Una alerta antes de comenzar: el título puede resultar engañoso. Porque no voy a referirme a esas monstruosidades que en forma de sentencias produce regularmente el Tribunal de la Suprema Injusticia. No es de la convalidación obsecuente que sus magistrados hacen de las órdenes de Boves II que voy a escribir. O sea, no es de los casos de Simonovis, Afiuni, Pilieri y otros parecidos que voy a teclear. Esos fallos, habiendo sido producidos voluntariamente (provoca escribir “incurridos”), no pueden catalogarse de errores en derecho ya que estos para perfeccionarse requieren de equivocaciones de buena fe que anulen el consentimiento y, por tanto, invaliden el acto jurídico. Pero los togados que firman decisiones mientras gritan “¡Uh, ah!” saben muy bien lo que están haciendo. De lo que voy a escribir es de los errores prosódicos de esa alta instancia.
Por la TV vi la reseña del acto de inicio del Año Judicial. La quijada se me cayó cuando escuché a la presidenta del TSI —ese dechado que, que, sólo buscando que Elke Tekonté la ratifique en su cargo, ordena a los jueces, por escrito, no hacer cumplir una ley específica aunque ya haya sentencia firme— cuando dijo que el pueblo “detenta” el poder. Me dije: “Si esta señora no sabe que ‘detentar’ es ‘retener y ejercer ilegítimamente’ ¡qué quedará para los demás togados!” Me metí en el portal de ese dizque poder para ver si era que había oído mal. Pero no; resulta que la señora dijo que ellos estaban centrados “en equilibrar el Poder del Estado con el legítimo poder soberano detentado por el pueblo”. ¡Dios!
Ya que estaba metido en esa página, seguí leyendo las “Palabras de Apertura”, como las llama un redactor de reseñas, con esa mayusculotas que no caben, que más adelante eleva a José Temiente a ¡doctor! ¿Cuándo se graduó de algo ese sepulcro blanqueado? Reto al reportero a que me muestre un diploma que me contradiga. Rangel es un enano ético tan poco ilustrado como su jefe. Pero al igual que él, es un osado que confirma el dicho aquel de que “la ignorancia es atrevida”. Cosa que le ha servido: tiene rial por bojotes; y hasta vicepresidente fue…
Quien escribió el reportaje más adelante explica que: en el acto estuvieron presentes 1.275 jueces, “lo cual es un hecho inédito en esta actividad”. La frase merece dos comentarios. Uno, es que ahora descubrimos que no sólo a los pata-en-el-suelo los carretean en autobuses, a los jueces también. El otro se refiere a esa manía de usar “inédito” cuando lo que se quiere decir es “insólito”, “inaudito”, “poco común”. “Inédito” es sólo lo que no ha sido publicado.
Retomo el tema luego de las digresiones. Más adelante, la señora expresó que “no se han escatimado esfuerzos para dar respuesta a los justiciables”. En una decena de palabras, dos errores. Primero está ese “han” que parte de la creencia que “esfuerzos” es el sujeto de esa oración cuando es parte del predicado. Si el sujeto está indefinido, debiera ser “ha” porque en esos casos se debe usar la tercera persona del singular. Y luego está ese “justiciables” que pareciera referirse a unas personas que son parte en un juicio. ¡Pues no! Esa palabra está limitada a los hechos, que pueden ser objeto de juicio; no las personas que son parte de él. Para estas últimas, la palabra sería “enjuiciable”.
Posteriormente, misia presi explicó que se ha “hecho énfasis para formar al juez nuevo”. Con el mero “énfasis” sobre esos señores no se logra nada. Quizás lo que intentó decir fue que “se ha hecho un esfuerzo”, o algo parecido. Pero el “énfasis” no pasa de ser una afectación en el habla. Busquen para que vean. Sus sinónimos pudieran ser: “sonoridad”, “prosopopeya” y hasta “pomposidad”. En una pieza oratoria durante un acto que según el reportero era “Solemne” (tanto, que lo pone en mayúscula) no cabe.
Pero, quizás es que le estoy pidiendo peras al olmo. Esa misma gente poco ilustrada es la que habla de “violencia de género” cuando analiza casos en los que un marido bestial la emprende a palos contra su mujer. Digámoslo de una vez: la única violencia contra géneros que conozco es la que se hace cuando alguien rasga una tela. Y eso no merece que se saque una ley especial. Lo que pasa es que, ignaros que son, creen que “género” y “sexo” son sinónimos. Lo que nosotros tenemos y gozamos (gracias en mucho al doctor Pfizer) es “'sexo”. “Género”, aparte de ser sinónimo de “tela”, tiene una acepción que puede ser la que genera el error: es la significa “clase a la que pertenecen los sustantivos, pronombres y algunos adjetivos. Y son tres: masculino, femenino y epiceno. “Sexo” es lo que la magistrada deseara , pero con esa feúra…
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