martes, 26 de febrero de 2013

¡Es la economía, estúpido!

 Durante el fin del año pasado, aprendí un término nuevo.  Para ser más preciso, descubrí un “maracuchismo”: la palabra “incóbrito/a”.  En el Zulia se emplea para designar a una persona que carece de dinero, que está “limpia”.  Y me parece fascinante porque une al viejo prefijo latino “in”, en el sentido de carencia, de negación, con el localismo “cobres” que se emplea como sinónimo de “dinero”.  O sea, que si alguien consigue estar “de incógnito” también puede sufrir como “incóbrito”.  Y que es como nos sentimos todos los venezolanos después de que la dupla Giordani-Merentes nos clavó casi un cincuenta por ciento de devaluación, dizque por órdenes del secuestrado en Cuba.  Vaya usted a saber…

Ese par de funcionarios ha sido, en los últimos tiempos, el responsable del estado exangüe, famélico, de las finanzas, por razones del mal disimulado afán comunista del régimen.  Ellos son los culpables de que más de la mitad del PIB se vaya en pagar la adiposa nómina oficial y el ineficiente y poco transparente presupuesto.  Ellos son los causantes —con las devaluaciones y nuevas exacciones que inventan— de que el peso del gasto público caiga mayormente sobre los hombros de los ciudadanos de a pie.  Y ahora tratan de remendar el capote dando altas justificaciones para la medida tomada.  Con palabras ampulosas afirmaron que era por el bien de las mayorías.  En ese sentido los siguió ese que dicen que es canciller pero no nos consta.  En una declaración afirmó que esa medida servirá para proteger “los dólares del pueblo venezolano" y ayudará al país a vender productos nacionales al exterior.  ¡Falsas ambas aseveraciones!  Primero, porque después de haberse empeñado durante catorce años en acabar con la industria privada en el país y establecer traba tas traba para la producción nacional, nada o casi nada podrá ser exportado.  Y, que yo sepa, ya ellos desde hace mucho tiempo decidieron que el pueblo no debe tener dólares.  A menos que estén empleando el sofisma de que Esteban es el pueblo.  Y que, como los Castro decidieron que platanote, ojitos-lindos y ramirito debían ser los albaceas de aquel, los dólares le pertenecen a la nomenklatura criolla.  La verdad verdadera es que la medida solo favorece al gobierno en su irresponsabilidad de seguir abultando la liquidez antes del venidero proceso comicial.

Porque esta gente no ve sino con las gríngolas del electoralismo.  Pero en eso no están solos: los de los partidos agrupados en la MUD tampoco se alejan de esa percepción: que si cuántos concejales me tocan, que si en tal circunscripción tendrá más chance de salir electo, etc.  La tragedia es que en Venezuela, muy pocos —poquísimos— personajes piensan en la dimensión verdaderamente filosófica de la política, en la Política con mayúscula, que nos debiera conducir a un futuro mejor a todos en el país.  ¿Hay alguno de los líderes preocupado por el avance soterrado pero firme de las comunas en detrimento de los municipios, en lo que es una subversión del texto constitucional?  No parece.  Todos están solo obsesionados con el acceso a alguna posición de poder.

En fin; que —en eso del cortoplacismo y en el afán de mantenerse pegados a la ubre de la res pública— no se diferencian nada de los actuales detentadores de facto del poder.  Alguien —ojalá sean muchos y muy convincentes— tiene que llamarles la atención, reconvenirlos y pedirles que traten de ver lejos en política.  En ese sentido, me llamó la atención que, del lado de los rojos, algunos también están dando muestras de preocupación.  Por ejemplo, la profesora Mariclen Stelling —alguien que por apellido, patrimonio y posición social debiera tener más afinidades con la oposición que con el régimen— declaró en el programa dominical de José Temiente que los rojos en el poder “se convirtieron en triunfalistas y perdieron la noción de la realidad”.  Que entre ellos “había una suerte de electoralismo, y estábamos abocados a ganar elecciones, y eso hizo que se perdiera el norte.”  El norte de ellos no es el que marca la estrella Polar sino el dibujado desde hace medio siglo por Fidel, pero eso no le quita méritos a la aseveración: todo el mundo está empeñado en obtener victorias electorales (o lo que ellos creen que son) y por eso no están pensando en Venezuela; solo en sus conveniencias a corto plazo.

Para ver lejos es que se fueron formando las diferentes teorías políticas.  Las verdaderas —porque eso que llaman “socialismo del siglo XXI” ni es socialismo ni es de estos tiempos— requieren planificar el futuro.  Y este no se concibe sino con plétoras morales.  Pero también se requieren riquezas materiales que sustenten el desarrollo de los ciudadanos.  Por eso, actualmente, en Venezuela, hay que recordar el letrerito que tenía Clinton sobre su escritorio: "It's the economy, stupid!"

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