Pero eso no parece
saberlo el imbécil de Rizarrita. Resulta que hace pocos días, un turista alemán
se bajo de un crucero en Margarita para conocer un territorio “chévere”, según
la propaganda oficial, y lo que hizo fue encontrar una muerte aleve. Y al zarandajo del MinPoPoTur no se le ocurre
sino tuitear: “Lamentamos mucho el incidente en el cual falleció turista alemán…”
Lo menos que se le puede pedir a un
periodista —y Rizarrita lo es— es que sepa usar las palabras. Si a alguien lo matan de un tiro, no fallece
—a menos que muera de mengua después de pasar varios meses en uno de los
desasistidos hospitales venezolanos— porque ¨fallecer” es
lo que sucede en la vejez o al cabo de una larga
enfermedad. O sea, cuando el ahora interfecto
sufre un proceso gradual que lo lleva al fin de la vida. Es exigible en cualquier funcionario público
que emplee bien el lenguaje; pero el deber se agiganta si en una pared de su
casa tiene pegado un papel que dice que es “comunicador”. Pero eso, en este régimen, sería como pedirle
“perras al horno”, usando las palabras de un dizque diputado. Si no creen, pónganse enfrente del televisor
durante una de las cadenas y escuchen cómo habla el nortesantandereano.
El verbo “fallecer” proviene
del latino “fallere”,
que —está de anteojitos—traduce como “fallar”, “no
cumplir”. Pero también implica “fingir”,
“encubrir”; de ahí que sea la raíz de donde sale el adjetivo “falaz”. El cual, cubre completico, a Rizarrita;
porque es un pérfido y un mentiroso.
Venezuela no es más, desde hace quince años, un territorio “chévere”. Lo fue por mucho tiempo, pero estos se
encargaron de echarlo a perder al insuflar odios artificiales e incitar afanes
de venganza entre las personas más igualitarias —cuya estatura se medía por lo
que tenían dentro del cráneo— y en la nación con más posibilidades de progreso
de América Hispana. Son funcionarios
como Rizarrita los que en verdad están haciendo fallecer a Venezuela. Y empleo el término con propiedad: tienen
quince años tratando de matarla. Menos
mal que hay quienes hacen que esta aguante todavía.
Transcribo algunas
frases de lo que, a raíz del malhadado suceso, escribió Luis Gerardo González
Bruzual, un excelente comunicador,
magnífico fotógrafo, insuperable conversador y apreciable persona que reside en
Margarita y a quien tengo el honor de conocer.
“Y yo le pregunto a Izarra: ¿Y qué, ya
está listo? ¿Se solvento el problema con
una disculpa por Twitter? (…) los hampones y malandros perdieron el respeto por
la vida y de igual manera se comporta el gobierno al no actuar con firmeza y
fuerza antes estos actos. Con enviar un tuit
no se respeta la memoria (…) de los que el régimen deja morir pudiendo evitarlo
(…) Y todo los días al levantarnos y ver estos hechos, nos preguntamos, al
salir a la calle, luego de encomendarnos a Dios y a la Virgen del Valle: ¿Y a
mí cuándo me tocará?”
Con esa interrogante nos estamos
preocupando todos; lo único que cambia es la advocación de la virgen a la que
nos encomendamos; unos a la Coromoto, otros a la Chinita, otros a la Pastora, y
así hasta cubrir todo el territorio nacional.
El desgobierno es propiciado desde lo más alto: la fiscala más ocupada
en enjuiciar estudiantes protestones que en perseguir a los verdaderos
delincuentes; sor Fosforito negociando con pranes, sentada en la cama de uno de
ellos; el sistema penal haciéndose el loco —por miedo o por venalidad— del
grave problema delictual; y los cuerpos uniformados más atareados en servir de
espalderos de la nomenklatura y en
proteger instalaciones (no sea que se vaya a presentar una manifestación) que
en proteger las vidas y los bienes de los ciudadanos.
Todo eso —nadie me lo quita de la
cabeza—, por diseño. Lo que está
sufriendo Venezuela es una ordalía ordenada y hecha a la medida por la
gerontocracia cubana que tanto admiran
los rojos nativos. Nos necesitan
temerosos y achicados para ellos poder seguir expoliando nuestras
riquezas. Y uno no puede criticárselo a los
cubiches: están haciendo lo que necesitan para que la isla no termine de
fallecer, famélica, tras cincuenta y cuatro años de carencias inducidas. Por lo menos, en eso están cumpliendo con su
deber; se pudiera decir que son hasta patriotas. Pero los de aquí no pueden alegar nada; ni
siquiera solidaridad. Como decía alguien
en un tuit en estos días: no puede ser que el inmaduro esté más preocupado por
el hambre en Cuba que por los enfermos de cáncer en Venezuela. Para él, es más importante mantener un
régimen que se aferra tercamente al modelo estaliniano, que no ha dado
resultado en parte alguna del mundo, que propiciar y defender los valores occidentales, con su independencia de los poderes públicos, vigencia del estado de derecho y
derechos humanos.
Por eso
hay que reemplazarlo lo más pronto que sea posible…
Otrosí
Constituir
un tribunal en un cuartel, sin suspensión de garantías, para encausar a unos
jóvenes por protestar e, inmediatamente, ordenar su reclusión a 500 kilómetros
del lugar de los hechos nos muestra, la cara más innoble del comunismo criollo:
están creando los gulags de los que
habló Solzhenitsyn.
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