sábado, 11 de febrero de 2012

Al que no vote, le cae


Me niego a ver vainas ridículas y a escuchar mentiras; por eso no me calé el desfile con el cual el régimen, una vez más, intenta desdibujar la historia para justificar lo que fue una vulgar asonada cuartelera y convertirla en algo digno de ser elogiado. Resulta que, para esa gente, hay golpes buenos y golpes malos. Para ellos, puede haber relatividad en los principios. Ven en blanco y negro solo cuando les conviene.



Ahora salen diciendo que se sublevaron de repente, insuflados por un hálito divino, contra un supuesto golpe de derecha. Que no existió nunca. Fue solo el invento de alguien en la infame Sala Situacional para difuminar lo que ya el gorila mayor había explayado: que él y su logia estaban conspirando desde los años ochenta.



Por no haber logrado los objetivos que se trazaron para el 4-F, y por ser ésta una revolución inventada, no han podido reemplazar del todo a las Fuerzas Armadas con sus milicias. Se ha demorado un El desfile fue diseñado para asustar a los que intentamos votar en las primarias. Y mostrar que ahora las milicias tienen más poderío que las fuerzas armadas constitucionales —exhibieron sistemas de armas que no están adscritos a las unidades regulares sino a ese brazo armado del partido gobiernero. Pero perdieron su tiempo: no van a amilanarnos. El domingo próximo, todos los que queremos el bien de la patria vamos a votar. Allí estaremos todos los que creemos que puede haber una Venezuela más justa, un país donde no se condene por pensar diferente, un gobierno menos opresor, unas instituciones en las cuales las decisiones las tomen venezolanos mejores y menos rapacidad que los actuales.



poco el eclipse de las FAN como institución y su sustitución por una milicia inconstitucional. Pero de que estamos en esa vía, estamos. Lástima que hay quienes parecieran no darse cuenta de esa amenaza.



La estrategia del en mala hora hegemón ha sido no una de fortalecimiento de la Fuerza Armada sino de debilitamiento —sin importar cuántos sistemas de armas compre y cuanta verborrea gaste en asegurar lo contrario. Necesita su debilitamiento para mantener el control sobre la institución. Uno de sus estratagemas ha sido la selección de una cúpula militar muy mediocre y corrupta, a la cual —sin embargo— se le ha dado honores inmerecidos y autorización para que se enriquezca. Condición: que repitan las falacias de Mentira Fresca.



Este, según reseña la prensa, habló del “sacrificio de los jóvenes estudiantes (…) de Valencia que se unieron en la rebelión”. Y llega al descaro de hablar de quienes, según él, “masacraron al pueblo”. Vamos por partes. En Valencia, la masacre la comenzó el grupo de vándalos (no de estudiantes) que atravesó la ciudad —desde Bárbula hasta el módulo de Canaima, a unos 15 kilómetros— para un deporte que ellos inventaron: “cazar policías”. A tal fin, emplearon vehículos y armas robadas. Causaron muertes y heridas entre personas que no estaban haciendo mal a nadie, que estaban acuarteladas, casi indefensas, armadas sólo con revólveres “cach’epalo”. Y que tuvieron que sufrir el ataque aleve de una banda numerosa que disparaba armas mucho más potentes. Ese ataque cobarde, ahora quieren convertirlo en “gesta revolucionaria” con “héroes” a los que las aureolas les quedan grandes.



Ya lo saben, el domingo vamos a votar en masa. Y a quien se quede en casa, ¡le cae!... la vergüenza de no haber participado en una empresa hermosa que busca la redención nacional.



Aclaratoria

El miércoles pasado tuve el honor de participar en una de las mesas redondas que auspicia El Carabobeño con los precandidatos de la MUD. La reseña del evento, por aquello de lo precario del espacio periodístico, hizo que yo apareciera afirmando que “este es un régimen militarista y, como tal, tiene que tener a un militar que reprima e intimide a la población”. La primera parte, la ratifico; pero la segunda hace parecer que yo generalizo en el criterio. Afortunadamente, la pregunta la llevé escrita. Lo que dije, textualmente, fue: “El actual es un régimen militarista; por lo que requiere de un tipo especial de militar; uno, no que disuada a un posible invasor sino que reprima e intimide a sus conciudadanos; que recuerde la posesión de la ‘violencia legítima’ de la que habló Trotsky; y que preste su imagen para una supuesta capacidad de mando y eficacia que, lamentablemente ha quedado negada por los hechos (…)¿Cómo hacer para que el nuevo gobierno pueda reencausar hacia la institucionalidad a todo este aparato?



Fíjense que explico que es un tipo “especial” de militar. Uno que no se corresponde con los parámetros profesionales actuales en otras naciones civilizadas, sino con los que le convienen al régimen. O sea, uno en el cual no valen los méritos ni la verticalidad, sino la ilusión de sometimiento…

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