martes, 20 de marzo de 2012

Siria es cosa seria

Estando en Caracas la semana pasada, sintonicé el Canal Clásico de la Radio Nacional porque uno a veces tiene la suerte de que estén haciendo honor a su nombre y transmitan música clásica en vez de fárragos del Zar Coma Andante. No la tuve, estaban transmitiendo “noticias” internacionales que a la legua se notaba que eran de las que fabrica la parranda de cubanos que le impone las políticas informativas al régimen. El locutor explicaba que “millones” de sirios se manifestaron en el centro de Damasco para apoyar al régimen y para dar gracias a Venezuela por el apoyo que le prestan al presidente de ese país. Se notaba tan “cocinada” la noticia que me acordé del título de un artículo que escribí en el ya lejano 2006: “Pelea lejana, ¿problema nuestro?”



Porque eso de Boves II de salir a apoyar a Bashar al-Assad, quien ha asesinado a más de 8 mil personas en menos de un año, no pasan de ser frasquiterías y ganas de aliarse con cualquiera —sin importar su enanismo moral— que parezca adversar al imperio meeesmo.  Y si se quedara en la verborrea, pudiera hasta pasarse. Pero es que también lo favorece con unos envíos de diesel que necesitamos más aquí para que las plantas eléctricas no se paren tan seguido, y que van a contrapelo con la decisión internacional de aislar al oftalmólogo devenido en carnicero.



Pero es que el Mussolini de a locha que nos ha tocado en desgracia cree que sabe más de geopolítica (y de todas las demás materias) que todo el mundo. Solo cuatro países apoyan al actual régimen sirio. Que Rusia y China lo hagan y bloqueen las medidas que la mayoría de los países de la ONU piden a gritos, es comprensible: necesitan complicarle la vida a Occidente; que lo haga Irán, se entiende: es el único aliado y cómplice que le queda en el Oriente Próximo. ¿Pero nosotros, qué vela tenemos en ese entierro? Ninguna, solo el afán de Elke Tekonté de figurar como l’enfant terrible de la esfera internacional. Eso, en el momento en el que muchos países árabes —que deben saber mejor lo que pasa por estar más cerca, hablar la misma lengua y practicar la misma religión— le están dando la espalda a al-Assad; en que Turquía, su vecino del norte y uno de los socios comerciales más importante, está cerrando su embajada y pidiendo a todos los turcos que salgan de Siria. Más aún: el primer ministro de ese país informó que su gobierno estaba considerando la posibilidad de poner soldados turcos en territorio sirio para establecer una zona de amortiguación militar y, así, poder manejar mejor el flujo de refugiados sirios en la frontera. El presidente de la Creciente Roja turca informó que esa organización calcula el ingreso de “hasta 500 mil refugiados en una situación extrema." ¡Y el Iluminado Sabanetense desecha ese cúmulo informativo! Claro, 8 mil muertos, con un alto porcentaje de pacíficos ciudadanos entre ellos, le parecerán una nimiedad al responsable de unos 18 mil asesinatos al año en esta tierra que fue de gracia.



Termino citándome a mí mismo (cosa chocante, lo admito). Es el final de lo que dije hace siete años: “Yo no sé ustedes, pero el miedo que a mí me da es que el Primer Locutor de la República —quien está chingo de las ganas por pelear una ‘guerra asimétrica’ con el ‘imperio’, que está enamoraíto perdío del presidente iraní, y quien jura que ya tiene a la América Hispana metida en el bolsillo— le dé por tratar de embelesar a un auditorio más, el de Oriente Medio, y meta a esta sufrida y aguantadora patria nuestra en una contienda ajena.



Si leyera las poesías de Mahmoud Darwich, un gran poeta palestino, pudiera entender que esa parte del mundo está compuesta por ‘Estados artificiales, gobernados por autócratas, tiranos, clérigos y militares corrompidos, (que) mantienen en la pobreza y la ignorancia a unas poblaciones civiles caídas en la más absoluta miseria, víctimas indefensas de un Islam “puro” y arcaico que les promete el paraíso, a través de la guerra revolucionaria, o la redención material, a través de un nuevo orden’. Pero no, él prefiere leer las ramplonas de Tarek Saab...”


Un agradecido saludo

Para el poeta Joaquín Burgos, una persona con muchísimos méritos como docente, encariñado con las bellas letras y buen cultor de ellas. Aunque no puedo estar más en desacuerdo con él en lo que se refiere a política, para mí es un honor poder considerarlo como mi amigo. En su artículo del sábado pasado, comentó y hasta me dio la razón en lo que escribí el martes pasado. Es que entre la lengua y el sexo no debe haber pelea. ¡Claro, si ambos siempre se han llevado tan bien!