Alguien que disfruta de una mente muy preclara y que expresa su pensamiento en varios medios me escribió (y tengo su autorización para citarlo): “Ayer recibí amenazas telefónicas si no dejo de escribir contra ‘ellos’. Si no obedezco sus instrucciones, me darán donde más me duele. El llamador se identificó como perteneciente a uno de los peores grupos terroristas en la ciudad capital. (…) Por favor aconséjeme sobre lo que debe hacerse en ese caso. Hablé con (…) y me aconsejó caminar tres pasos atrás y dos pasos adelante; o un retiro para prepararme para volver en una mejor ocasión. Escribir utilizando un seudónimo está fuera de lugar. Mis hijos y nietos son todo lo que he conseguido. Ellos dependen de mí. Son vulnerables. La amenaza es contra ellos. Confieso que estoy muy preocupado. Nunca he sido un cobarde. Si la amenaza fuese solo contra mí, pudiera soportarla. Yo puedo defenderme y si muero, no es tan importante. Son tan cobardes que amenazan a mi familia. No sólo me amenazan. Sé que pueden lastimar a uno de mis familiares. (…) Déjeme por favor saber su recomendación. Debe haber pasado por amenazas similares en su carrera…”
He aquí lo que le contesto:
Querido amigo: me imagino que la experiencia tuya es muy parecida a la mía: por cada llamada, correo o twit odioso u ofensivo que recibes, te llegan ocho o diez que comentan bien tus escritos, concuerdan contigo y apoyan lo que dices en ellos. Es a estos últimos a los que debes prestar atención. En mi caso, a casi todos los que me escriben les contesto individualmente aunque sean cuatro líneas en las que agradezco que me lean, que se tomen el tiempo de escribirme y de hacerme saber sus opiniones. Dependiendo del tono, trato de darles una respuesta apropiada. Aunque hay veces que no me digno en contestar. Por ejemplo, esta semana recibí uno que, literalmente, me etiqueta como: “el malandroso General Seijas Pitaluga (sic), quién como analista deja mucho que desear, pero que como racista y manipulador de mentes de venezolanos tiene mucho que buscar.” Ese pobre diablo no merece contestación.
He recibido amenazas desde hace muchos años contra mí y mi familia. Pero no pasan de ser eso: amenazas. No obstante, dado que la ciudad en donde vives tiende a ser diferente, y sus votantes más viscerales, no está demás hacerle caso a nuestro común amigo en lo de ralentizar las denuncias. Menos mal que tú tienes un gran cúmulo de conocimientos de todo orden; dedícate a otros temas que la fecundidad mental tuya te permite analizar con solvencia. Pero asegúrate de denunciar esa amenaza. Y compromete a los rojos sensatos de allá —sí, difícil de creer, pero los hay— a que salgan en tu defensa y que afirmen el derecho que nos da la Constitución a podernos expresar nuestro pensamiento libremente, aunque vaya a contrapelo contra lo que “ellos” aspiran. “Por ahora” tenemos libertad de expresión en Venezuela. Tú eres un personaje conocido y reconocido en la ciudad. Eso y tu estatura moral son la mejor defensa que tienen tú y tus familiares contra los ataques arteros de gente estrecha de mente.
Sigue predicando y enseñando. Son tu vocación, apostolado y deber autoimpuesto. Pero no está demás quitarle el polvo a la pistola que puedes portar legalmente. Y alertar a los familiares. Es lo que me tocó hacer a mí después de muchos años de andar desarmado. Porque hay gente bruta…
Otrosí 1
La semana pasada, el inefable Cadivi emitió nuevas reglas para obtener divisas y puso en vigencia unas fulanas “solicitudes bianuales”. Espero que sea solo una nueva muestra de mal empleo del lenguaje por parte del oficialismo, y que no haya que solicitarlas DOS veces al año, que es lo que la palabra indica. Porque el Diccionario panhispánico de dudas explica que “bianual” es lo “que se produce dos veces al año”, y que “no debe confundirse con “bienal” (‘que dura dos años’ o ‘que se produce cada dos años’).
Otrosí 2
Recientemente, Clive Crook, un reconocido columnista de “Bloomberg View” y, “The Economist” nos explicó por qué “autócrata elegido” ya no es más un oxímoron; que es solo “una categoría confusa”. Que lo usual es que haya sólo dos tipos de Estado: “libres y no libres. Democracia, buena; autocracia, mala”. Que el ganador del 7-O “representa una tercera vía, que podría estar cogiendo fuerza” en el mundo. Y que “la democracia le ha servido mejor que la autocracia absoluta, la cual habría alineado a las oposiciones, nacional y extranjera más eficazmente. Las democracias que inhiben la libertad —dadas ciertas circunstancias— pueden ser más fuertes que las tiranías absolutas: se prestan mejor para dividir y gobernar”…
Los que deseen leer el artículo completo (está en inglés), búsquelo tecleando en: bloom.bg/SKtS0k.
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