miércoles, 16 de noviembre de 2011

Villanos sobre el escenario

En la ópera, la voz de barítono casi siempre está reservada para personajes solemnes, como el gran sacerdote en “Madama Butterfly”, Wotan en “El anillo d los nibelungos” y el faraón, en “Aída”, o personajes trágicos, como Rigoletto y Macbeth, en la ópera que llevan esos mismos nombres. De cuando en cuando, aparecen figuras cómicas, como Fígaro y Bartolo en “El Barbero de Sevilla”. Los rusos escogieron tonos de barítono, no de tenor, que es lo usual, para algunos de sus personajes principales, como Eugenio Onegin, Boris Godunov y el Príncipe Igor, en las óperas de iguales títulos. Pero lo que quiero destacar hoy es a ciertos villanos que cantan en esa tonalidad. Porque, la ópera y de la vida real son similares en que en ellas actúan muérganos que disfrutan amargándole la vida tanto a quienes tienen roles en la escena como quienes ven desde la platea. Vale decir, de los que formamos el grueso de la población

Claro que también hay bribones desvergonzados que cantan en la gama de tenor. Recordemos al Pinkerton de “Madama Butterfly”, un irresponsable que seduce a una joven inocente, la preña, la abandona y, después del parto, le manda a quitar el muchachito con la esposa legítima. ¡Con razón, a Cio Cio San no le queda más remedio que hacerse el harakiri! Por otra parte, el aria probablemente más popular en todo el mundo la canta el Duque de Mantua, en “Rigoletto”; un gran carajo, un abusador que busca tener sexo hasta con las esposas de los miembros de su corte. La gente tatarea “La donna è mobile” por su música pegajosa sin saber, quizá, que es toda una afrenta contra las mujeres, quienes según el bribón están en el mundo para ser engañadas por él. El duque, si viviera en el siglo XXI y no existiera Esteban Dolero sería la viva imagen del abuso de poder.

En “Otelo” nos encontramos a Yago. Su manipulación de personas desprevenidas, que tienden a pensar bien, hace que el moro asesine a su casta esposa y, luego —al ver la monstruosidad que ha cometido por el engaño que ha sufrido— se suicide. ¿Qué mueve a Yago? El despecho de ver que el ascenso que, según él le tocaba, se lo dieron a otro. Me imagino que el Dux, cuando lo manda a arrestar, estaba pensando en hacerle cargos por difamación, calumnia, intento de asesinato y hurto. Lástima que los jerarcas rojos de por aquí no sufrirán pena parecida. Por una doble razón. Primero, Elke Tekonté ha creado tantos ministerios y tantas canonjías que a cada uno le tocará la suya y no habrá pelea. Y, segundo, en el caso de que alguno sea llevado a tribunales, por ser de alto rango, serán presentados en el Tribunal de la Suprema Injusticia; allí, de manera guillada le mostrarán sus sendos carnés a la Stella de Yaracuy, y ¡presto! Declarados inocentes…

Otro maluco de antología es el Don Giovanni de la ópera del mismo nombre escrita por Mozart. El tipo es un cortesano tan bragueta brava que se jacta de las mujeres que ha engatusado para obtener sus favores. Tantas, que Leporello, su sirviente, explica que sus conquistas son: 640 en Italia, 231 en Alemania, 100 en Francia, 91 en Turquía, “ma in Spagna, mile tre”. El personaje, basado en la obra de Tirso de Molina, es tan inicuo que no solo mata al Comendador padre de una joven a la que trata de seducir, sino que se mofa de la estatua que le levantan a este y la invita a cenar. No contaba con que el Comendador se le iba a presentar en el banquete y se lo iba a llevar para el infierno… Cosa que uno quisiera también para quienes llevaron a la muerte a Franklin Brito y tantos otros; y a quienes mantienen en prisiones injustas, arbitrarias, a tanto prisionero político como hay.

Y está el Scarpia de “Tosca”, un personaje tan abyecto que al mismo momento que manda a sus sicarios a buscar a sus opositores políticos para ahorcarlos reza un Te Deum. Para mí, este personaje y el Mefistófeles de “Fausto” son los más malucos de toda la lírica. Pero Mefistófeles tiene que ser así porque es el diablo, el propio Don Sata. Pero que un ser humano se ensañe —encaramado en el poder— contra alguien por pasiones bajas es el colmo. Tortura a quienes considera sus enemigos, los manda a “ajusticiar”, extorsiona a quien le apetece sexualmente. Para que vean lo muérgano que es: le promete a Tosca que el fusilamiento de Mario solo será una patraña para dejarlo escapar después, cuando lo que le dice al esbirro es todo lo contrario, que lo maten. Recibe su merecido de manos de Tosca, pero por la consecuencia de sus acciones, queda un reguero de cadáveres. Igualito que por aquí, pues…




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