martes, 12 de agosto de 2014

Verbicidas


Hay dos clases de asesinos de las palabras: los que las matan ex profeso y los que lo hacen sin saber.  Entre los primeros predominan quienes lo hacen por pura joda.  Por ejemplo, hay quienes decimos: “sindudamente”; convirtiendo en un adverbio lo que son dos palabras; o: “me es inverosímil”, por significar: “me es indiferente”.  También, por chanza, culpamos a los gochos de decir: “a Mato Grosso” cuando lo que quieren expresar es: “a grosso modo”.  Y a Hassan, un humorista colombiano muy bueno, le escuché un “apropósitamente” que me hizo desternillar.  Por cierto, quienes dicen “desternillar de la risa” también cometen un verbicidio, porque la única manera de desternillarse es con la risa.  Pero el rey del asesinato voluntario del lenguaje es alguien que se identifica en Twitter como @correoguaire.  Yo soy uno de sus seguidores más fieles aunque, por el contrario,  este personaje genera consternación entre algunos de mis amigos.  Les pongo un tuit reciente suyo: “soponsio pilato es1 enfermedat q le dio aponsio guando centero qienera el ceyor gesus”.  ¡Ojo!, que el tipo no es ningún iletrado; yo le he leído opiniones acertadas acerca de artistas como —lo pongo con su grafía— cadinqui, betobe, pisarro y serbante.  Lo hace solo, como diría Semtei, pour épater les bourgeoises.

 

Cosa distinta es cuando el verbicidio se puede imputar a la falta de instrucción de quien lo comete.  Y aquí hay que diferenciar dos tipos: aquellos desafortunados que no tuvieron oportunidad de estudiar, y otros —usando una frase muy trillada— que pasaron por la universidad pero la universidad no pasó por ellos.  La señora que hace aseo en mi apartamento, cuando hace falta algunos productos de limpieza, me deja anotado en la pizarrita de la puerta de la nevera: “disinfetante y linpiaposeta”.  Para nada me preocupa el “que galicado” de quienes gritan “¡Así es QUE se gobierna!”  Pobrecitos, si no saben hablar, ¿qué van a saber CÓMO es que se gobierna?  Cuando, me tocó servir como agregado militar en Colombia, me llamaba la atención que, al preguntar a alguien su nombre, contestara: “a YO me llaman…”, poniendo el pronombre personal como tónico donde lo correcto, y más usual, es ponerlo en reflexivo: “a MÍ me llaman”.  Su uso es recurrentemente entre los santandereanos y boyacenses, por lo que se me hace raro que —siendo él de por allá— el primer verbicida de la república (y digno heredero de quien decía “adquerir”) no emplee ese modismo.

 

Pero otra cosa es cuando personas que tienen una cartulina que certifica que son graduados de tercer nivel y exigen que los traten de “doctor”.  ¡Lo que son es analfabestias!  Solo con escucharlos en las noticias le queda a uno claro.  Hace poco, mi muy querida Marianella me hizo llegar una perla: en el eso que llaman “Plan de la Patria” —uno no sabe si llorar o reír al leerlo—y que convirtieron en ley, aparece como un gran objetivo el “desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo el mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria en el planeta”.  Todos tenemos claro que eso es como mucho para una partida de ineptos que ni siquiera ha podido surtir los anaqueles de los abastos; pero lo que quiero destacar aquí son dos verbicidios pleonásticos, o sea, de acuerdo al mataburros, “emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido”.  En principio, toda geopolítica ES internacional por naturaleza.  ¡Pero eso de “la paz planetaria en el planeta” sí que es el colmo de la redundancia!

 

¿Y qué tal de una sentencia reciente de la Sala Inconstitucional?  Me refiero a esa en la cual, para complacer una vez más al régimen,  los juristas del horror, desbocados y propasándose, intentan hacer creer que se requiere de autorización oficial para ejercer un derecho constitucional.  Cosa que ha causado risas urbi et orbi entre los juristas.  Y más se carcajearían al enterarse de que, según los togados que gritan “¡Uh, ah!”, las policías municipales “detentan una competencia” y los ciudadanos “detentan derechos”, siendo que “detentar” es según el DRAE, “ejercer ilegítimamente…”.  Y que, más adelante, afirman que ellos son los máximos intérpretes “para proferir (…) interpretaciones” acerca de los principios constitucionales. Esos inanes —que todo lo consignan por escrito— ignoran que “proferir” se refiere a pronunciar verbalmente.  En lo que no deben haberse equivocado al emplear el verbo fue cuando dictaminaron que el alcalde de Guacara “ostenta” su cargo. Porque si en algo se lucen muchos funcionarios robolucionarios es en  eso de fachar, y andar luciendo con boato lo que le han birlado al erario.

 

Sin embargo, el Oscar de los verbicidas se lo lleva Platanote por informar que él pudiera ser objeto de un “magnicidio”.  ¡Imposible!  La raíz de la palabra viene del latín magnus, que significa algo que supera a lo común.  Y él no pasa de muuuy ordinario.  Sería, en todo caso, y Dios no lo quiera, un “minicidio”...

 

 

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