Hace dos semanas critiqué en este espacio el afán del régimen de igualar por debajo. Señalé que de este no se salvaba la Fuerza Armada y que, en ella, su más reciente expresión era ese intento de convertir a individuos de tropa en oficiales en escasos meses por medio de un “curso express”. Lo que resultará en un fraude a esas personas y a la república, igualito que lo que sucede con los profesionales madurados con carburo que saca la “Misión Sucre”. Pero claro, el régimen quiere hacer buenas aquellas vallas en las cuales una fámula expresaba algo como: “Hoy cachifa, mañana neurocirujana”.
Me temo que en esa ocasión no me expliqué bien porque varias personas pertenecientes a la tropa me reclamaron. Uno me manifestó que concordaba con mis opiniones “exceptuando una parte donde muy educadamente quiere despotricar a la tropa profesional. Le voy a recordar que (…) los primeros oficiales que se formaron de la Guardia Nacional (…) fueron tropas, (…) sus raíces vienen de la tropa. (…) Hoy en día, existen muchos guardias que son profesionales universitarios.” Le escribí dando explicaciones. En su respuesta me autorizó para usar sus palabras pero en condición de anonimato. Y me pedía que hiciera notar en mi artículo, “que la tropa profesional también tiene meritos y gallardía (…) siempre ha actuado y contribuido (…) en el desarrollo y la historia del país (…) a cambio de nada, solamente de la satisfacción del deber cumplido...” Cosa que no tengo empacho en ratificar.
La seriedad del reclamo que me hacen, me obliga a hacer algunas precisiones. Es cierto que algunos oficiales de los comienzos de la Guardia Nacional provinieron de la tropa. Pero, de hecho, lo contrario era la regla: en la primera promoción de la Guardia Nacional —a pesar de de no haber diferencias en las materias cursadas ni en el tiempo de escolaridad—, a sólo los doce primeros del cuadro de méritos se les ascendió a subtenientes; el resto, por razones de escalonamiento organizacional, recibió diversas jerarquías de tropa, siempre de acuerdo al orden de mérito. Unos y otros lo hicieron tan bien que fueron la columna sobre la cual se irguió la GN. Posteriormente, debido a las purgas que sufrieron las Fuerzas Armadas en 1945 y 1948, el Estado debió apelar a otras fuentes de reemplazos de manera acelerada. Se dictaron cursos y, en la GN, 32 fueron promovidos de esa manera. También se ascendió a 24 directamente, sin curso alguno. O sea, que no fueron muchos los elevados desde la tropa. No dejo de reconocer que entre esos 56 oficiales hubo algunos excepcionalmente buenos y capaces. Tuve el honor de servir con personas como Lucio Cárdenas, y Rovero Zambrano, que fueron tan buenos que llegaron a los más altos grados, y el primero hasta comandante general fue. Pero el grueso del grupo no tenía muchas capacidades. Unos no eran muy instruidos que digamos, lo que incidía sobre sus ejecutorias en los cargos, pero eran unos caballeros en toda la extensión de la palabra. Pero el grueso no daba brillo a la institución (aunque algunos llegaron a oficiales superiores). Una anécdota merece ser contada para ilustrar. Alguien, a quien conocíamos con el apodo de Cuchepe, parado delante de la formación, para imponerse, amenazaba que él era “inflexible con las faltas de disciplina, ¡y con las de indisciplina también!”
La república debió apelar a esos ascensos de personas no muy bien formadas porque era otra Venezuela, una más rural, donde no había muchas posibilidades didácticas. Pero, hoy, cuando la educación es más diversa, no creo que haya sido conveniente que se ascendiera a los suboficiales a oficiales “técnicos” sin un exhaustivo análisis de sus méritos académicos. Algunos de ellos adquirieron conocimientos durante sus carreras, y hasta diplomas universitarios lograron. Pero son los menos. Si se necesitaba llenar las plazas vacantes dejadas por quienes, desilusionados, pidieron la baja, se hubiera podido llamar a profesionales universitarios graduados en las diferentes carreras y darles un curso de formación de oficiales (que no debiera ser de menos de dos años).
Ni los oficiales “técnicos” ni los oficiales “express” servirán para apuntalar la capacidad y la eficiencia de una Fuerza Armada ya está bastante resquebrajada por la partidización de sus mandos, la creación de una “milicia” que no pertenece a ella, las modificaciones interanuales de la ley que la rige, los ridículos niveles de sueldo y la muy escasa protección social que tienen sus oficiales, las tareas menestrales ajenas a la defensa que deben cumplir, y la presencia de extranjeros mangoneando en la planificación y las operaciones. Para colmo, ahora parece que van a aumentarles las dosis de lavado de cerebro: en una nota de prensa se informa que los altos mandos viajarán a las guarniciones para explicar lo chévere que es ser socialista…