martes, 12 de agosto de 2014

Asesinato no es fallecimiento



Pero eso no parece saberlo el imbécil de Rizarrita. Resulta que hace pocos días, un turista alemán se bajo de un crucero en Margarita para conocer un territorio “chévere”, según la propaganda oficial, y lo que hizo fue encontrar una muerte aleve.  Y al zarandajo del MinPoPoTur no se le ocurre sino tuitear: “Lamentamos mucho el incidente en el cual falleció turista alemán…”  Lo menos que se le puede pedir a un periodista —y Rizarrita lo es— es que sepa usar las palabras.  Si a alguien lo matan de un tiro, no fallece —a menos que muera de mengua después de pasar varios meses en uno de los desasistidos hospitales venezolanos— porque ¨fallecer” es lo que sucede en la vejez o al cabo de una larga enfermedad.  O sea, cuando el ahora interfecto sufre un proceso gradual que lo lleva al fin de la vida.  Es exigible en cualquier funcionario público que emplee bien el lenguaje; pero el deber se agiganta si en una pared de su casa tiene pegado un papel que dice que es “comunicador”.  Pero eso, en este régimen, sería como pedirle “perras al horno”, usando las palabras de un dizque diputado.  Si no creen, pónganse enfrente del televisor durante una de las cadenas y escuchen cómo habla el nortesantandereano.

 

El verbo “fallecer” proviene del latino “fallere”, que —está de anteojitos—traduce como “fallar”, “no cumplir”.  Pero también implica “fingir”, “encubrir”; de ahí que sea la raíz de donde sale el adjetivo “falaz”.  El cual, cubre completico, a Rizarrita; porque es un pérfido y un mentiroso.  Venezuela no es más, desde hace quince años, un territorio “chévere”.  Lo fue por mucho tiempo, pero estos se encargaron de echarlo a perder al insuflar odios artificiales e incitar afanes de venganza entre las personas más igualitarias —cuya estatura se medía por lo que tenían dentro del cráneo— y en la nación con más posibilidades de progreso de América Hispana.  Son funcionarios como Rizarrita los que en verdad están haciendo fallecer a Venezuela.  Y empleo el término con propiedad: tienen quince años tratando de matarla.  Menos mal que hay quienes hacen que esta aguante todavía.

 

Transcribo algunas frases de lo que, a raíz del malhadado suceso, escribió Luis Gerardo González Bruzual,  un excelente comunicador, magnífico fotógrafo, insuperable conversador y apreciable persona que reside en Margarita y a quien tengo el honor de conocer.  “Y yo le pregunto a Izarra: ¿Y qué, ya está listo?  ¿Se solvento el problema con una disculpa por Twitter? (…) los hampones y malandros perdieron el respeto por la vida y de igual manera se comporta el gobierno al no actuar con firmeza y fuerza antes estos actos.  Con enviar un tuit no se respeta la memoria (…) de los que el régimen deja morir pudiendo evitarlo (…) Y todo los días al levantarnos y ver estos hechos, nos preguntamos, al salir a la calle, luego de encomendarnos a Dios y a la Virgen del Valle: ¿Y a mí cuándo me tocará?”

 

Con esa interrogante nos estamos preocupando todos; lo único que cambia es la advocación de la virgen a la que nos encomendamos; unos a la Coromoto, otros a la Chinita, otros a la Pastora, y así hasta cubrir todo el territorio nacional.  El desgobierno es propiciado desde lo más alto: la fiscala más ocupada en enjuiciar estudiantes protestones que en perseguir a los verdaderos delincuentes; sor Fosforito negociando con pranes, sentada en la cama de uno de ellos; el sistema penal haciéndose el loco —por miedo o por venalidad— del grave problema delictual; y los cuerpos uniformados más atareados en servir de espalderos de la nomenklatura y en proteger instalaciones (no sea que se vaya a presentar una manifestación) que en proteger las vidas y los bienes de los ciudadanos.

 

Todo eso —nadie me lo quita de la cabeza—, por diseño.  Lo que está sufriendo Venezuela es una ordalía ordenada y hecha a la medida por la gerontocracia  cubana que tanto admiran los rojos nativos.  Nos necesitan temerosos y achicados para ellos poder seguir expoliando nuestras riquezas.  Y uno no puede criticárselo a los cubiches: están haciendo lo que necesitan para que la isla no termine de fallecer, famélica, tras cincuenta y cuatro años de carencias inducidas.  Por lo menos, en eso están cumpliendo con su deber; se pudiera decir que son hasta patriotas.  Pero los de aquí no pueden alegar nada; ni siquiera solidaridad.  Como decía alguien en un tuit en estos días: no puede ser que el inmaduro esté más preocupado por el hambre en Cuba que por los enfermos de cáncer en Venezuela.  Para él, es más importante mantener un régimen que se aferra tercamente al modelo estaliniano, que no ha dado resultado en parte alguna del mundo, que propiciar y defender los valores occidentales, con su independencia de los poderes públicos, vigencia del estado de derecho y derechos humanos.

 

Por eso hay que reemplazarlo lo más pronto que sea posible…

 

Otrosí

Constituir un tribunal en un cuartel, sin suspensión de garantías, para encausar a unos jóvenes por protestar e, inmediatamente, ordenar su reclusión a 500 kilómetros del lugar de los hechos nos muestra, la cara más innoble del comunismo criollo: están creando los gulags de los que habló Solzhenitsyn.

 

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