribunales penales, a la contraloría, a Raimundo y todo el mundo a que le encuentren algo indebido a los sentenciados.  Lo único que le faltó a la ponente, la reina del botox, fue poner: “…porque los necesitamos inhabilitados y, de ser posible, presos, para las próximas elecciones de gobernadores…”

 

En pureza de verdad, ese doblegamiento de todos los poderes e instituciones a lo que digan desde Miraflores —que no es sino el altoparlante de la dictadura cubana— nos debe doler a todos.  Pero en San Diego y San Cristóbal hay un motivo adicional para luchar contra esta aberración robolucionaria: en un cenáculo y en menos de seis horas, esos municipios fueron despojados de los mandatarios que ellos se habían dado.  Y que habían ganado con amplísimo margen a los candidatos que presentó el PUS.  Lo que les hicieron a los sancristobalenses y sandieguinos fue un descomedimiento tipo Jalisco: “cuando pierde, arrebata”.  Tanto que hablan de la “soberanía que reside en el pueblo” y, cada vez que pueden, la violan inmisericordemente.  Las sentencias contra  los hoy presos en Ramo Verde fueron sendas bofetadas a los electorados de esos municipios.  Máxime, cuando ese poder judicial (minúsculas ex profeso) que encierra a alcaldes eficientes y con cuentas claras, le da la libertad a uno ladronazo, corrupto e inepto, como Alca-Parra.

 

Por eso, en estas elecciones del domingo que viene, las poblaciones deberían concederle a las candidatas de la MUD tantos o más votos que los conseguidos por Scarano y Ceballos.  Y hacer que el porcentaje de diferencia con el que se gane sea mayor que el de finales del año pasado.  Sobre todo en San Diego, no tanto por el tullido que se le enfrenta a Rosa Brandonisio, sino porque esta es una mujer que, en su doble condición de concejal y de esposa de Enzo, tiene en su haber un gran número de logros por ese municipio.  Hago mía una frase encomiástica hacia Rosa que pronunciara este fin de semana la doctora Jessy Divo, la rectora  de la Universidad de Carabobo: “nunca fue primera dama de afiche”.  Lo cual es una gran verdad: siempre ha estado apoyando iniciativas y sugiriendo formas de acción que buscan hacer de San Diego un mejor lugar para vivir, progresar y criar familias.

 

Que en esos municipios, nadie se quede en su casa; hay que llenar los centros de votación.  Que estas votaciones sean una venganza muy cívica contra los desmanes cometidos contra la soberanía popular por parte del régimen.  Pero que sirvan también para acelerar la libertad de los otros presos políticos: Leopoldo, Simonovis, Lucchese —a quien solo se le cobra su lealtad para con San Diego y su alcalde— y los cientos de muchachos que continúan en terribles ergástulas, pero que no han de doblegarles sus voluntades…

 

Cuando “meritocracia” es mala palabra


 
Por más que los rojos que mangonean ahora quieran negarlo, mucho del siglo XX venezolano se caracterizó por la movilidad social como producto de la educación.  Todos conocemos a personas que, arrancando desde muy abajo, gracias a los esfuerzos que hicieron y a las oportunidades de estudio que daba el Estado, llegaron a muy altos destinos.  Quiroz Corradi —quien partiendo como office-boy, y en razón de su tesón esforzado, fue subiendo por el organigrama hasta llegar a ser presidente de la industria petrolera nacional— es quien se me viene ahora a la mente, pero son miles los que ascendieron social, política o económicamente y por sus ejecutorias le dieron lustre y contribuyeron al progreso de Venezuela.  Eran tiempos en que lo que valía más era lo que se tenía dentro de la bóveda craneal.  Por lo que se decía que al venezolano se le medía de las cejas para arriba.  En las escuelas militares me encontré con representantes de apellidos de mucho peso: Arroyo, Olavarría, De Bellard, Miller —¡ojo!, no confundir con Müller, que también era de la high-society, pero ¡ah! siempre fue orillero mental—, aunque también abundaban los que veníamos de familias PPH (pobres pero honradas).  Unos y otros tratando de descollar en el cuadro de méritos. 

 

Esos merecimientos, tanto en las carreras civiles como en la profesión militar, eran los que iban a lograr los ascensos en el escalafón.  Que al final, cuando se estaba ya para llegar a los altos grados y posiciones, podía aparecer una que otra influencia ajena a la calidad y cantidad de los servicios, no lo voy a negar.  Pero era la excepción y no la regla.  No es cierto lo que dice la leyenda negra en lo referido a los ascensos militares; ni en una décima parte de los ellos se aparecía esa condicionante.  Lo que privaba era la hoja de vida.  Me puse, de sin oficio, a revisar el librito de las promociones y encontré que en las cinco que se graduaron entre 1953 y 1958 —a las que conocí bien porque yo pertenezco a la última—, de 189 graduandos, 28 llegamos a tener soles en las presillas, y de estos, solo en uno o dos casos era notoria la influencia extra-militar.  Pero dejo claro que esos dos casos, la calidad profesional estaba presente y nunca estuvo en duda.

 

Cosa muy contraria a lo que ha sucedido en estos últimos quince años.  Las obsecuentes aseveraciones de lealtad a los dirigentes y no a los principios, la facilidad con que se declina la ética y lo debido ante las órdenes indebidas que reciben y dan; es lo que predominan —junto con la fidelidad al PUS y no a la Institución.  Todo ello como producto de un plan muy bien trazado y mantenido: impedir que surgiese un líder que pudiera hacerle sombra, o aparecer como una amenaza a la continuidad del adalid intergaláctico que nunca iba a morirse porque a él no le daba la gana.  A cuanto oficial se le notase ascendiente entre sus colegas y sus subalternos, se le dejaba sin cargo, se le abría un juicio por cualquier cosa, o se le hacía la vida tan imposible que este no le quedaba más remedio que pedir la baja y tomar el auto-exilio. Ese plan se complementaba con el aumento desproporcionado de oficiales que ostentan (utilizo bien el verbo) altos grados para impedir más aún la posibilidad de que surgiese un liderazgo dentro del ambiente militar.  Y escogiendo los candidatos de entre los menos reconocibles, por decir lo menos.  Lo cual hizo surgir aquello de que “antes, los generales y almirantes tenían que tener currículos, ahora lo que se exige es prontuario”.  Hoy, en Venezuela hay más generales que en los estamentos armados de Francia, España y el Reino Unido sumados.

 

En más de una de sus larguísimas peroratas televisivas, Elke Tekonté afirmó que lo de la meritocracia era incorrecto.  Y tanto lo insistió que, aquí, ese término ha devenido en mala palabra.  Por eso estamos como estamos.  De todo el gabinete, el único que sabe de electricidad es el nefando Giordani; pues a él lo tienen para represar dólares y meter palos entre las ruedas de la carreta empresarial; por eso, vamos de apagón en apagón.  A la cabeza de Pdvsa hay un ingenierito que por varios años actuó sin lustre en la industria petrolera y que nunca ocupó posiciones directivas; por eso —y porque el primer pito de la república botó insensatamente a más de 20 mil expertos— la petrolera estatal está quebrada; pero no salen de él porque sabe muchos secretos acerca de dónde están muchos de los ingresos petroleros, y quiénes pudieran ser imputados por esos manejos no muy transparentes.  Como estos dos ejemplos, todos podemos citar muchos más.

 

Venezuela solo retomará la senda del progreso cuando los mejores, los más capaces y los menos ladrones sean los que dirijan los ministerios, las instituciones y los entes públicos, sin mirar mucho cuáles son sus preferencias políticas.  Todos ellos, tutelados y encauzados por un mandatario que tenga algo de materia gris, una hoja de vida que muestre logros profesionales, unas virtudes notables y una honradez reconocida.  No como ahora, cuando alguien que no terminó bachillerato, no se sabe dónde nació, ni se le conoce logro notable alguno es quien decide sobre el destino en el país…

 

El cruel aislamiento



Me refiero al que sufren los presos políticos que mantiene el régimen en varias cárceles del país pero, especialmente —y en razón de la amistad que me une a un par de ellos—, al cual están sometidos los que están recluidos en Ramo Verde por la connivencia dolosa entre quienes mangonean desde Miraflores y ciertos jueces y magistrados a los cuales se les nota a la legua su rojo-rojismo.  Sin la complicidad necesaria de estos en mala hora togados, quienes hoy sufren injusta prisión estuviesen en libertad porque no se les ha podido imputar delito alguno.  Con el añadido de que para meterlos en la ergástula se violaron tanto derechos constitucionales como principios generales del derecho.  Lo que hace más grave las responsabilidades que, de cara al futuro, se les podrá arrostrar en algún tribunal de verdad-verdad.

 

Aunque lo que quiero resaltar hoy es la crueldad de mantener aislado por tiempo indefinido a cualquier ser humano, no está demás que revisemos estos principios y derechos que les han sido violados a quienes se encuentran enrejados en el tope de un cerro mirandino.  Para empezar —en su afán de ventajismo sectario, no de justicia—, los magistrados se pasaron por las verijas (me imagino que las magistradas, por sus pulposos y bien recortados mons veneris) varios artículos de la Constitución.  Por ejemplo: el Art. 44, que establece el derecho a ser juzgado en libertad; el Art.46, que prohíbe que persona alguna sea “sometida a penas, torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”; y el Art. 49, que ordena que el debido proceso sea aplicado en todas las actuaciones judiciales, cuando la verdad es que en la fulana Sala dizque Constitucional lo que se cometió fue un juicio express, actuando con ultra petita y extra petita, violando los principios del juez natural, arrogándose el papel de tribunal de excepción y ejerciendo funciones que no tienen atribuidas —todas ellas, cosas prohibidas por la “mejor Constitución del mundo”, según el de cuius de finales del 2012.  De ñapa, desoyendo lo que establece el Código Procesal Penal acerca de  cómo se pagan las puniciones —y yendo contra otro artículo de la Constitución, en este caso el 272—, aunque los hoy recluidos llenan todos los extremos legales para gozar de la suspensión de condenas, decidieron no aplicar las “fórmulas de cumplimiento de la pena no privativas de libertad”, siendo que estas “se aplicarán con preferencia a las

 

medidas de naturaleza reclusoria”.

Ahora hablemos de lo cruel del aislamiento.  Me consta que no tienen los mismos derechos que tienen los demás presos de Venezuela, inclusive los sicarios más sanguinarios.  Me fui hace un par de semanas hasta Ramo Verde para tratar de llevarles algo de compañía al alcalde Scarano y al comisario Lucchese; pero, por sobre todo, para darle el pésame a este último dado que su padre murió a los pocos días de saber que su hijo estaba encarcelado.  Fui atendido muy atenta y correctamente por el director del establecimiento penitenciario, pero fue también muy afirmativo en su rechazo a que, siquiera, pudiera darle un abrazo al recién huérfano.  Después, por lo que se lee en la prensa y por lo que me han informado las esposas de los inicuamente privados de libertad, me he enterado que sufren del aislamiento más riguroso; que solo pueden hablar con sus abogados y sus familiares más inmediatos, y eso, únicamente en contados días; que solo pueden bajar al patio a tomar sol unos veinte minutos al día, del resto, están en solitario; que ninguna forma de comunicación oral o escrita con el exterior les está permitida.  Si eso no es una crueldad innecesaria, ustedes díganme qué es.

 

El aislamiento es incompatible con la naturaleza social del hombre y entraña un sufrimiento cruel para nada conforme con la fulana “proporcionalidad entre el delito cometido y la pena impuesta” de la que hablan todos los textos de derecho y todas las normas de países civilizados.  Con el añadido de que estos presos no cometieron delito alguno que haya sido sentenciado firmemente por un tribunal penal.  El aislamiento, en países con autoridades más serias que las que padecemos actualmente, se impone solo como medida correctiva, y eso solamente por pocos días; no como una decisión injustificada aplicada desde el momento mismo del ingreso en la cárcel. De hecho, aunque la Ley de Régimen Penitenciario que nos dejó el sabanetense fenecido establece que: ”Las disposiciones de la presente ley serán aplicadas a los penados sin diferencias ni discriminación alguna…”, los presos políticos de Ramo Verde tienen menos derechos que los pranes más violentos y los asesinos más envilecidos, que reciben visitas de amigos (inclusive de bichas de aquellas), que conviven en el patio y los pabellones, que tienen celulares y que hasta mangas de coleo han puesto dentro de las penitenciarías. Más adelante, el mismo texto citado establece que entre las sanciones disciplinarias está la “Reclusión en la propia celda, hasta por treinta días”.  ¡Pero estos llevan más de dos meses!  Y su comportamiento no deja nada que desear, por lo que tampoco puede haber surgido de una sanción disciplinaria.  Solo el resentimiento social y el encarnizamiento político de los esbirros miraflorinos —acolitados por los juristas del horror, que no se nos olvide—son los que originan tan aberrante medida…

 

Un tema militar-contencioso y una ñapa



Si el cronograma de trapacerías judiciales del régimen se cumple, el día 30 de abril, quien fuera ministro de Defensa y otros tres generales con mando durante los hechos de febrero del 89 deberían estar pasando por las horcas caudinas clavadas por unos jueces de los que vociferan “¡Uh, ah!”.  Hechos de los cuales —si hubiese árbitros y fiscales de verdad en este caso— no puede imputarse, y menos culpar, a los enjuiciados.  Primero, porque, si no hay autores materiales encausados, ¿cómo se va a imputar a nadie autoría intelectual?  Segundo, porque el hecho de que  se esté en el tope de la cadena de mando no implica que esos oficiales pudieran tener el control sobre el terreno de las operaciones de las unidades desperdigadas por toda Caracas.  La doctrina militar propone: “planificación centralizada, ejecución descentralizada”.  Entonces, si hubo desmanes a nivel de algunos pelotones y compañías, quienes debieran responder de los delitos serían los comandantes de esos niveles.  Pero contra ellos no se acciona —a pesar de saberse quiénes eran-—, porque hoy muchos de ellos son grandes capitostes del régimen.  Tercero, porque los delitos que pudieron haberse cometido ya están prescritos de acuerdo a las leyes vigentes en ese momento.  No importa cuánto se enronquezca Luisa Ortega alegando: “¡Lesa humanidad!”.  El Estatuto de Roma, la norma internacional que crea ese tipo de crímenes, fue promulgado en 1998, casi diez años después de los hechos; y la Constitución nuestra los menciona solo posteriormente —como corresponde— en 1999.

 

El amañado juicio —más bien circo romano, con leones come-cristianos y todo, para entretener a las masas hambrientas— no ha de trastocar la realidad histórica.  Hay que entenderlo como una emboscada más que unos guerrilleros comunistas montan, igualito que en los sesenta, contra unos soldados venezolanos.  Y hasta con los mismos actores.  Solo que ahora los irregulares se hacen pasar por demócratas, aunque siguen obedeciendo a pies juntillas las órdenes que les mandan desde Cuba.  Y una diferencia más: los guerrilleros de otrora ya no comen sardinas en el monte, sino caviar y salmón en Miraflores…

 

Reitero hoy algo que ya dije en febrero pasado: “Conozco y soy amigo de los generales a los que se les abre un juicio —Ítalo Alliegro, León Orsoni, Maya Cardona y Fuentes Serra—; me consta que son personas ilustradas, pundonorosas, de un alto nivel moral, que tienen muy claro el concepto de lo que es debido y a quienes, si estuviéramos en un Estado de Derecho, no se les pudiera imputar por delitos cometidos por otros, que estaban a kilómetros de ellos y que no actuaban bajo sus órdenes directas”.  De ser así, con más razón habría que abrírselo a la actual MinPoPoDef y demás altos mandos por la matazón de gente que ha ocurrido, a manos de subalternos suyos durante las protestas actuales.  Es por aquello de que “lo que es bueno para la pava…” 

 

No sería ni malo abrirles, además, otro juicio —este, militar— por la bastardización de los símbolos institucionales.  Sin mirar para los lados, y sin consultar con los que saben, de repente, modificaron el escudo del MinPoPoDef.  Ahora, en vez de los cuatro cuarteles —cada uno con alegorías a las cuatro fuerzas armadas  constitucionales— nos encontramos con uno de cinco, para acuñar a los trancazos a la inconstitucional milicia.  Ya, por eso solo —por ser inconstitucional—no debería aparecer.  Pero es que tampoco está bajo el control de la almiranta (y digo bien: fue mujer de un almirante).  A la fulana milicia —como fue diseñada como una guardia de corps y una chambita para sus copartidarios—, el difunto muerto que falleció la asignó a la presidencia, no a la Fuerza Armada.  ¿Entonces, qué hace ahí en el escudo?

 

Ñapa matabúrrica

Tengo una duda: o Arcadio Delgado y sus secuaces en la Sala Constitucional desconocen que no se requiere —en parte alguna del globo— una autorización oficial para hacer uso de un derecho, por aquello de qui iure suo utitur, nemini iniuriam facit, o su sectarismo se encaballa sobre lo que saben de derecho y los hace redactar bodrios como el más reciente.  De lo que sí estoy seguro es que no es mucho el dominio del idioma que tienen.  En el potingue que cometieron, emplearon varios términos indebidamente; empezando por “detentar” —que es, según el mataburros: “ejercer ilegítimamente algún poder o cargo”— y que emplean dos veces: cuando afirman que las policías municipales “detentan una competencia” y cuando definen a “la manifestación (…) como uno de los derechos (…) que detentan los ciudadanos”. Luego dicen que esa sala es “el máximo intérprete (…) para proferir (…) interpretaciones” sobre los principios constitucionales. ¡Por Dios, proferir se refiere solo asuntos verbales!  Y las interpretaciones que hace ese combo son entregadas por escrito.  Y, por último, afirma que el accionante, asistido por Escarrá, “el malo” —no porque haya habido uno bueno, sino porque el otro, el muerto, era “el peor”—,  ostenta como Alcalde del Municipio Guacara”.  Lo cual es cierto —me consta—, pero en muy feo que en un documento oficial se afirme que ese señor “hace gala de lucimiento y boato”.  Sobre todo porque el tipo se las echa de revolucionario…