sábado, 11 de febrero de 2012

Mentiras frescas del Gran Patán

Todos estamos claros en que de trece años para acá, las cadenas televisivas ya no son más el instrumento del que se vale el gobernante para hacer anuncios importantes, alertar de un problema inminente o darle más fasto a una conmemoración. Ya hasta los más ciegos de los rojos admiten que ahora esa posibilidad comunicacional no pasa de ser un recurso más que tiene Elke Tekonté para el autobombo, los intentos de glorificación, y el “bajeo” de los de mentes más sencillas. Siendo así, a nadie le pudo extrañar que en la más reciente emisión de “Desmemoria y Cuentos” abundaran la inmodestia y las mentiras.



Nadie, entre los masoquistas que se calaron la cadena, iba a escuchar informaciones veraces acerca de kilómetros de carreteras construidas, hospitales puestos en funcionamiento, disminución de la deuda externa y minucias de esas que ocupaban el grueso de las memorias y cuentas de los mandatarios anteriores. Lo que escucharon fue una repetición, corregida y aumentada— del mazacote de lugares comunes, patrañas y autoensalzamiento de años anteriores. Lo que busca es esculpirse una estatua de dimensiones heroicas. Pero que no llega sino a la aberración de algo así como un “busto ecuestre”. La acuciosidad periodística nos reseña que el tipo dijo “yo” 745 veces en las casi 10 horas de cháchara. Mientras que las palabras que identifican a las cosas que verdaderamente preocupan a los venezolanos aparecieron con parvedad. El mismo reportaje señala que el cuentista desmemoriado pronunció “inseguridad” dos veces y “violencia” otras 13. Ni siquiera los vocablos “socialismo” y “socialista” (se supone que son los que lo mueven) aparecieron frecuentemente: solo treinta veces en su prolongado bodoque.



Y, al hablar del problema de la inseguridad, para no variar, metió otra mentira: aseguró que el problema de la violencia aumentó cuando en el país se le permitió a las alcaldías y a las gobernaciones manejar sus propios cuerpos policiales. ¡Falso de toda falsedad! Las policías de Venezuela, a lo largo de la historia, fueron municipales. Hasta que en el primer gobierno de Caldera, los gobiernos estadales también recibieron atribuciones y responsabilidades policiales. O sea, hace más de cuarenta años. Pero la muertamentazón es de hace diez para acá. ¡Que no escurra el bulto!



Otro detalle del reportaje indica que, a veces, el tipo se sale del intento de apoteosis propia y le tira una migajita a otros de sus cómplices: cuando mencionó a “Carabobo” (seis veces) fue para hacerle propaganda a su candidato (y seguro perdedor), el chofer de Zelaya. No se notó mucho porque ya parece que a medio mundo le ha salido un callo en la parte del cerebro que tiene que ver con la lógica y que debe alertar que no es lícito —mucho menos, ético— hacer propaganda proselitista en actos oficiales. Pero como esos ventajismos son de todos los días, alguna gente los siente como normales. ¡Pues, no! Eso es delito de acción pública. Pero la mayoría de los fiscales y los jueces están muy distraídos gritando “¡Uh, ah”! Y los otros están enculillados, no sea que les pase lo de la doctora Afiuni.



Dice a cada rato que la MUD, las primarias y los precandidatos no lo preocupan en lo más mínimo. ¡Pero cómo los ataca! Es casi una fijación. Tanto, que les dedicó algún tiempo en su monserga. Y tuvo el tupé de decir que después de las primarias va a comenzar una “precampaña” ¡Qué riñones! Si en eso ha estado los trece larguísimos años de su mangoneo. La verdad es que le preocupa tanto el doce de febrero que hasta el cierre del consulado en Miami tiene que ser visto como un intento de minimizar los resultados. En las relaciones exteriores lo que priva es la reciprocidad: “¿Expulsaste un funcionario de mi país? ¡Pues yo aviento a uno del tuyo!” Era lo esperable. Pero no. Prefirió —después de dejar claro que no expulsaría a nadie de la instancia consular estadounidense porque “el Gobierno venezolano no posee razones para desalojarlos del país”— dejar a los paisanos suyos que viven en Florida, Georgia y las Carolinas desasistidos. En fin de cuentas, después de trece laaaargos años no ha entendido que debe ser el presidente de todos los venezolanos.



De tan narcisista que es, creyó que se la iba a comer al permitir que algunos diputados de la alternativa democrática tomaran la palabra. ¡Y una más se dio un tiro en un pie! Porque —además de que Julio Borges lo desnudó en su mentira de las “casas dignas” para los damnificados cuando le señaló que todavía quedaban más de cien mil en los refugios, y Dávila lo conminó a liberar a los presos políticos— se le apareció una María Corina que lo sentó de rabo.

No les echo el cuento porque ya toda Venezuela sabe lo que pasó. Y la aplaude…




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