martes, 12 de agosto de 2014

Estupideces para tapar escándalos


Y viceversa.  Como estamos inanemente mandados por unos babiecas que solo son avispados para entrarle a saco al erario, los venezolanos tenemos que padecer, semana tras semana, el sartal de sandeces que inventan para tapar los alborotos en los que se ven envueltos, y el rimero de tole-toles  que generan para intentar encubrir las muchas estupideces que ya son como marca de fábrica de los desgobernantes actuales.  La semana pasada —y aunque no es mucha la capacidad de asombro que nos queda— nos quedamos pasmados al ver cómo trataron de ponerle, con lo que fuese, un silenciador al estruendo del narcogeneral, alias “el pollo”, detenido en Aruba; y no se les ocurrió algo mejor que disponer que le dieses sendas golpizas , en cayapa, y mientras estaban durmiendo, a unos inermes presos políticos que están en una cárcel militar donde no debieran estar —por dos razones: porque son inocentes, y porque unos civiles a los cuales no se les ha imputado delito alguno, delito militar mucho menos, no tienen por qué estar recluidos en esa instalación.  La “requisa” que devino en tunda inmisericorde, estemos claros, no fue decidida por el coronel que tiene a cargo la instalación penitenciaria; eso fue algo ordenado desde muy arriba.

 

Los golpes recibidos por el alcalde Scarano y el comisario Lucchese me duelen mucho; casi como que si los hubiese recibido yo.  Porque soy amigo de ambos desde hace más de treinta años.  Y porque Toti (como le decimos cariñosamente a Salvatore) es familia, aunque sin nexos sanguíneos; es una de esas familias que se constituyen por decisión.  Desde que su padre, don Vincenzo tuvo que salir de Venezuela —como consecuencia del razonable terror que sintieron él y a doña Rosalía, luego de haber sido torturados por horas por una banda de delincuentes que entró en su casa para robarlos— Toti decidió, e informó a los allegados,  que yo reemplazaría al padre emigrado.  Reconozco que fueron pocos los consejos que tuve que darle; porque siempre fue persona sensata; pero mis hijos lo tienen como un hermano, y hasta compadre de mi hijo varón es.

 

Salgo de la digresión y regreso al tema.

 

El tal “pollo” no es ninguna mansa paloma; una perita en dulce, menos.  Desde el año 2008 está sindicado internacionalmente por colaborar con las FARC en sus operaciones de terrorismo y narcotráfico.  De hecho, es uno de los muchos nombres de autoridades venezolanas, civiles y militares, que aparecieron en el computador de Rafael Reyes.  Según ese comandante guerrillero, Carvajal les había ofrecido a las FARC tanto armas como listas de nombre de personas prominentes que pudieran ser secuestradas para obtener fondos.  Y por ahí se comenta que, luego de ser cómplice de alias “Jabón” en tráfico de drogas, lo mandó a raspar en un escondite que este tenía en los Andes para que no lo mencionara si lo agarraban preso.

 

Al tipo se le complica más la cosa, de ser extraditado a los Estados Unidos, porque al llegar a su destino puede que se le agraven los cargos, de narcotráfico a terrorismo, con lo cual sería sujeto de la “Patriot Act” y por lo cual hasta pudiera pisar el suelo de su amada Cuba, pero no para tomar mojitos en el “Tropicana” sino del lado de acá de la cerca de Guantánamo.  No hay duda alguna de que los conmilitones (y hasta socios) de quien ya no usa caras chemises rojas sino un burdo atuendo anaranjado deben estar asustados: corren el riesgo de que no puedan salir de Venezuela a gozar de sus mal habidas fortunas en ningún país serio y desarrollado; solo les quedarían, sus amadas Cuba, Bolivia y Siria.  Porque Ni en Nicaragua ni en Rusia estarían seguros.  En la primera, el pederasta y dipsómano (para ponerlo elegantemente) del Ortega es capaz de venderlos por cuatro lochas (es un decir, me refiero a “verdes”); y en la segunda, se miran en el espejo de Snowden, que no está preso, pero que tampoco tiene mucha movilidad.  Además, las mafias rusas saben cómo cobrar protección a otros mafiosos.  Y, por si fuera poco, allá pega mucho frío; no como cuando se retrataban con Mickey Mouse en Orlando…

 

En todo caso, hay que recordar las declaraciones de Makled, aquellas en las cuales informaba que tenía en nómina a varios generales (por cierto, ¿qué será del sirio con más reales después de Harum-Al-Rashid?).  Al recordar esos nombres, y ver lo que está sucediendo, me entra un fresquito: un general a quien hace años le dije que por su comportamiento no era un caballero ni un oficial, mucho menos un hombre, es mencionado en esas declaraciones como el que recibía 200 millones para repartir —miti-miti— por quien está matando su tiempo aprendiendo papiamento. 

 

Otros intentos distractivos apurados por el régimen van desde el ridículo y momentáneo: “No volamos a Aruba, sí volamos a Aruba”, con la cual iban a pagar, una vez más, inocentes por pecadores, hasta la novísima alcahuetería de la Sala Inconstitucional, capitaneada por Madame Botox, berreando porque a un impoluto copartidario los malucos gringos —encompinchados con los muérganos holandeses y con la complicidad de los desagradecidos arubanos— lo detuvieron y lo secuestraron por algo de lo que es inocente.  Es que nunca leyeron a Tirso de Molina: “no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”…

 

Un disparo que mató a millones


Dentro de pocos días se cumplirá cien años del comienzo de lo que se llamó en esa época la Gran Guerra y después pasó a ser conocida como la Primera Guerra Mundial.  Fue una conflagración que inicialmente debió estar limitada a dos países en el centro de Europa pero que al final implicó una lucha en la cual se enfrentaban combatientes de los cinco continentes y que necesitó el llamamiento a las armas de casi 65 millones de soldados.

 

¿Por qué se llegó a este horrible hecho después de que Europa había disfrutado de un siglo de relativa paz?  Antes de contestar, hay que señalar que los estadistas europeos, a partir de 1814 habían diseñado un sistema de equilibrio del poder  que devenía de la aceptación tácita de una norma: ninguna nación podía adquirir una posición predominante que le permitiera dominar a las otras. Si lo intentaba, las otras se coaligaban y lo intimidaban.  Era una política disuasoria  que buscaba impedir la aparición de un nuevo Napoleón que se apoderara de Europa.  Su objetivo era asegurar la paz no dando a las guerras ninguna perspectiva razonable de ganancia y haciendo que las pocas hostilidades que llegasen a producirse quedasen restringidas a objetivos limitados que no amenazasen el equilibrio existente, que se resolviesen en pocos días mediante una o dos batalla decisivas.

 

El pero estaba en que la supervivencia de ese sistema de seguridad colectiva requería que una de dos cosas: un gobierno constitucional en el cual el parlamento pudiera ponerle frenos al mandatario que tuviese afanes de ganancia o gloria; o, en las monarquías absolutistas que abundaban a comienzos del siglo XX, un soberano responsable, prudente, capaz de auto-refrenarse y de hacerse obedecer por los militares. Autoridades así dejaron de existir en Alemania después de la muerte de Guillermo I, en Rusia después de la muerte de Alejandro III, y en Austria-Hungría cuando Francisco José comenzó a declinar por la senectud.  A eso, súmesele que Francia era una república donde no había gobiernos fuertes; tanto que en los 45 años de la pre-guerra hubo 42 ministros de Guerra y Marina. En ninguno de esos países había instituciones políticas — apoyadas sobre bases constitucionales— capaces de ejercer la autoridad sobre los militares.

 

Mucho del drama se debió a que el planeamiento y la política militares se dejaron casi exclusivamente en manos de los altos mandos.  Eso llevó a que durante la Gran Guerra se pudiera observar el sorprendente espectáculo de inmensas maquinarias humanas —con todo y sus piezas de repuesto— avanzando según unos planes irreversibles hacia lo que devino en un frente fortificado desde Suiza hasta el mar, con flancos imposibles de rodear, y en el cual tantos millones de vidas fueron sacrificadas en una ordalía cruel y en vano.  Esa guerra nunca ha sido igualada en la relación sacrificios sangrientos versus logros mezquinos.

La decisión se produjo finalmente, no por una batalla decisiva de las que preconizaba Klausevitz, sino por el agotamiento del recurso humano.

 

Los disparos que hizo Gavrilo Princip el 28 de junio de 1914 no solo asesinaron al archiduque Francisco Fernando y su esposa; fueron también las primeras notas de una sinfonía trágica marcada por los compases de billones de disparos de todo calibre y terminada en una coda de más de treinta millones de personas inmoladas. También fueron el pistoletazo de salida para la concreción de un fatal cronograma de movilizaciones.  Entre el 28 de julio y el 23 de agosto volaron declaraciones de guerra por toda Europa. Y hasta el lejano Japón se metió en la contienda. 

 

Bárbara Tuchman nos explica en “The Guns of August” que "Europa era un montón de espadas, apiladas tan delicadamente como briznas de paja; no se podía sacar una sin mover las otras".  Lo que faltaba era un incidente casual, una decisión imprudente o un gesto desesperado para que se desencadenase todo. Los hechos de Sarajevo fueron ese detonante.  Por desdicha, el asesinato del heredero de un emperador al que le quedaba poca vida — uno que reunía condiciones personales, firmeza de carácter y visión política— impidió que llegara a la corona alguien que hubiese podido detener la descomposición política de Austria.  Y, así, de la guerra.

 

Por estos lados, y cien años después, no sería malo que meditásemos sobre estas cosas y reflexionemos si debe darse a los militares tanta intervención (y hasta intromisión) en asuntos de Estado.  Primero, se puede correr el riesgo de confundir unos objetivos militares designados por oficiales sin formación política con los grandes objetivos nacionales.  Aquí no es muy probable que ocurra porque lo que abunda son jefes que dan ganas de llorar por su enanismo mental, su avidez de riqueza y su genuflexa sumisión a los colonizadores cubanos.  Pero puede suceder…  Después, por la existencia de un poder legislativo que no sirve de check & balance del ejecutivo sino que le estampa sello de legitimidad a todos los desmanes que decidan el capitán Hallaca y el PUS. Y, para rematar,  un “monarca” poco ilustrado que se resiste a dejarse asesorar por consejeros sensatos e ilustrados, que trata de sofocar la participación ciudadana, y que se aferra a sus prerrogativas —sin darse cuenta de que, en realidad, ya no puede ejercerlas.  O sea, igualito que su tocayo Nikolai en la Rusia de 1914…

 

Diferencias notorias


La semana pasada, iba yo atravesando uno de los bares del hotel más grande y con más estrellas de Valencia —porque tenía que llegar a un salón donde varios amigos nos íbamos a reunir para celebrar un cumpleaños— cuando escuché: “Ahí va Pittaluga” (muy pocos en Valencia, solo los más cercanos, emplean mi apellido paterno al referirse a mí; y eso que a mi papá le costó un realero ese noviazgo y esa boda con mi mamá).  Voltee para corresponder aunque fuese con una sonrisa ese reconocimiento y hete aquí que a quien veo es a un prominente dirigente del PUS regional, sentado con un diputado de bastante renombre y otros correligionarios suyos, alrededor de sendos vasos de escocés caro en un bar caro.  Me refrené para saludarlo y fue cuando aquel dijo en voz alta, para congraciarse con sus copartidarios: “Este general es el único que me ha puesto preso”.  Se refería a los lejanos tiempos, hace más de veinte años, en los que yo era miembro del Gobierno de Carabobo y él era uno de los “líderes” del movimiento universitario en la UC.  No me quedó más remedio que mirarle fijamente a los ojos y contestarle, también en voz alta, como para que me escucharan los “reinvolucionados” —empleo este término porque, aunque sospecho que entre ellos hay algún “robolucionario”, creo que a la mayoría no les cabe ese término.  Le dije, con sonrisa burlona: “También diles que, en esa oportunidad, te trataron muy distinto a como sucede ahora con los estudiantes presos por manifestarse con métodos igualitos a los tuyos…”  Y seguí.

 

Porque, hay que aclararlo de una vez; a ese señor nunca se le violaron sus derechos, ni fue torturado, ni humillado; mucho menos, perseguido con fiscales y jueces complacientes que vociferan “¡Uh, ah!” —lo que es el pan de cada día con este régimen.  De hecho, él ni preso estuvo; solamente se le detenía por algunas horas y luego se dejaba en libertad; lo que le permitía seguir aupando y protagonizando desórdenes y tropelías junto con los ilusos que lo acompañaban.  Que ahora deben estar enterándose con asombro de que su antiguo cabecilla se “echa palos” en establecimientos muy diferentes a la residencia estudiantil de Naguanagua donde vivía.   

 

Dejo claro, que en los tiempos de la detención del ahora tomador de buenos güisquis, más bien sobraban los instrumentos para contener a los que protestaban.  Hasta la Ley sobre Vagos y Maleantes —que aquí fue derogada porque, supuestamente, no se puede presumir la peligrosidad, pero que sigue vigente en Cuba— facultaban a las autoridades ejecutivas a tomar medidas.  Pero ninguno de ellos, independientemente de lo grave de la alteración que hubiesen protagonizado sufrió los rigores que hoy padecen los muchachos encerrados junto a criminales dispuestos a la sevicia  y bajo al arbitrio de guardianes que se deleitan con el ensañamiento.

 

Pero es que la concepción del Estado era otra, profundamente democrática; con lunares, pero genuina.  Hoy, por el contrario, aunque disfrazados de demócratas, los personeros del régimen están convencidos de que, logrado el poder, no debe ser entregado jamás.  Y que si para eso hay que apelar a medios bastardos, a desvirtuaciones de la Ley, ¡pues sea!  Una de las muestras más palpables de lo que digo, está en las palabras de la fiscala mechi-pintada, amenazando con penas a quienes  se manifiesten “en actitud hostil, contra el gobierno” y a quienes afirmen que van a estar en la calle hasta que dimita Nikolai.  Señora, revise el DRAE, “hostil” no tiene las denotaciones que usted le quiere dar.  Y los manifestantes no tienen razones para protestar con una sonrisa en la cara, sino con el ceño fruncido.  Ahora, la misma funcionaria —aupada por el capitán Hallaca— parece estar lista para encausar por traición a la patria a Ramón Muchacho por decir en el exterior que en Venezuela las cosas no marchan bien.  ¿Y es que dijo alguna mentira?  ¿O reveló un secreto de Estado?  Eso es “público, notorio y comunicacional”, para decirlo con una frase excesivamente manida.  ¿Hizo Muchacho algo distinto a lo que llevó a cabo el muerto fallecido cuando tomó la palabra, vestido de liquilique, contando con la presencia del Tío Barbas, en la Universidad de La Habana?  ¡No!  Pero es que ahora se usa salsas diferentes para cocinar, dependiendo del sexo de los pavos.

 

Por eso, el ensañamiento contra los presos políticos que sufren en ergástulas sin haber cometido delito, solo por pensar distinto.  Dramática la escena de la hija de Leopoldo ante la reja de la prisión, clamando para que la dejaran visitar a su padre y mostrarle el traje con el que se había presentado en su final de año escolar.  Eso es lo que pretende el régimen: que los opositores entiendan que se puede avasallar impunemente hasta a quienes no ha sido siquiera imputados.  Que, a pesar de las prédicas de labios afuera acerca de democracia e inclusión, no les tiembla el pulso para adoptar como propias prácticas empleadas por dictadores, pasados y actuales, contra quienes osen siquiera pensar en reemplazarlos.  Y lo más triste es que, si leemos a Giordani entre líneas, ni siquiera es por una convicción política, sino porque les gusta mucho la plata…

 

Los cerros bajaron…


…pero, ¡oh, desilusión!, fue para hacer colas.  Uno los ve, pacientes, resignados, bajo el sol o la lluvia, para tratar de obtener los productos más básicos que necesitan.  Parece que ninguno de ellos se acuerda de cuando era normal ir al abasto, agarrar un pote de leche o un litro de aceite, y dirigirse hacia la caja registradora, sin restricciones, sin ser marcados en los brazos con chocantes números garrapateados por un uniformado analfabeto.  Cuando, ¡al fin! logran su cometido tras horas de espera incivilizada, regresan resignados hacia sus barrios.  Porque solo consiguen lo que buscan en supermercados que quedan a varios kilómetros y un par de autobuses de distancia.  Ya que en su vecindad, y por más que el régimen diga que lo suyo es la inclusión de los más pobres, no se logra adquirir esas cosas.  Saben que en los mercales no abunda sino los estantes vacíos y los milicianos obesos.  Y fotos del Intergaláctico fallecido, ¡no faltaba más!

 

Todo, porque este es un régimen que hacen  poco con las manos (aparte de robar) y destrozan mucho con los pies.  Han dilapidado cantidades de divisas que para enunciarlas hay que escribir quince ceros a la derecha del guarismo.  Sin que se vean los resultados.  Ni una sola obra de envergadura en estos quince años.  El tren de Puerto Cabello a Caracas es la muestra más patente porque corre paralelo a la Autopista Regional del Centro y puede ser visto por los usuarios de esa obra —que ya cumplió sesenta años y sigue con los mismos dos canales con la que lo inauguró Pérez Jiménez.  Antes dije: “corre paralelo”, pero solo es una figura retórica, porque si algo está inmóvil es ese monumento a la desidia, a la imprevisión económica y a la falta de sensatez en la programación.  Son tan superficiales en la planificación que, al verse sin fondos, decidieron recortar el proyecto y terminar en Cúa.  Y ni así han podido terminar algo que el Supercomandante dijo que iba a inaugurar en el 2008.  Si la carga que llega por Puerto Cabello no puede ser llevada hasta Caracas, las autopistas seguirán llenas de gandolas, el puerto de La Guaira —cuya vocación es, más bien, turística y de pasajeros—l seguirá recibiendo mercancías que tendrán que llegar al Área Metropolitana por otra autopista supercongestionada.  Como este ejemplo de incuria, dejadez e impericia oficiales, cientos más pudieran ser comentados: las empresas de Guayana, los galpones de los valles de Aragua, las plantas cementeras; pero creo que ya queda claro lo que se pretendía decir.

 

La tragedia de la robolución es que siguen empeñados en poner por encima de la obstinada realidad los principios trasnochados de un fulano “Plan de la Patria” que preconiza hasta la regeneración del género humano en todo el orbe pero que no es capaz de resolver los apagones, la inseguridad y la provisión de alimentos a las masas.  La gente más humilde, la que ellos han manoseado y utilizado desde el inicio, la está pasando terriblemente mal.  Con razón se les están escabullendo; después de agarrarse durante quince años al clavo ardiente de las promesas,  encuentran que no hay para ellos una esperanza que se sustente en basamentos creíbles.  Ya despertaron del opio que les insufló Mentira Fresca; lo que notan ahora es que las ansias de poder, el afán de ganancia, la prédica del odio y la ineptitud de los dirigentes terminaron por matar eso que se les vendió como “revolución”.  Ahora ven que mientras duró el dinero para comprar votos y corromper voluntades los lisonjearon, que lo que hacían era sobornarlos.  Pero que, al llegar la época de las vacas flacas —sin tener un José bíblico que los asesorara, sino un Giordani obcecado en el socialismo real—, los dejaron de lado; no importa cuánto se deshagan Platanote y sus cómplices en embelecos radiotelevisados.  Que están en el país de “no hay”.

 

El más reciente embuste es: “Vamos a cambiarlo todo para servir al pueblo”.  ¿Y entonces? ¿Qué es lo que habían estado haciendo durante ya larguísimos quince años y medio?  El tipo es tan insubstancial, tan sin ideas, tan títere de los Castro, que ahora se trae a un octogenario cubiche que contribuyó al empobrecimiento de esa isla.  Ni que la economía cubana fuese un ejemplo de boyancia.  No han podido levantar cabeza ni con los regalos que primero les hacían los soviéticos, y ahora los rojos nativos.  Al ilegítimo no se le ocurre sino traer a un tipo que, cargo que ocupaba, actividad que se arruinaba, ya fuese en el Banco Central, la cañicultura, o el fomento industrial.  Pero, probablemente, no fue por la propia voluntad del ocañero, o del politburó rojo, que se trajo al carcamal cubano sino que haya sido una imposición más de la gerontocracia castrista.  Esperemos que, con todo lo chocante e indeseable que es, esta asesoría no pase de ser otra, carísima, que no llegará a ninguna parte. Igualito que con el otro cubiche que vino a asesorar en lo de los apagones. ¿Qué sabe burro de chicle bomba? Si no hay economía boyante, ni buen servicio eléctrico, en Cuba, ¿qué puede asesorar ese par de valetudinarios?  A menos que sea en la instauración de paredones; en eso sí son expertos...

 

Mientras tanto, los bajados de los cerros siguen en las colas.  Pero “tanto va el cántaro al agua”…

 

Relevo súbito



Ya llevamos año y medio adoleciendo de madurismo y lo único que perciben los venezolanos son las raciones diarias de mentiras, corrupción, ineficiencias y represión que prodiga el régimen donde “preside” el heredero ilegítimo.  Como estas mentiras son tan palpables, ya hasta la gente de mente más sencilla empieza  a entenderlas como lo que son: cobertores con las que intentan encubrir sus ineptitudes y latrocinios.  De allí que después de cada cadena divulgadora de embelecos, a Platanote no le quede otro recurso —habiendo ya dilapidado todo el pan que todavía quedaba después de la rebatiña ordenada por el difunto, y no disponiendo del histrionismo circense de este— que seguir ordenando más represión.  Tal es la fuerza aplicada contra todo aquel que ose expresar pensamientos distintos a los propiciados por los colonizadores cubanos y sus cómplices criollos, que hasta la ONU —organismo de lentitud y ceguera reconocidísimos— ya ha tomado conocimiento de lo que pasa y se ha decidido, por lo menos, a denunciarla.  Cuando su relator especial para la tortura declaraba que “…los fiscales y los jueces de América Latina no se toman en serio el delito de la tortura…” segurito que tenía enfrente la figura de la fiscala general que nos toca calarnos.  Por esta peli-oxigenada y otros cómplices —y si uno usara el léxico rojo-rojito, tendría que decir “cómpllsas”, porque en eso abunda el sexo dizque débil— y sus i-s toca calarnosenada fiscala general  pasa y a decidido nsamientos distintos a los propiciados por los colonizadores cubanmirar para otro lado han sido esenciales para la duración del statu quo que tiene tullido desde hace más de quinde años el desarrollo del país.

 

Entre las miradas hacia el otro lado, hay una que es la más reciente —y cuidado si es una de las más importantes—: la denuncia que se desprende de la carta de Giordani.  La fiscala admite con descaro que no ha abierto una investigación acerca de lo que es una notitia criminis de anteojitos.  Los detalles de cómo se despilfarró el tesoro nacional (y hasta las reservas) para lograr el triunfo de dos elecciones, la del moribundo y la del ilegítimo, son evidentes.  Para nada se perturba la mechi-oxigenada por eso. Lo que hace es seguir el mal ejemplo que dio desde el 99 el difunto muerto que falleció.  Y hay que nombrar a Giordani nuevamente: Elke Tekonté, a sabiendas de su origen extranjero lo designó desde el mismo pitazo inicial para cargos en el gabinete y en otras posiciones reservadas a los venezolanos por nacimiento y sin otra nacionalidad.  Lo mismo hizo con María Cristina Iglesias.  O sea, que el desprecio por la Constitución es sistemático desde el mismo momento de su promulgación.

 

Y si eso es por los lados de la Fiscalía, por los de los tribunales y de la Contraloría tampoco se han dado por aludidos.  Es que son caimanes del mismo charco.  Estamos entre Escila y Caribdis: cuando no es el monstruo de la venalidad de los funcionarios, que los convierte en ciegos y sordos voluntarios, es el de la estupidez de un dogmatismo ideológico trasnochado que es más el producto de eslóganes aprendidos que de los estudios realizados.  Porque, de hecho, muy pocos entre ellos han investigado acerca del socialismo.  Cómo será de cierto, que hasta el troglodita sabanetense admitió que a Marx no lo había ni hojeado.

 

En descargo del nortesantandereano, hay que decir que él es uno de los pocos que ha estado sentado en un aula recibiendo clases de esa materia.  Por lo menos, de la variedad tropical que predican en Cuba hace más de medio siglo; que no es marxista, ni siquiera leninista; es estalinista hasta la cacha.  Y aderezada con la cazurrería del barbudo.  Pero, ni aún así.  ¡Es que el pobrecito es tan escaso en todo!  Tanto, que hasta su contrincante dentro del mismo PUS ha tenido que pedir (de labios para afuera, claro) que “no lo dejen solo”.

 

Ahora resulta que hasta Navarro se atreve a ir en contra de Platanote y a salir en defensa de Giordani.  Todos ellos, incluidos los reclamones de hoy, son corresponsables de la debacle en el país.  No podemos seguir aceptando que continúe mandando (porque solo hacen eso; no gobiernan) la gente que hizo fracasar a Pdvsa y las empresas de Guayana, que convirtió el signo monetario en papel sin respaldo alguno, que trasmutó en eriales al agro, que ocasionó la fuga de cerebros más grande de toda nuestra historia, que volvió flecos la educación y la salud públicas y que disminuyó a la institución militar hasta llevarla a ser solo el brazo armado del partido de gobierno.  Hay que buscar los medios para que haya un relevo en los poderes; la Constitución los prevé, lo que hay es que implementarlos.  Porque, como bien explicó recientemente el padre Ugalde: "El mal gobierno es de Maduro, pero el mal modelo político es de Chávez.  Hace falta un nuevo gobierno decidido a salir de este desastroso modelo político, antes de que se hunda el país."

 

En su cartica, Navarro tuvo los riñones de exigirle al primer inepto que se comporte como un estadista.  Imposible, por todo lo anterior y por lo que explica el viejo apotegma filosófico: Nemo dat quod non habet

 

¡Ya basta de cobas!



Esos carajos creen que todos los venezolanos nos chupamos el dedo.  Y por eso nos cargan a punta de mentiras desde hace más de quince años.  Cada una más descarada e inverosímil que la anterior.  Y para armarlas, no escatiman en llevarse por delante los derechos ciudadanos.  ¿Qué para salir de María Corina, que estorba, hay que urdir lo del magnicidio —un imposible porque el tipo es bien ordinario— hay que inventar unos correos y forjar unas conversaciones grabadas?  ¡Pues se inventan y se forjan!  ¿Que en el caso de que fuesen ciertos no pudieran ser presentados en un tribunal porque habrían sido obtenidos ilegalmente y, por tanto, serían lo que en buen derecho se denomina “el fruto del árbol prohibido”?  ¡No le pares, para eso tenemos jueces y fiscales que, puestos en la disyuntiva del dinero y el despido, son capaces de volver trizas todo lo que aprendieron de filosofía del derecho y de deontología jurídica!  ¿Qué ni siquiera un piche correo de Leopoldo existe?  ¡Pues consíguete un semiólogo tarifado que encuentre mensajes “subliminales” en un discurso que haya dicho y con eso y la connivencia de una fiscal y una jueza de la nómina lo mantenemos fuera de circulación!

 

La verdad es que esta gente es de lo más caradura que haya accedido al gobierno en toda la historia venezolana; dicen y hacen cosas que ni en tiempos de dictadura se atrevieron los mandamases de esa época.  Y se llenan la bocota con jactancias de lo mucho que respetan los derechos constitucionales, cuando lo verdadero es que el texto y el espíritu de esa norma lo empezaron a violar desde el mismo momento de su promulgación.  Con lo cual, aparte de prolongarse indebidamente en el poder, lo único que han logrado es que hoy todos seamos más pobres que hace quince años.  Pero siguen cacareando que han disminuido la pobreza en el país.  ¡Pura muela! La verdad es que necesitan que haya gente que acuda a ellos con la palma de la mano extendida y vuelta hacia arriba.  Lo admitió Giordani a Lameda hace ya varios años.  Por eso han convertido el limosneo en su gran quehacer.  Lo cual, de paso, les permite más “flexibilidades e iniciativas” en el manejo del erario.  Porque, sin tiquismiquis, este es un gobierno de ladrones, ¡ladronazos!

 

La machacona y desvergonzada propaganda oficial, aprovechando el virtual monopolio que tienen sobre los medios ha mantenido a la gente de mente más sencilla dentro de una concepción errónea de lo que le sucede a Venezuela con esta parranda de rufianes.  Y eso no es nuevo, ya desde antes de llegar al poder (para chupárselo), había personas como Tarek W. Saab que se vendían como defensores de los derechos  y protectores del pueblo.  La pregunta es: ¿dónde están ahora?, ¿qué han hecho para aliviar la injusticia que se ha cometido contra casi cuatro mil paisanos suyos que están en cárceles, o con libertad condicionada, sometidos al albedrío de un poder judicial colonizado?  ¡Nada!  Era puro mascarón de proa eso con lo que se vendían.  Las reseñas periodísticas y radio-bemba dejan ver que son otros saqueadores de la riqueza nacional.  Para ellos no es importante lo que sucede con los detenidos en las protestas, ni sus torturas subsiguientes, ni lo injusto de los procesos amañados que se les siguen.  Lo de ellos —dado que quienes los sufren son antagonistas políticos— es encubrimiento contumaz y hasta burlón.  El disfraz de defensores de los derechos lo desguazaron el mismo día en que los pusieron a mamar de la res pública.

 

Pareciera que hubiésemos llegado al 1984 que vaticinaba Orwell.  No es solo en que en el degenerado discurso de los que mangonean pululen las mentiras; es que además se hace uso extensivo del newspeak, el lenguaje  que impuso el “Gran Hermano” en la novela.  Lo que ellos llaman “avance hacia el socialismo” es un descarado retroceso hacía un totalitarismo parecido a los de los años 30 del siglo pasado; no hay una devaluación, sino un “ajuste cambiario”; la gente no hace las colas por la escasez, sino para “proteger los suministros”; los “apoyos recibidos del hermano pueblo cubano” no pasan de ser la exacción colonialista que les impuso la tiranía castrista y que nos empobrece cada día más en un parasitismo tipo “guatepajarito”: nos va secando poco a poco pero inexorablemente. 

 

Cuentan que Fidel le reclamó a Daniel Ortega cuando tuvo que entregarle a Violeta Chamorro en Nicaragua, y que el pedófilo le contestó: “Es que me ganó en las elecciones". Fue cuando el barbudo se puso la mano en la oreja y le preguntó con ironía: "¿Te ganó en qué?".  Es que él y todos los que se embelesan oyéndolo prefieren las democracias de mentira a las de verdad-verdad.  Por eso, manipulan los textos constitucionales para la reelección interminable y para gobernar mediante “habilitantes”.  Mucho me temo que no es solo por el mantenerse en la manguangua —ni por las sonoras afirmaciones de amor al pueblo que desparraman—, sino por instinto de preservación: saben que apenas salgan de su jardín de mentiras van a caer en manos de una justicia independiente y seria.  Dentro y fuera de Venezuela…

 

Verbicidas


Hay dos clases de asesinos de las palabras: los que las matan ex profeso y los que lo hacen sin saber.  Entre los primeros predominan quienes lo hacen por pura joda.  Por ejemplo, hay quienes decimos: “sindudamente”; convirtiendo en un adverbio lo que son dos palabras; o: “me es inverosímil”, por significar: “me es indiferente”.  También, por chanza, culpamos a los gochos de decir: “a Mato Grosso” cuando lo que quieren expresar es: “a grosso modo”.  Y a Hassan, un humorista colombiano muy bueno, le escuché un “apropósitamente” que me hizo desternillar.  Por cierto, quienes dicen “desternillar de la risa” también cometen un verbicidio, porque la única manera de desternillarse es con la risa.  Pero el rey del asesinato voluntario del lenguaje es alguien que se identifica en Twitter como @correoguaire.  Yo soy uno de sus seguidores más fieles aunque, por el contrario,  este personaje genera consternación entre algunos de mis amigos.  Les pongo un tuit reciente suyo: “soponsio pilato es1 enfermedat q le dio aponsio guando centero qienera el ceyor gesus”.  ¡Ojo!, que el tipo no es ningún iletrado; yo le he leído opiniones acertadas acerca de artistas como —lo pongo con su grafía— cadinqui, betobe, pisarro y serbante.  Lo hace solo, como diría Semtei, pour épater les bourgeoises.

 

Cosa distinta es cuando el verbicidio se puede imputar a la falta de instrucción de quien lo comete.  Y aquí hay que diferenciar dos tipos: aquellos desafortunados que no tuvieron oportunidad de estudiar, y otros —usando una frase muy trillada— que pasaron por la universidad pero la universidad no pasó por ellos.  La señora que hace aseo en mi apartamento, cuando hace falta algunos productos de limpieza, me deja anotado en la pizarrita de la puerta de la nevera: “disinfetante y linpiaposeta”.  Para nada me preocupa el “que galicado” de quienes gritan “¡Así es QUE se gobierna!”  Pobrecitos, si no saben hablar, ¿qué van a saber CÓMO es que se gobierna?  Cuando, me tocó servir como agregado militar en Colombia, me llamaba la atención que, al preguntar a alguien su nombre, contestara: “a YO me llaman…”, poniendo el pronombre personal como tónico donde lo correcto, y más usual, es ponerlo en reflexivo: “a MÍ me llaman”.  Su uso es recurrentemente entre los santandereanos y boyacenses, por lo que se me hace raro que —siendo él de por allá— el primer verbicida de la república (y digno heredero de quien decía “adquerir”) no emplee ese modismo.

 

Pero otra cosa es cuando personas que tienen una cartulina que certifica que son graduados de tercer nivel y exigen que los traten de “doctor”.  ¡Lo que son es analfabestias!  Solo con escucharlos en las noticias le queda a uno claro.  Hace poco, mi muy querida Marianella me hizo llegar una perla: en el eso que llaman “Plan de la Patria” —uno no sabe si llorar o reír al leerlo—y que convirtieron en ley, aparece como un gran objetivo el “desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo el mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria en el planeta”.  Todos tenemos claro que eso es como mucho para una partida de ineptos que ni siquiera ha podido surtir los anaqueles de los abastos; pero lo que quiero destacar aquí son dos verbicidios pleonásticos, o sea, de acuerdo al mataburros, “emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido”.  En principio, toda geopolítica ES internacional por naturaleza.  ¡Pero eso de “la paz planetaria en el planeta” sí que es el colmo de la redundancia!

 

¿Y qué tal de una sentencia reciente de la Sala Inconstitucional?  Me refiero a esa en la cual, para complacer una vez más al régimen,  los juristas del horror, desbocados y propasándose, intentan hacer creer que se requiere de autorización oficial para ejercer un derecho constitucional.  Cosa que ha causado risas urbi et orbi entre los juristas.  Y más se carcajearían al enterarse de que, según los togados que gritan “¡Uh, ah!”, las policías municipales “detentan una competencia” y los ciudadanos “detentan derechos”, siendo que “detentar” es según el DRAE, “ejercer ilegítimamente…”.  Y que, más adelante, afirman que ellos son los máximos intérpretes “para proferir (…) interpretaciones” acerca de los principios constitucionales. Esos inanes —que todo lo consignan por escrito— ignoran que “proferir” se refiere a pronunciar verbalmente.  En lo que no deben haberse equivocado al emplear el verbo fue cuando dictaminaron que el alcalde de Guacara “ostenta” su cargo. Porque si en algo se lucen muchos funcionarios robolucionarios es en  eso de fachar, y andar luciendo con boato lo que le han birlado al erario.

 

Sin embargo, el Oscar de los verbicidas se lo lleva Platanote por informar que él pudiera ser objeto de un “magnicidio”.  ¡Imposible!  La raíz de la palabra viene del latín magnus, que significa algo que supera a lo común.  Y él no pasa de muuuy ordinario.  Sería, en todo caso, y Dios no lo quiera, un “minicidio”...